Esperanza para el Pa¨ªs Vasco
EL COMUNICADO hecho p¨²blico por el Partido Nacionalista Vasco, severa y aariamente contestado ayer por el Gobierno, merece atenci¨®n m¨¢s all¨¢ de las implicaciones que de su texto se desprenden acerca del Frente para la paz. Que la respuesta del PNV sobre la fonnalizaci¨®n de ese pacto sea m¨¢s o menos reticente no tiene m¨¢s importancia que la que, por razones de rivalidad partidista, se le quiera dar. La existencia de las instituciones auton¨®micas hace incluso redundante el establecimiento de alianzas entre partidos fuera del ¨¢mbito del Parlamento vasco, el cual puede tomar acuerdos y confiar su ejecuci¨®n al Gobierno de Euskadi sin necesidad de que los diputados crucen de acera para suscribir en otro local -en otras ocasiones el palacio de la Moncloa- un pacto en su condici¨®n de dirigentes de partidos.El PNV rechaza en el documento las acusaciones de ambig¨¹edad que se le dirigen a prop¨®sito del tema de la violencia y ratifica que hace suya ?la creciente repulsa popular ante la sangre, la extorsi¨®n y los intentos de amedrentamiento ? que el pueblo vasco padece. De la declaraci¨®n se desprer de que sus recelos ante el Frente para la paz provienen b¨¢sicamente del temor a que ¨¦ste pudiera nacer muerto si s¨®lo fuera un ?frente hacia la galer¨ªa?, basado en el ?verbalismo? y la ?espectacularidad?, al que la ausencia de ?puntos coincidentes s¨®lidos? y de un ?serio prop¨®sito de acci¨®n conjunta? condenara a la inutilidad. De ser ciertas tales premoniciones, es evidente que la frustraci¨®n de ?las expectativas creadas y no realizadas? no conseguir¨ªa sino empeorar las cosas. Los motivos en los que basa el PNV ese pesimismo, proyecci¨®n hacia el futuro de malas experiencias del pasado, son el retraso y parquedad de las transferencias por el Gobierno y la ruptura por el PSOE de los compromisos del frente auton¨®mico creado en 1977. Y la f¨®rmula alternativa que sugiere es la instauraci¨®n de una autonom¨ªa real que incluya los conciertos econ¨®micos y las transferencias de competencias, recursos y funcionarios previstos en el Estatuto de Guernica.
Lo inquietante del documento, a nuestro juicio, es el visible desfallecimiento con el que el PNV contempla el futuro de Euskadi. La conclusi¨®n de que, aunque se progrese por la v¨ªa de las transferencias y ?por m¨¢s comandos que la polic¨ªa desarticule?, el paro y la ruina econ¨®mica de las empresas seguir¨¢n siendo ?motivos suficientes? para que los j¨®venes se sientan ?cargados de raz¨®n? al acusar de ?ingenuos? o de ?farsantes? a los dirigentes del PNV y al recurrir a ?v¨ªas de acci¨®n violenta? no entra ya en el campo del pesimismo l¨²cido, sino en el de la desesperanza. No es de extra?ar as¨ª que el comunicado del PNV lance la profec¨ªa apocal¨ªptica de que ?el plazo se acaba?, cosa que parece impropia en un partido que ocupa una importante parcela de poder, y apunte la posibilidad incluso de ?echar la toalla en esta penosa arena pol¨ªtica? en el caso de que el Gobierno no ponga de su parte ?lo que puede y d¨¦be poner? para llenar el Estatuto.
El implacable goteo de asesinatos en el Pa¨ªs Vasco -ayer otro miembro de la Guardia Civil fue v¨ªctima de un atentado mortal en Tolosa- mueve realmente a la desmoralizaci¨®n social y a la desesperaci¨®n airada de los cuerpos de seguridad, los partidos pol¨ªticos y los sectores ideol¨®gicos que se encuentran bajo el punto de mira de los terroristas. No es, por tanto, extra?o que la marca del desaliento llegue tambi¨¦n a cubrir las playas del PNV. Y, sin embargo, las reacciones populares contra los cr¨ªmenes etarras son un motivo contrapesador de esperanza y deber¨ªan servir de acicate a quienes libran la batalla contra el terrorismo.
La declaraci¨®n del Gobierno contra el comunicado del PNV no resulta afortunada en el tono, no es convincente en parte de sus argumentos y no se resiste a la tentaci¨®n de exportar hacia Vitoria algunas responsabilidades que corresponden a Madrid. Dado que la ofensiva ideol¨®gica y pol¨ªtica a la campa?a de sensibilizaci¨®n moral de la sociedad vasca contra el terrorismo no tiene por qu¨¦ pasar necesariamente por la formalizaci¨®n de ese Frente para la paz, en cierto modo superpuesto a las instituciones de autogobierno, resulta inadmisible la insinuaci¨®n de que s¨®lo quienes figuren en ese frente quieren ?de verdad? acabar con el terrorismo. De otro lado, cuando ni siquiera est¨¢n puestas las bases de la polic¨ªa aut¨®noma, pieza clave para la lucha contra el terrorismo, no puede decir el Gobierno que ya est¨¢ ?en pleno vigor?i el Estatuto de Guernica y confundir el reconocimiento jur¨ªdico de las ?m¨¢ximas competencias? con la efectiva puesta en pr¨¢ctica de las mismas.
Hay un aspecto de la virulencia cr¨ªtica del Gobierno contra el comunicado del PNV con el que coincidimos. Se trata precisamente de la parte que se refiere al derrotismo y desmoralizaci¨®n del PNV, un partido ?con obligaci¨®n de gobemar? que, ?apenas iniciada su gesti¨®n?, amenaza, sin embargo, con arrojar la toalla. De este agrio di¨¢logo podr¨ªan, a la postre, extraer, tanto UCD como el PNV, una ense?anza positiva: los ciudadanos esperan, desean y exigen que los partidos con responsabilidades de poder las ejerzan y que los l¨ªderes pol¨ªticos despierten esperan zas a una sociedad que quiere ?paz, perd¨®n y piedad?. Y libertad.
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