Los Presupuestos y el PUA
LA DISCUSI?N en la Comisi¨®n de Presupuestos sobre la forma de incluir, por las buenas o por las malas, las promesas y las cifras del Plan de Urgencia para Andaluc¨ªa en los Presupuestos Generales de 1981 amenaza con aturdirnos de nuevo con las voces demag¨®gicas, temporalmente acalladas tras la inconstitucional reforma de la ley de Modalidades de Refer¨¦ndum, que han tomado el tema andaluz como una finca productora de votos, esca?os y fotograf¨ªas en los peri¨®dicos. Ya Manuel Clavero cabalga de nuevo, esta vez como jinete de las finanzas, para lamentar, nada m¨¢s y nada menos, que los recursos asignados para el desarrollo andaluz no lo sean a fondo perdido. Preciso es reconocer que el destino no se ha ensa?ado del todo con este pa¨ªs, ya que, al fin y al cabo, los mismos azares de la fortuna 4ue confiaron las carteras de Administraci¨®n Territorial y de Cultura a este infatigable pol¨ªtico pod¨ªan haberle empujado tambi¨¦n hacia el Ministerio de Hacienda o la vicepresidencia de Asuntos Econ¨®micos.La crisis no ha afectado a Andaluc¨ªa en forma de una ca¨ªda espectacular del empleo industrial, como ha sucedido en otras zonas, pero otros factores han empujado contra el muro del paro a un importante n¨²mero de trabajadores en la regi¨®n. La aton¨ªa en el sector de la construcci¨®n, las sombr¨ªas perspectivas de los astilleros navales, el cierre de la emigraci¨®n hacia otras tierras (espa?olas o extranjeras) y el estancamiento del turismo han elevado todav¨ªa m¨¢s las cifras de desocupaci¨®n en Andaluc¨ªa. El Plan de Urgencia se propone aumentar sustancialmente la inversi¨®n en la regi¨®n, a fin de frenar esa preocupante tendencia con instrumentos m¨¢s estables y seguros que el empleo comunitario, cuya administraci¨®n, por otra parte, est¨¢ dando lugar a irregularidades, abusos, desigualdades y manejos que agravan todav¨ªa m¨¢s la molesta dimensi¨®n de beneficencia p¨²blica que el procedimiento posee.
El PUA ha fijado un techo de inversiones que, en comparaci¨®n con la inversi¨®n total del pa¨ªs y con las inversiones p¨²blicas con cargo al presupuesto, muchos expertos consideran exagerado. Lo malo del asunto es que esa discusi¨®n sobre cifras puede quedar encajonada en un di¨¢logo entre sordos. As¨ª, las autoridades gubernamentales llaman la atenci¨®n sobre las necesidades de inversi¨®n en otras zonas igualmente golpeadas por la crisis, e incluso defienden la tesis de que Andaluc¨ªa fue en el pasado una regi¨®n prioritaria a la hora del reparto de las inversiones p¨²blicas. Los pol¨ªticos andaluces, por su parte, destacan los males absolutos de su tierra, contrarrestan los eventuales agravios comparativos de otras zonas respecto al PUA con los suyos propios en otros aspectos y niegan que en el pasado su regi¨®n haya salido beneficiada en el reparto de inversiones p¨²blicas.
Por el lado de las inversiones privadas es evidente el riesgo de repetir experiencias del pasado, tales como los pol¨ªgonos de preferente localizaci¨®n industrial y los polos de desarrollo. El Ministerio de Trabajo ha creado una serie de programas regionales en zonas de alto nivel de paro, con subvenciones de 300.000 pesetas para cada nuevo contrato de trabajo de duraci¨®n ilimitada. Estos planes se han saldado con un fracaso, sin m¨¢s excepci¨®n que confirma la regla- que el aprovechamiento por la General Motors de esa oferta para la contrataci¨®n de los mil trabajadores que, en cualquier caso, hubiera enrolado en su nueva f¨¢brica de C¨¢diz.
Tambi¨¦n es de temer que los apresuramientos y las pujas al alza en la subasta de la demagogia conduzcan a soluciones equivocadas y costosas a medio plazo en el terreno de la pol¨ªtica agraria. Los cultivos sociales pueden implicar una subvenci¨®n permanente y un obst¨¢culo infranqueable para la introducci¨®n de mejoras productivas. Cuando se afirma que el tabaco o el algod¨®n pueden suavizar el desempleo es necesario a?adir que una hect¨¢rea de tabaco implica una subvenci¨®n por jornal de ochocientas pesetas diarias y que la eliminaci¨®n de la mecanizaci¨®n en la recogida del algod¨®n cuesta cinco pesetas por kilo. La decisi¨®n de primar temporalmente el desarrollo de cultivos no competitivos no debe ignorar que los aparatos ortop¨¦dicos son m¨¢s f¨¢ciles de aplicar en pol¨ªtica agraria que de desmontar. En esa misma nostalgia por la autarqu¨ªa se inscribe la feliz coincidencia a la que llegaron en el Pleno de la cuesti¨®n de confianza el ministro de Agricultura y el portavoz del Grupo Parla mentario Andalucista al afirmar que Andaluc¨ªa era una especie de Ed¨¦n para los cultivos intensivos en manos de obra.
La econom¨ªa andaluza se halla en un pesado estancamiento. El turismo ha perdido dinamismo -en el verano pasado, con la inestimable ayuda de ETA Pol¨ªtico-militar- y los empresarios audaces e imaginativos son escasos. Resulta irremediable as¨ª que los desempleados vuelvan la mirada hacia el Estado como suministrador de fondos de subsistencia o como socio capitalista -resignado a perder dinero- en la explotaci¨®n de cultivos no competitivos. Incluso es comprensible que el espejismo, de la industrializaci¨®n acelerada, doblemente ilusorio en una ¨¦poca de crisis como la presente, despierte el entusiasmo de los parados y de los trabajadores m¨¢s pobres en Andaluc¨ªa. Pero lo que no parece ni irremediable, ni comprensible el que los l¨ªderes pol¨ªticos, sabedores de los problemas y dificultades de esas ayudas y proyectos, se apresuren a incorporar las cifras m¨¢ximas del PUA al altarcillo de falsos milagros, digno del Palmar de Troya, en el que est¨¢ ya entronizada la v¨ªa del art¨ªculo 151.
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