Terrorismo de acci¨®n
La ?operaci¨®n Osorio? tal vez resulte excitante para la clase pol¨ªtica, pero al ciudadano de a pie le resulta m¨¢s bien rid¨ªcula. Por ejemplo: ?de d¨®nde va a salir esa ?nueva autoridad? para combatir el terrorismo? ETA se ha carcajeado -este ha sido el gran chasco de nuestra democracia- de la amnist¨ªa, la Constituci¨®n y el Estatuto de Guernica. ?Alguien piensa que se va a dejar impresionar por un Gobierno ?de gesti¨®n? como el propuesto? ?O que el tal Gobierno va a mejorar, porque s¨ª, en dieciocho meses, la eficacia de las Fuerzas de Orden P¨²blico?Pero me quiero referir, sobre todo, a un aspecto que no mueve a risa, sino a preocupaci¨®n. Y es el intento de utilizar a la Corona para quitar y poner presidente de Gobierno, que de eso se trata en definitiva, visto que no es posible por ahora derrotar a Su¨¢rez en el Congreso. Ese intento es anticonstitucional, por m¨¢s que el Rey se limitara a ejercer una ?suave presi¨®n? y en el resto se guardaran las formas parlamentarias. El Gobierno, para acceder o mantenerse, s¨®lo necesita la confianza de las Cortes, y no de ¨¦stas y de la Corona, seg¨²n el esp¨ªritu y la letra de la Constituci¨®n de 1978. Tal vez los promotores de la operaci¨®n se han equivocado de texto y utilizan la Constituci¨®n de 1876, que al basarse en el principio de la soberan¨ªa compartida entre las Cortes y el Rey, y no en la soberan¨ªa nacional, como ahora, permit¨ªa a ¨¦ste inmiscuirse en las luchas de los partidos y facciones por alcanzar el poder.
Y, adem¨¢s de inconstitucional, puede ser funesto, como demuestra la historia del reinado a Alfonso XIII. Una causa muy importante de la ca¨ªda de la Monarqu¨ªa fue justamente la prerrogativa regia de nombrar y cesar libremente a los ministros. Seg¨²n ella, al rey correspond¨ªa, en ¨²ltima instancia, decidir qui¨¦n hab¨ªa de ser o dejar de ser presidente del Gobierno, y Io hac¨ªa en ocasiones con mucho menos que una ?suave presi¨®n?. El resultado de tal pr¨¢ctica fue que la gente atribuy¨® al rey los errores de los Gobiernos, y que el fracaso de ¨¦stos se convirti¨® en fracaso de la Monarqu¨ªa. Volver a tales pr¨¢cticas ser¨ªa, adem¨¢s de anticonstitucional y funesto, sencillamente reaccionario./
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