El Presupuesto y el paro
LA LEY de Presupuestos Generales del Estado y de la Seguridad Social sigue abri¨¦ndose paso, a trancas y barrancas, en el hemiciclo del Congreso. El apoyo activo de la Minor¨ªa Catalana y el abstencionismo de Coalici¨®n Democr¨¢tica muestran c¨®mo las aspiraciones de pasillo o las votaciones de castigo contra el Gobierno no tienen por qu¨¦ prolongar sus objetivos ejemplificadores o amenazadores m¨¢s all¨¢ de lo estrictamente necesario. Por lo dem¨¢s, el tono del debate parlamentario hace triste honor a la endeblez del proyecto gubernamental, desprovisto de una estrategia capaz de tonificar la actividad econ¨®mica del pa¨ªs.La teor¨ªa del socialista Javier Solana acerca de la existencia de un plan maquiav¨¦lico del Gobierno para aupar adrede la cifra del paro m¨¢s bien parece una broma equ¨ªvoca que una cr¨ªtica acerba. El paro creciente, a¨²n m¨¢s que el terrorismo, es la amenaza fundamental contra el Gobierno de Su¨¢rez.
El nuevo equipo econ¨®mico surgido en la crisis ministerial de septiembre acept¨® sin chistar las l¨ªneas fundamentales de un Presupuesto elaborado por el anterior Gobierno, pese a las duras cr¨ªticas que ¨¦ste mereci¨® por su incapacidad para combatir el desempleo, y se abstuvo de introducir en el proyecto las reformas que hubieran podido concretar mediante cifras el abstracto programa le¨ªdo por el presidente Su¨¢rez en el Congreso. La excusa de que esa inhibici¨®n era necesaria para no retrasar la presentaci¨®n de los Presupuestos a las Cortes resulta, sin embargo, poco veros¨ªmil.
En efecto, los Presupuestos se siguen elaborando todav¨ªa en nuestro pa¨ªs de forma rutinaria y elemental. Se establecen las cifras a la vista de las obligaciones anteriormente contra¨ªdas por el Estado, a las que se a?ade un aumento porcentual en funci¨®n del incremento esperado del coste de la vida. Se trata, en definitiva, de un documento contable para pagar las n¨®minas y los gastos de funcionamiento de los servicios. Este tramo de gastos corrientes supone casi el 80% de los gastos totales del Estado, aun sin contar con la Seguridad Social, en la que su peso porcentual es todav¨ªa mayor. La zona de los gastos de inversi¨®n se mueve, en cambio, en terrenos tan imprecisos como voluntar¨ªstas. Una Administraci¨®n p¨²blica desorientada, sin direcci¨®n firme y empe?ada en gran medida en agenciarse condiciones de vida mejores no es, precisamente, la instituci¨®n. m¨¢s apropiada para idear proyectos y responsabilizarse de iniciativas. Resalta, adem¨¢s, que parte de estos gastos de inversi¨®n no son propiamente tales, sino transferencias de capital para que las industrias en crisis puedan pagar sus n¨®minas.
Evidentemente, un documento contable de esa naturaleza es casi tan moldeable como la plastilina. Lo ¨²nico que el Gobierno hubiera necesitado en septiembre para modificarlo era voluntad pol¨ªtica. E incluso todav¨ªa hoy el poder ejecutivo podr¨ªa negociar con la oposici¨®n y las fuerzas sociales algunas medidas tan impopulares, pero tan necesarias, como la congelaci¨®n para todos de las retribuciones. Es probable que una auditor¨ªa objetiva de los gastos del Estado y de la Seguridad Social permitiera. recortes sustanciales de gastos in¨²tiles o de inversiones mal calculadas que pudieran sanear el Tesoro p¨²blico, dar un ejemplo al desmoralizado cuerpo social e incrementar los fondos destinados al seguro de desempleo o a la inversi¨®n p¨²blica.
Esa falta de contenido y orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica gubernamental, visible en los Presupuestos, tal vez explique la imprecisi¨®n de un debate que busca en temas como los impuestos indirectos el volumen ideal del d¨¦ficit o el r¨¦gimen de incompatibilidades, motivos para una discusi¨®n que llegue a la sociedad. Pero mientras los diputados aliancistas y centristas. defienden a capa y espada su derecho a recibir m¨²ltiples ingresos con cargo a los fondos p¨²blicos, y Miguel Herrero escenifica el lamentable entrem¨¦s de la discusi¨®n entre la sart¨¦n y el cazo para saber qui¨¦n tizna m¨¢s, el paro registrado del pasado mes de octubre ha aumentado en 45.000 trabajadores, lo que puede significar medio mill¨®n de nuevos desempleados a lo largo del pr¨®ximo a?o.
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