"UCD debe tener una pluralidad de lideres bien dotados y fieles a sus electores"
El 14 de octubre de 1980, contra todo pron¨®stico, el Grupo Parlamentario Centrista eligi¨® presidente y portavoz a Miguel, Herrero, enfant terrible de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD). Herrero, cuarenta a?os, casado, dos hijos, letrado del Consejo de Estado, concejal contestatario para la izquierda y diputado por Madrid, era una de las pocas personas capaces de sacar al menos minoritario de los grupos del Congreso de su rutinario sobrevivir... La abultada victoria - 103 votos frente a 45 de su oponente oficioso- puso nerviosa a la Moncloa, en donde se acus¨® recibo del primer discurso del portavoz, pleno de reticencias hacia quienes no creen en lo que defienden, enga?an al contrario, no cumplen lo que pactan o utilizan supuesta astucia, complicidad o maquinaciones. Miguel Herrero, liberal, dem¨®crata y cristiano, tiene conciencia de hallarse ante la oportunidad hist¨®rica de contribuir a la empresa de la que se reputa ap¨®stol infatigable: la democratizaci¨®n de los colectivos pol¨ªticos. En la entrevista concedida a EL PAIS se muestra tenaz en su prop¨®sito, caiga quien caiga.
Pregunta. Va a cumplirse un mes desde su elecci¨®n como portavoz. Algunos sectores del Grupo Centrista se muestran impacientes ante la tardanza en el cumplimiento de las promesas de democratizaci¨®n interna. ?Qu¨¦ novedades hay?Respuesta. No s¨¦ a qu¨¦ sectores se refiere usted, puesto que es evidente, dentro y fuera de UCD, que el proceso de democratizaci¨®n interna y participaci¨®n en el grupo es un proceso largo y que, para ser verdadero, ha de realizarse a su vez democr¨¢ticamente. En nuestro grupo comenz¨® con el hecho mismo de mi elecci¨®n. La democracia no puede imponerse ni puede esperarse obtenerla como un regalo. Yo me he limitado a poner en marcha ese proceso, que hasta ahora se ha concretado en una serie de medidas, cuya culminaci¨®n y fecundidad depende de la utilizaci¨®n que de ellas haga el propio grupo. En primer lugar, una ponencia del consejo de direcci¨®n trabaja en la revisi¨®n del reglamento del grupo sobre las sugerencias presentadas por numerosos diputados a t¨ªtulo individual y colectivo. Otra prepara un presupuesto racional de los recursos del grupo para 1981. Mientras tanto, se ha conseguido iniciar una mayor participaci¨®n de los diputados en los procesos legislativos en curso, relativos a temas especialmente importantes, como es el caso de la ley de Presupuestos y de la ley de Autonom¨ªa Universitaria, y lo ser¨¢ en lo relativo a la ley del Divorcio y a la ley de K¨²gimen Tocal. El volumen del trabajo legislativo de las Cortes, a mi juicio excesivo, dificulta la participaci¨®n del grupo parlamentario, pero ¨¦sta puede ser eficaz si se reduce a temas verdaderamente trascendentales, como los que he indicado, u otros an¨¢logos.
P. ?Qu¨¦ otras novedades aportar¨¢ el reglamento interno? ?Va a subsistir el comit¨¦ de disciplina?
R. Una de las finalidades del reglamento deber¨¢ ser no inhibir la iniciativa del diputado sobre proposiciones legislativas, enmiendas, interpelaciones y preguntas. Por el momento, yo las firmo todas, est¨¦ o no de acuerdo con ellas. En cuanto a las sanciones, son necesarias, y el comit¨¦ de disciplina se mantendr¨¢, pero antes es preciso contar con un grupo democratizado y agilizado, con autoridad moral para imponer sanciones.
P. El papel de diputado corresponsable que usted propugna es m¨¢s digno pero acaso m¨¢s inc¨®modo para muchos que el de diputado-llave. ?Ser¨¢ bien acepta da por la generalidad de los miembros de su grupo la sobrecarga de trabajo que el debate interno significar¨¢ para los diputados?
R. Yo creo que el aumento de trabajo de los parlamentarios ser¨ªa satisfactorio para muchos de ellos si supusiese un aumento de su in fluencia en el proceso pol¨ªtico. En todo caso, producir¨ªa necesaria -mente una selecci¨®n de los m¨¢s va liosos, los m¨¢s aptos y los m¨¢s decididos. En la vida parlamentaria, como en cualquier otra esfera, no existe m¨¢s poder que aquel cuya responsabilidad se est¨¢ dispuesto a asumir, ni mayor libertad que la que se es capaz de conquistar y de ejercer.
P. ?C¨®mo se coordinan el Grupo Centrista y el Gobierno?
R. A mi juicio, un Gobierno parlamentario es el comit¨¦ director y ejecutivo de la mayor¨ªa de la C¨¢mara. En consecuencia, el Gobierno tiene el derecho y el deber de dirigir al grupo parlamentario, siempre que cuente con la confianza del mismo, y que ha de ganarse d¨ªa a d¨ªa. Por supuesto, el grupo., de la misma manera que tiene el deber de fidelidad a esta confianza, puede y debe condicionarla al uso que de ella haga el Gobierno y a la fidelidad de ¨¦ste al programa electoral que a todos vincula. As¨ª ocurre en las m¨¢s s¨®lidas democracias parlamentarias, y Espa?a no puede ser una excepci¨®n.P. Las relaciones del Grupo Centrista con el Gobierno de UCD deben pasar, al menos a efectos legislativos y prelegislativos, por un contacto estrecho con el ministro de Justicia. Al actual, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, se le sit¨²a en la izquierda del partido y a usteden la derecha. ?Qu¨¦ problemas pueden derivarse de esta relaci¨®n necesaria y tal vez dificil?
R. Yo no sab¨ªa que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez fuera de izquierdas y, a decir verdad, no s¨¦ en qu¨¦ se basa usted para afirmarlo, pero en todo caso, me llevo personalmente muy bien con ¨¦l y conf¨ªo en que colaboraremos en. el desarrollo legislativo. Me parece, por otra parte, muy fecundo, que en un partido tan amplio como UCD, haya diversas tendencias, siempre que se mantengan fieles al programa del partido, a su oferta electoral y a la opci¨®n de sus electores. Yo personalmente, con independencia de d¨®nde me coloquen amigos y adversarios, me encuentro ahora en el mismo sitie donde estaba al inicio de la d¨¦cada de los sesenta, dentro de una corriente liberal que propugna la democracia en pol¨ªtica, la libertad en la sociedad -lo cual supone tanto la autonom¨ªa de la voluntad como el respeto a las instituciones a trav¨¦s de las cuales el hombre, se hace fuerte y, en consecuencia, capaz de ser libre- y el capitalismo en econom¨ªa, porque considero que este sistema, ligado por doquier a la libertad pol¨ªtica, es el m¨¢s id¨®neo para la afectaci¨®n de recursos, el incremento de la producci¨®n y la justa distribuci5n de la riqueza. Me opongo, por tanto, a quienes quieren, no s¨®lo mejorar la sociedad, sino cambiar de sociedad, tanto desde el interior como desde el exterior, y no se olvide que en este momento el enemigo no se encuentra tanto a la izquierda como al Este...
P. Estar¨¢ usted contento con la elecci¨®n de Reagan, todav¨ªa m¨¢s de derechas que Carter... R. Estas l¨ªneas de pensamiento no son de d trechas. Parecen ser las m¨¢s actuales en todo el Occidente -Francia, Inglaterra, Estados Unidos- y, por tanto, me considero a m¨ª mismo en el frente de la modernidad y del progreso, como estos conceptos se entienden en los grandes pa¨ªses democr¨¢ticos y que son, por supuesto, muy diferentes al papanatismo de algunos pol¨ªticos espa?oles. No quiero estar, como es frecuente entre quienes se autodefinen de progresistas, a la pen¨²ltima moda; prefiero estar de verdad de moda. En la sociedad espa?ola actual el progreso pasa por la liberalizaci¨®n no s¨®lo en el orden pol¨ªtico, sino tambi¨¦n en el social, econ¨®mico y cultural. Creo en la igualdad de los ciudadanos ante la ley y en la igualdad de oportunidades, pero tambi¨¦n en la competencia, en la libertad de crear riqueza y obtener beneficio de ello.
P. En materia de divorcio, ?d¨®nde est¨¢ la frontera que el Grupo Centrista no atravesar¨¢? R. En su programa electoral.
P. Pero ?no estar¨ªa usted dispuesto a trasladar a la regulaci¨®n del matrimonio la autonom¨ªa de la voluntad de la que hablaba hace un momento? R. El matrimonio es fruto de una concurrencia de libertades que se integran en una instituci¨®n. Esta integraci¨®n no es absolutamente irreversible, pero es claro que una instituci¨®n, por los intereses que pone en juego, no puede nunca reducirse a una mera estipulaci¨®n contractual. Y es claro tambi¨¦n que nadie que se tome en serio una instituci¨®n puede pretender que ¨¦sta se imponga coact¨ªvamente a la libertad de quien da a ella su adhesi¨®n.
P. En un tema de conciencia como ¨¦ste, ?habr¨¢ libertad de voto para los diputados centristas?
R. Si se plantea como cuesti¨®n de conciencia, requerir¨¢ una libertad de voto, pero cada grupo parlamentario debe y puede -y el nuestro lo har¨¢-antes de que ese momento llegue, ilustrar a todos los miembros sobre el verdadero alcance de los trabajos de la ponencia y someterlos a un profundo debate, en el que pueda decantarse una posici¨®n democr¨¢tica del grupo.
P. Hace unos d¨ªas, Felipe Gonz¨¢lez manej¨® la hip¨®tesis de que el Gobierno no saque adelante los Presupuestos en el Parlamento y plante¨® distintas salidas a la situaci¨®n: dimisi¨®n del Gobierno, no darse por enterado, crisis interna del Gabinete... Siguiendo con la hip¨®tesis, ?qu¨¦ actitud apoyar¨ªa usted?
R. Santa Teresa cuenta que una monja le pregunt¨®: ??Qu¨¦ har¨ªa vuesa merced si yo me m¨²riese ahora?? Y santa Teresa contest¨®: ?Mu¨¦rete primero y ya veremos?. Como pura hip¨®tesis, el rechazo de los -Presupuestos significa una forma de censura al Gobierno y produce una paralizaci¨®n del Estado. Pero se trata de una hip¨®tesis que yo no puedo adoptar. Mi responsabilidad en el Grupo Centrista consiste precisamente en lograr que eso no ocurra.
P. Usted ha sido definido como parlamentario c¨¢ustico. Como portavoz, ?ir¨¢ a la confrontaci¨®n ideol¨®gica y pol¨ªtica o prefiere la concertaci¨®n, el consenso?
R. Me remito a lo tantas veces repetido: si el consenso fue necesario para la instauraci¨®n de la democracia, especialmente si se hubiera entendido y practicado de manera correcta, la esencia'de la democracia es el disenso entre mayor¨ªas y minor¨ªas. Una democracia sin disenso es lo que en los pa¨ªses del Este se llama democracia un¨¢nime, es decir, la ausencia de toda democracia. En cuanto a mis relaciones con la oposici¨®n, procurar¨¦ que sean, como hasta ahora, cordiales en el plano personal y firmes en el plano objetivo, porque en su momento se?al¨¦ que s¨¦ combatir, pero tambi¨¦n pactar. Entiendo que ¨¦ste arte consiste no solamente en ceder y enga?ar, sino en creer en lo que se defiende y mantener lo que se ofrece.
P. ?En qu¨¦ condiciones aceptar¨ªa una coalici¨®n con el PSOE?
R. En cualquier democracia parlamentaria, la respuesta la dar¨ªa no yo, sino l¨ªderes m¨¢s cualificados del partido del Gobierno y este silencio resulta asombroso. Por mi parte, la creo inconveniente para m¨ª partido y para la propia democracia parlamentaria, puesto que la gran coalici¨®n, como ya se puso de relieve en Alemania, es lo m¨¢s parecido a un. movimiento nacional. Es malo tambi¨¦n para el PSOE, como gran alternativa democr¨¢tica. Sin embargo, no basta con rechazar el Gobierno de coalici¨®n, sino que es preciso adoptar las medidas. necesarias desde el Gobierno y desde la mayor¨ªa parlamentaria a¨²n por construir, para que la situaci¨®n no degenere hasta etpunto de exigir, como medida de salud p¨²blica, una coalici¨®n de fuerzas democr¨¢ticas, en la que el representar¨ªa adecuadamente a la izquierda.
P. Hablando de mayor¨ªas parlamentarias, UCD parec¨ªa contar a con una. Cuando usted. fue elegido portavoz, dijo que se enterar¨ªa el contenido de los supuestos actos con la Minor¨ªa Catalana. Est¨¢ usted ya en condiciones de formar sobre este punto?
R. Este pacto es m¨¢s una tarea or realizar que un hecho del. cual - parte. Esta realizaci¨®n exige una iutua confianza y colaboraci¨®n progresiva. En cuanto esta colaboraci¨®n afecta a las tareas parlamentarias y en consecuencia es de ni responsabilidad, como en que 1 pacto vaya adelante, produzca sus frutos y permita la consolidaci¨®n de una mayor¨ªa basada tanto n el mutuo acuerdo en temas esinosos como en la coincidencia n otros muchos temas, en torno a los cuales la posici¨®n de: UCID y Minor¨ªa Catalana es id¨¦ntica, por responder a una com¨²n visi¨®n de la sociedad. Es claro que un pacto ,asado sobre tal coincidencia e instrumentado a trav¨¦s; de una progresiva colaboraci¨®n parlamentarla puede y debe comprender tambi¨¦n a otros grupos que, -articipan de esta com¨²n visi¨®n.
P. Aun aceptando el l¨®gico protagonismo que usted desea para el diputado de a pie, ?no es la realidad que el esca?o se lo deben los diputados centristas a Su¨¢rez?
R. Por muy grande que sea la dendencia moderna a la personalizaci¨®n del poder, resultar¨ªa infantil creer que en 1977 y 1979 muchos millones de espa?oles votaron solamente a un hombre. Sin duda, el nombre Su¨¢rez ha tenido un muy Brincipal protagonismo en la configuraci¨®n de UCD, pero en la medida en que sus fundadores hayan tenido ¨¦xito, es decir, en la medida n que sea un partido y no una mea clientela -y est¨¢ claro que yo deseo lo primero y combato por ello-, no deber¨ªa nunca reducirse acompa?amiento de un hombre, por grande que su talla fuese.
P. Pero ?es f¨¢cil sustituir la narca Su¨¢rez, ya conocida por electorado e identificada con JCD, por otra menos conocida y nenos identificable?
R. Yo creo que los espa?oles votaron la moderaci¨®n, el cambio in riesgo y la libertad, tal como, en ¨¦rminos de un cl¨¢sico, la define iuestro programa electoral: la ranquilidad de ¨¢nimo que resulta le la conciencia que cada cual tiene le su seguridad. Sin seguridad en os planteamientos y firmeza en su realizaci¨®n, sin seguridad en la cale, en el ahorro, en el trabajo, no hay libertad, y esto lo sab¨ªan bien y ;eguir¨¢n sabi¨¦ndolo los electores espa?oles. Esa deber¨ªa ser nuestra mejor marca.
P. Sin tocar la Constituci¨®n, ?qu¨¦ sentido dar¨ªa usted a la ley electoral para modificar la vigente normativa en esta materia?
R. El art¨ªculo 68 de la Constituzi¨®n establece como preceptivos ?criterios de representaci¨®n proporcional?, pero nada obliga a que dicha representaci¨®n se haga mediante bstas. completas, cerradas y bloqueadas. Yo colabor¨¦ en no escasa medida en la elaboraci¨®n de -las normas electorales de 1977. que creo fueron vitales para la consolidaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, pero creo que aquel sistema, si en,tonces sirvi¨® a la naciente democracia espa?ola, hoy puede perjudicarla al impedir la derriocratizazi¨®n interna d¨¦ los partidos y los zontactos directos de los electores con sus representantes. Esta democratizaci¨®n es tan deseable como inevitable.P. Precisamente usted defendi¨®, sin ¨¦xito, una enmienda a la Cor.stituci¨®n para que el Tribunal Coristitucional garantizase la democracia interna de los partidos. ?Qu¨¦ alcance habr¨ªa tenido sobre UCID de ser aceptada?
R. No s¨®lo sobre UCD. Hubiera contribuido a fortalecer y acelerar la democratizaci¨®n interna de los partidos.
P. El congreso de UCD va a resultar afectado por la din¨¢mica pol¨ªtica puesta en marcha con su elecci¨®n. En caso de dura confrontaci¨®n, ?qu¨¦ soluci¨®n pol¨ªtica coherente podr¨ªa evitar o encauzar la ruptura de UCD?
R. Yo no creo que el protagonismo del congreso de UCD corresponda a las tendencias ideol¨®gicas, sino m¨¢s bien a la aspiraci¨®n sentida por muchos de convertir nuestro partido en una estructura racional en la que todos podamos convivir y en la que la direcci¨®n a seguir se marque peri¨®dicamente de acuerdo con la decisi¨®n mayoritaria; una estructura en la que la inevitable oligarqu¨ªa de todo partido est¨¦ siempre abierta a los cuadros intermedios y ¨¦stos a la base; una estructura, en fin, donde los liderazgos dejen de ser carism¨¢ticos, o peor, burocr¨¢ticos, para convertirse en democr¨¢ticos. Una transformaci¨®nsemejante porsupuestono divide al partido, sino que lo Porticica y si expele a algunos elementos ser¨¢ a aquellos elementos, por mi parte inimaginables, que resulten incapaces de vivir en el seno de un inoderno partido democr¨¢tico.
P. ?Qui¨¦n podr¨ªa encabezar la lista para la direcci¨®n de UCD de la que usted formara parte? R. Aunque pueda parecer presuntuoso, he de contestarle que en virtud del voto de casi dos terceras partes de los diputados, yo soy miembro nato de cualquier directiva que se constituya en UCD, y que prestar¨¦ gustoso mi colaboraci¨®n a los l¨ªderes capaces de ser fieles al programa del partido, a su base y a lo que incluso es m¨¢s importante, a sus electores. Un partido como UCD debe aspirar a tener una pluralidad de l¨ªderes capaces de colaborar y de sustituirse entre s¨ª, todos ellos dotados suficientemente para suscitar la adhesi¨®n colectiva, para conducir la mayor¨ªa parlamentaria y para coordinar e impulsar la acci¨®n del Gobierno con la profunda dedicaci¨®n que esto merece.
P Pero, ?apoyar¨ªa usted coneretaniente con su voto una lista encabezada, por ejemplo, por Landelino Lavilla?
R. Es claro que tengo gran confianza en las dotes pol¨ªticas de Laridelino Lavilla, a mi juicio uno de los l¨ªderes que cuenta con las dotes que antes le he detallado.
P. Pero, ?no le falta a Landelino Lavilla ese ?sentido del riesgo? que acompa?a a otros pol¨ªticos, Su¨¢rez entre ellos?
R. No entiendo muy bien lo que significa eso de ?sentido del riesgo?, pero si es arrojo a coraje, creo que este consiste m¨¢s que en la famosa t¨¦cnica. de pegarse al terreno, en estar decidido a avanzar, en saber avanzar y en conseguir avanzar hasta la meta.
P. Se empieza a hablar de un nuevo retraso del congreso de UC13, por temor del ?aparato? del partido a la tempestad que se avecina. ?Qu¨¦ podr¨ªa suceder si tal retraso se produce realmente?
R. Me parece inimaginable que el ?aparato? pueda temer a un congreso en el que se plantee la mayor democratizaci¨®n del propio ?aparato?. Constituirla una tremenda autodescalificaci¨®n.
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