Marat¨®n musical en la iglesia de El Salvador, de Sevilla
Tras el ¨¦xito obtenido el pasado a?o, la Caja de Ahorros Provincial San Fernando, de Sevilla, a trav¨¦s de su Obra Cultural, organiz¨® en la iglesia de El Salvador una nueva marat¨®n musical, esta vez dedicada a la m¨²sica sinf¨®nica religiosa, fuese o no de origen lit¨²rgico. Para ello cont¨®, adem¨¢s de con la Orquesta B¨¦tica Filarm¨®nica de la capital andaluza, con la colaboraci¨®n del Coro Nacional de Espa?a, que dirige Jos¨¦ de Felipe, y del pianista Ram¨®n Coll.Los resultados art¨ªsticos respondieron a la expectaci¨®n despertada, pues tanto la Orquesta B¨¦tica Filarm¨®nica como el Coro Nacional respondieron espl¨¦ndidamente en todos los casos, bajo la batuta del maestro Luis Izquierdo. Izquierdo, tantos a?os al frente del conjunto sinf¨®nico sevillano, fue el h¨¦roe de la extensa velada, que comenz¨® con una buena lectura de La procesi¨®n del Roc¨ªo, animada en la expresi¨®n y profundamente andaluza en el ritmo. A la obra de Turina, siguieron tres motetes de Mozart, de muy diferente estilo y car¨¢cter. Veni sancte spiritus. K 47 del a?o 1768, tipo de ofertorio sacro m¨¢s pr¨®ximo al estilo barroco, el hermoso y melanc¨®lico Ave verum corpus, K 618, de 1791, y Misericordias domini, K 222, de 1775, pieza que seg¨²n el c¨¦lebre te¨®rico Giambattista Martini, reun¨ªa todo cuanto la m¨²sica moderna necesitaba.
La versi¨®n de Luis Izquierdo, de los tres motetes mozartianos, fue excelente por su efectividad, as¨ª como su justo acompa?amiento a ese peque?o concierto vocal que es el Exsultate, Jubilate, K 165, de 1772, obra brillant¨ªsima que ofrece grandes dificultades al solista, salvadas con su habitual admirable t¨¦cnica por la soprano Carmen Bustamante. Por contraste, el bar¨ªtono holand¨¦s Peter Goedhart, que ofreci¨® las Cuatro canciones serias, op 121 de Brahms, mostr¨®, adem¨¢s de escasa cantidad de voz, un timbre feo, opaco, sin l¨ªnea. Los c¨¢nticos b¨ªblicos de Brahms se salvaron en el bello acompa?amiento pian¨ªstico de Ram¨®n Coll.
Muy ce?ida la versi¨®n de la Pavana para una infanta difunta, de Ravel, en la clara disposici¨®n de los planos sonoros y en la severidad del tempo. Pero el gran acontecimiento de la jornada fue la interpretaci¨®n de Eine deutsches requiem, la monumental partitura de Brahms.
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