La crisis econ¨®mica ha colocado a Reagan en la Presidencia
La llegada de Reagan a la Casa Blanca tras su aplastante victoria del martes en las; elecciones norteamericanas, es, sobre todo, consecuencia de la crisis econ¨®mica que recorta el nivel de vida d los ciudadanos de este pa¨ªs y, en menor medida, del desencanto ante la falta de liderazgo de Carter en un mundo internacional en crisis Este es el an¨¢lisis m¨¢s extendido aqu¨ª cuando empiezan a posarse los efectos de la resaca electoral que ha colocado a un conservador de 69 a?os al frente de la naci¨®n. Estados Unidos deseaba un cambio y lo ha obtenido, aunque es probable que Reagan no logre tampoco dominar la inflaci¨®n y el desempleo y se d¨¦ pronto cuenta de cu¨¢les son los l¨ªmites del poder de EE UU.
El aspirante republicano gan¨® al presidente en ejercicio en todas las regiones del pa¨ªs y logr¨® asimismo la mayor¨ªa de los votos de todas las capas sociales y profesionales, con exclusi¨®n de los de la minor¨ªa negra. Destruida la que deb¨ªa ser base de Carter en su nativo Sur, donde el presidente en ejercicio s¨®lo triunf¨® en Georgia, Reagan arrebat¨® al presidente los Estados de Pensilvania y el de Nueva York, en el este progresista y liberal. El candidato republicano se pase¨® ya triunfalmente en todos los Estados que van desde el oeste del Misisipi a California.A la hora de hacer el recuento, con el 99% de los votos computados, tras la victoria de Reagan tambi¨¦n en Arkansas, ha obtenido 44 Estados, con 489 votos electorales (necesitaba 270 para ganar) y 51 % del voto popular, frente a seis Estados para Carter y el distrito de Columbia, con 49 votos electorales, y el 41 % del voto popular. El candidato independiente, John Anderson, no triunf¨® en ning¨²n Estado y obtiene el 77c del voto popular, lo que le permitir¨¢ recuperar del dinero federal lo que se gast¨® en la campa?a.
Todos los analistas se ponen de acuerdo en se?alar que han sido los temas que afectan al bolsillo de los americanos: la inflaci¨®n, que asciende a un l2,7%; el paro (un 8%), el cr¨¦dito m¨¢s caro, las dificultades crecientes para comprar una vivienda propia y realizar el american dream (sue?o americano) la invasi¨®n de coches japoneses, los culpables de la derrota de Carter. Los temas de la guerra y la paz, y la posici¨®n de Am¨¦rica en el mundo, han jugado un papel menor, aunque tambi¨¦n se detecta un deseo de una pol¨ªtica internacional m¨¢s firme.
M¨¢s que un voto de castigo
Por ¨²ltimo, la compleja negociaci¨®n de los rehenes, que parec¨ªa que regresaban a casa desde Ir¨¢n en la v¨ªspera del voto, aument¨® la frustraci¨®n de los norteamericanos ante la incapacidad de Carter de conducir una pol¨ªtica exterior eficaz, descargada de las continuas dudas e incoherencias que han. presidido sus cuatro a?os de mandato. El fracaso en lograr la devoluci¨®n de los 52 secuestrados quiz¨¢ haya servido para ampliar el triunfo de Reagan, lo mismo que el factor Anderson, que no ha derrotado por s¨ª solo a Carter, pero s¨ª ha empujado al aspirante.
Tambi¨¦n hay que decir que la victoria republicana es posiblemente algo m¨¢s que un voto de ?castigo? contra Carter, aunque es evidente que el presidente ha perdido la Casa Blanca, y no la ha ganado Reagan por tener un mejor programa. Nadie ha dudado de la honestidad del presidente, pero, como dec¨ªa ayer el New York Times en su editorial: Carter ha sido derrotado por el sentimiento generalizado de que sus mejores esfuerzos no eran suficientes para cambiar la concepci¨®n que el pa¨ªs ten¨ªa de ¨¦ 1 y aplacar el deseo de cambio de la sociedad.
Todo cambiar¨¢ en Washington
?Los americanos votaron contra Carter?, a?ade el NYT, ?no porque hubiera firmado un tratado SALT II con los sovi¨¦ticos o hubiera logrado la paz de Camp David, sino porque en un tiempo de crisis econ¨®mica no dio al pa¨ªs un sentido firme de direcci¨®n?.
Todo va a cambiar ahora en Washington. Volver¨¢n a la conducci¨®n de la pol¨ªtica internacional los hombres de la era Nixon-Kissinger. El tratado SALT II no ser¨¢ ratificado, y el presidente electo tratar¨¢ de negociar con Breznev un nuevo acuerdo sobre limitaci¨®n de armamento nuclear estrat¨¦gico, en el que Estados Unidos obtenga un ?margen de seguridad?, o, lo que es lo mismo, la superioridad at¨®mica que ten¨ªa en la d¨¦cada de los cincuenta. Los dictadores del Cono Sur latinaomericano tendr¨¢n un respiro, ser¨¢ dificil la repetici¨®n de nuevas ?nicaraguas? y Fidel Castro tendr¨¢ que seguir esperando para la normalizaci¨®n de sus relaciones con Washington.
En principio no caben esperar cambios sustanciales en la relaci¨®n de Estados Unidos con Espa?a, pero la llegada de una nueva Administraci¨®n puede suponer un inconveniente, aunque s¨®lo sea t¨¦cnico, en el momento de renovar el Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n Hispano-norteamericano, cuya negociaci¨®n debe comenzar a principios del pr¨®ximo a?o.
En el plano interior, la libre iniciativa recibir¨¢ un impulso y Reagan tratar¨¢ de gobernar con una mezcla de patriotismo y de esp¨ªritu de ?frontera? del Oeste, con el objetivo de convertir en realidad su eslogan electoral: ?Hagamos Am¨¦rica grande de nuevo?.
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