Miles de personas homenajearon a Pasionaria en su 85 cumplea?os
Dolores Ib¨¢rruri, presidenta del Partido Comunista de Espa?a (PCE) desde 1960, acaba de celebrar su 85 cumplea?os. Y esta vez no ha podido compartir la peque?a fiesta en la intimidad, como a ella le gusta. Esta vez la m¨ªtica Pasionaria ha tenido que abandonar su piso madrile?o, donde vive voluntariamente recluida desde que regres¨® del largo exilio, para presidir, emocionada y algo cansada, todos los actos que el PCE hab¨ªa preparado en su honor.Este pasado domingo, los comunistas espa?oles han homenajeado a su Dolores, primero, en un mitin multitudinario celebrado en un cine madrile?o, despu¨¦s, en un almuerzo en un hotel de la capital. Tanto en un sitio como en otro, miles de personas, por encima de los matices eurocomunistas o prosovi¨¦ticos, por encima de carrillistas o tamamistas, todos, j¨®venes y viejos, han aclamado a Pasionaria, en agradecimiento a sus muchos a?os de dedicaci¨®n al partido.
Cuando ella entr¨® en el comedor donde se hab¨ªa preparado el almuerzo, numerosas personas -mujeres, sobre todo- se abalanzaron sobre la mesa presidencial, donde Dolores Ib¨¢rruri acababa de sentarse. Los dem¨¢s, puestos en pie, aplaud¨ªan y repet¨ªan su nombre. Las m¨¢s atravidas corrieron hacia ella, la abrazaron, la llenaron de besos, le acariciaban el pelo. Y mientras Pasionaria procuraba mantener en su sitio, fijo en peinetas, el mo?o con redecilla t¨ªpico de las vascas de los caser¨ªos, las mujeres le dec¨ªan: ??Te acuerdas, Dolores, cuando en el a?o 32 tomaste un vaso de leche en mi casa??. O Te acuerdas, Dolores, cuando en plena guerra pas¨® esto o lo otro??, ??Te acuerdas, Dolores ... ??. Y ella abrumada, sonriente y cort¨¦s, dec¨ªa: ?Claro. Claro que me acuerdo, mujer?. Y le llovian las flores, casi todas rojas: claveles, rosas, gladiolos, hasta amapolas hab¨ªa all¨ª amontonadas. Todo para Pasionaria: innumerables paquetes de colores, peque?os regalos de militantes comunistas, cer¨¢micas, pinturas, dibujos... cubriendo los platos, los cubiertos, las copas ca¨ªdas sobre el mantel rosa. Y ella, siempre sonriendo: ?Gracias, gracias ... ?.
No pudo ser maestra
Cuando ces¨® el clamor y la gente volvi¨® a su sitio, Pasionaria dej¨® de sonre¨ªr, Se la ve¨ªa muy cansada, con esas profundas ojeras, encorvadita, vestida de negro. De cuando en cuando murmuraba algo para s¨ª misma, mientras desmenuzaba la trucha. O comentaba cualquier cosa con Carrillo, sentado a su lado, o con su hija Amaya, la ¨²nica superviviente de aquel parto de trillizas que naci¨® de su matrimonio con el minero Juli¨¢n Ruiz. Com¨ªa con mucho apetito, apartaba las flores buscando la copa de vino, cerraba los ojos. Esta mujer, hija, nieta y esposa de mineros, naci¨® hace 85 a?os en el pueblo de Gallarta, en Vizcaya, y corno no pudo ser maestra porque sus padres le dijeron: ?Pero hija, ?c¨®mo t¨², una mujer, vas a seguir estudios si tus hermanos son panadero y carpintero??, qued¨® la joven Dolores ?llorando m¨¢s agua de la que hay en el Guadalquivir?, sin poder ingresar en la Escuela Normal. Pese a ello, su fuerza de voluntad, su inteligencia y dotes de oratoria hicieron de Pasionaria una importante figura pol¨ªtica del siglo XX, amiga de Stalin, Mao, Zhou En-lai, Picasso, Miguel Hern¨¢ndez, Neruda, el mariscal Tito, el Che Guevara, Fidel Castro, Togliati y un etc¨¦tera de nombres que, como ella, pertenecen a la historia. Y el domingo estaba all¨ª, quit¨¢ndole importancia a la cosa: ?Este homenaje no es para m¨ª, sino para todos vosotros?. Y cuando el gremio de hosteler¨ªa de CC OO le present¨® una monumental tarta de varios metros, con 85 banderitas rojas, Carrillo le dec¨ªa: ?Mira, Dolores, eso es para ti?. Y ella contestaba: ?Quita, quita ... ?. Y otra vez se produjo la avalancha de gente que quer¨ªa tocarla, decirle algo, pedirle un aut¨®grafo...Demasiado esfuerzo para la anciana Dolores, con tres operaciones de coraz¨®n en menos de dos meses y con un marcapasos midiendo su vida. As¨ª es que, casi de manera apresurada, Dolores se despidi¨® de todos pu?o en alto, diciendo cari?osamente adi¨®s a todas aquellas personas que -desafinando una barbaridad- la desped¨ªan bajo las notas de La Internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.