Crisis de la sociedad y reflexi¨®n sobre los partidos pol¨ªticos / y 3
El c¨²mulo de dificultades, que hasta aqu¨ª hemos examinado, en la d¨¦cada de los a?os ochenta va a verse dram¨¢ticamente incidido por tres problemas que en los sesenta y setenta eran ignorados o fueron de una gravedad mucho menor. Me refiero a los temas de la energ¨ªa, el medio ambiente y la inflaci¨®n de dos d¨ªgitos.8. Los problemas m¨¢s espec¨ªficos de los ochenta
El canto euf¨®rico de la energ¨ªa abundante y barata del pasado reciente se ha sustituido por el lamento de la incidencia que la crisis energ¨¦tica tiene en el alto nivel de inflaci¨®n y en el bajo ritmo de crecimiento. A¨²n es muy seria la resistencia a admitir que s¨®lo la planificaci¨®n podr¨¢ dar soluci¨®n a los problemas energ¨¦ticos o, por lo menos, frenar el deterioro que de otra forma conducir¨¢ al colapso de los pa¨ªses industriales. Pero aparte de que la incipiente planificaci¨®n energ¨¦tica se hace en base a criterios de grupos de poder, lo cierto es que la planificaci¨®n de un sector as¨ª, dejando el resto de la econom¨ªa a su aire, subraya a¨²n m¨¢s la contradicci¨®n que pesa sobre toda la elaboraci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica en el capitalismo en su fase de reverdecimiento seudoliberal.
Al segundo tema antes enunciado ya he hecho numerosas referencias en otros trabajos. Pero ahora lo que quiero es destacar que se acusa mucho a los ecologistas de haber contribuido y de estar contribuyendo a frenar, o incluso a, detener, el crecimiento econ¨®mico. Pero no es as¨ª. En realidad, la aparici¨®n del movimiento, ecologista coincide con los ¨²ltimos a?os del crecimiento acelerado, como cr¨ªtica precisamente a los excesos depredadores, para s¨®lo alcanzar una fuerza considerable cuando la crisis econ¨®mica ya estaba plenamente en marcha. Por tanto, no hay una relaci¨®n causa/efecto. Pero la preocupaci¨®n por el medio ambiente s¨ª que tiene una gran trascendencia, de cara al futuro, como apreciaci¨®n de que, superada la segunda gran depresi¨®n del siglo XX, ya no ser¨¢ posible crecer como antes. Y a esto se oponen los nuevos ?liberales?, que, en buena parte, consideran a la ecolog¨ªa como un estorbe. No hay m¨¢s que recordar las desafortunadas referencias que a este tema concreto hizo Ronald Reagan en su campana electoral.
Por ¨²ltimo, entre los problemas agravados de los a?os ochenta, figura la inflaci¨®n. Vivimos en la era de la inflaci¨®n sociol¨®gica en que la inflaci¨®n se hace, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses, end¨¦mica, permanente. Frente a ella la cura a base de recetas monetarias y fiscales casi nunca tiene ¨¦xito. Las excepciones de la Rep¨²blica Federal de Alemania y de Suiza se deben a que ambas econom¨ªas operan con existencias importantes de trabajadores extranjeros, que act¨²an como elementos reguladores dif¨ªciles de encontrar en otros pa¨ªses. En los dem¨¢s casos, el monetarismo, sin m¨¢s, conduce al estancamiento, y con la cura que se le aplica el paciente hibernizado puede llegar a entrar en la fase econ¨®mica ag¨®nica, de consecuencias pol¨ªticas y sociales siempre inciertas y seguramente muy graves.
9. Reflexi¨®n sobre los partidos
Nuestra sociedad implica la necesidad de decisiones claras, aunque produzcan p¨¦rdidas relativas para unos al mismo tiempo que ventajas para otros. Es necesario hacer la elecci¨®n, decidirse, con todas sus consecuencias, por reformas concretas, evitando la demora sine die. Para ello es necesario un Estado que funcione con eficacia, sin frenos bloqueadores. Pero eso, a su vez, exige un mundo pol¨ªtico con m¨¢s claridad de ideas y m¨¢s capacidad de decisi¨®n. Lo cual nos lleva a la segunda parte de este discurso, en la que quiero abordar la forma de comportarse los principales protagonistas sociales y, en definitiva, los que pretenden gobernar. Me refiero, naturalmente, a los partidos pol¨ªticos. En ese contexto, interesa hacer algunas apreciaciones:
1. La democracia, m¨¢s que en una forma de vida, en las sociedades industriales est¨¢ acabando por convertirse en un simple m¨¦todo para elegir al grupo dominante. Un m¨¦todo incluso trucado. Un observador pol¨ªtico nada sospechoso -Pablo Irazaz¨¢bal, de RTVE- pon¨ªa de relieve, comentando la, elecci¨®n de Ronald Reagan como presidente de EE UU, que en Norteam¨¦rica el pueblo elige cada vez menos y que, en cambio, determinadas instituciones cada vez influyen m¨¢s. En realidad, ven¨ªa a decir, Reagan qued¨® de hecho elegido seis meses antes del 4 de noviembre de 1980, desde el mismo momento en que la Trilateral decidi¨® apoyarle. En el caso m¨¢s concreto de los partidos pol¨ªticos, sus sistemas electivos son poco democr¨¢ticos, con la consecuencia de situar en su c¨²spidea la figura cuasi omnipotente del secretario general o del presidente.
2. Pero los problemas de los partidos pol¨ªticos no s¨®lo radican en la forma de elegir a sus m¨¢ximos dirigentes, sino en c¨®mo funcionan sus ¨®rganos de poder. En realidad, por la forma de competir en el escenario pol¨ªtico electoral, los partidos pol¨ªticos han sido comparados muchas veces a verdaderas oligarqu¨ªas. Se disminuye el n¨²mero de participantes en la elaboraci¨®n de la l¨ªnea pol¨ªtica, en la toma de decisiones; funciones que se asumen en proporciones muy altas por los secretarios generales o los presidentes, que adquieren caracter¨ªsticas pretendidarrienie carism¨¢ticas, con seria tendencia a la ?magistratura vit¨¢licia?.
3. Las tendencias consumistas del mercado se transmiten tambi¨¦n al escenario pol¨ªtico (que es un mercado de votos), donde se tiende -como ya vimos antes- a subestimar las necesidades a largo plazo, y a supervalorar las necesidades a corto plazo de ocio y consumo. De este modo, los partidos pol¨ªticos renuncian a hablar con claridad a los electores y, por razones electoreras, hacen hincapi¨¦ en cuestiones a corto plaza. De ello se deriva que la diferencia entre opciones de izquierda y de derecha tiende a disminuir.
4. La falta de una buena corriente de informaci¨®n dentro del partido, de una formaci¨®n cultural y pol¨ªtica de sus miembros, hace que predomine una exposici¨®n muy simplificada de la l¨ªnea pol¨ªtica, que en los casos extremos llega a adquirir car¨¢cter casi dogm¨¢tico. Se tiende a suplir a la informaci¨®n y a la cultura pol¨ªtica en el caso l¨ªmite con la veneraci¨®n o el culto a la personalidad.
5. En el engranaje que comentamos, sin una mayor dosis de democracia interna, la pol¨ªtica tiende a transformarse en una cuesti¨®n de prestigio personal. Y as¨ª, la democracia como forma de vida colectiva acaba por convertirse para algunos pol¨ªticos en una forma profesionalizada de vivir. Y como la forma de vida determina la conciencia, el pol¨ªtico profesional polariza todo en el mantenimiento de su poder.
6. El siguiente paso de oligarquizaci¨®n del poder en los partidos se da en la burocracia, que, como ha dicho Windmeier, contamina el flujo de la informaci¨®n, controla el dinero, los resortes de la propaganda y criba las iniciativas de base.
Y punto final. Otro d¨ªa podremos seguir. Muchos de los males que nos aquejan provienen de una crisis del Estado y de una crisis de la sociedad que tenemos que resolver. Y para encontrar soluciones lo, primero que necesitamos -y a eso he querido yo contribuir con esta conferencia- es un diagn¨®stico profundo de la situaci¨®n de la democracia espa?ola, empezando por los partidos, que tienen que cambiar mucho para que, en vez de ir a remolque de la sociedad, se tranformen verdaderamente en palancas de cambio, de modernizaci¨®n y progreso, en centros de an¨¢lisis profundos de los problemas del pa¨ªs y de b¨²squeda de soluciones.
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