El "jazz"
Al jazz no lo traen, sino que vuelve por s¨ª mismo, al margen de semanas y convenciones, reptando con sus serpientes buenas de plata triste y llorando ronco con su voz larga de Armstrong a tope.Ahora que ha muerto asesinado John Lennon, hay que decir lo que ya se sabe: que todo el rock no ha sido sino la rama dorada, americana y juvenil del jazz, la perversi¨®n blanca del esp¨ªritu y el spiritual negro. Me llama de madrugada Vicente Romero, pinchacosas que lleva cincuenta horas de radio y m¨²sica beatle, en una semana santa laica, improvisada y enmogollonada sobre el muerto:
-John Lennon.
-Lennon se explica por los Beatles; los Beatles, por la d¨¦cada prodigiosa de los sesenta; los sesenta, por la prosperidad occidental de despu¨¦s de la postguerra mundial, que elev¨® la calidad de la vida cotidiana, mejor¨® la esperanza/desesperanza del mundo y perfum¨®, mediante la exterioridad brillante de los Beatles, toda una generaci¨®n.
Antes han hablado Fraga Iribarne, Paco Ord¨®?ez, Otero Besteiro. Todo el mundo tiene algo que decir sobre aquel anarcomarxista que iba de japonesa en japonesa corno de flor de loto en flor de loto, propiciando la paz que propiciaba la distensi¨®n Kennedy/Kruschev (aparte el zapatazo sovi¨¦tico de un Segarra ruso e improbable). Ahora que el bloque del Este exh¨ªbe algo m¨¢s que un ingenuo zapato cuadrado y el bloque del Oeste ha sustituido al lisiado/liberal Kennedy por una reinona correosa y con marcha, vuelve la desesperanza, que aqu¨ª llamamos desencanto, s¨®lo por el recuerdo de una pel¨ªcula de Ch¨¢varri, Lennon muere de un admirador inverso (mucho peores que los enemigos a favor) y vuelve, naturalmente, el jazz.
Le he dicho a Pilar Barinaga que me ponga algo de Arrristrong, ella que tiene los armarios reventones de toneladas de m¨²sica, algo de Lionel Hampton, de Glenn Miller, de Duke Ellington, de Beriny Goodman, algo de alguien, y, efectivamente, jazz blanco o negro, la nielopea de nuestro siglo, el saxo y la trompeta, los Cielos huidizos de Goodman, me prolongan la noche hacia el pasado. El rock es el ruido y la furia de una raza maldita: la juventud. El jazz, sin ruido y sin furia, es el suspiro inspirado de otra raza maldita, la negra, que he en contrado muy integrada en Har lem, con sus casas repintadas y compradas al propietario por la familia. Pero ya. sabemos que la negritud del poeta/pol¨ªtico Leopold Senghor, en la que crey¨® hasta Sartre, brind¨¢ndole una filosof¨ªa y tina m¨ªstica, ya sabemos que la ne gritud, digo, no es sino una estili zaci¨®n art¨ªstica y mentirosa de lo negro. Lo negro, esfuerzo y sangre, reojo desconfiado de la sombra, est¨¢ muy vivo en el ¨²ltimo libro de lleguirieche y est¨¢ muy l¨²cido en La Eslia?a que bosteza, donde se explica la aurecila africanista de nuestros poderes f¨¢cticos. En este ¨²ltimo libro encuentro asimismo otra i?ea para rn¨ª especialmente fascir¨ªante: los sucesivos fran - quis inos del franquismo. Naturalmen te, el franquismo, sin dejar de ser el rrionolito y el b¨².nker de M¨¢ximo,, es, fue, ser¨¢, un sucederse a s¨ª mis i.no, un antropoinorfismo que de Viene inarcial / sacral / ministerial / fabril / febril, seg¨²n los tiempos. La Resistencia de los sesenta, que ..10 quer¨ªa lavarse los pies dos veces en el mismo r¨ªo de los franquismos fluyentes/influyentes, o¨ªajazz to das las noches en Bourbons Street (Diego de Le¨®n) o en Villalar/Montoli¨² (Tet¨¦), de modo que eI jazz, oraci¨®n (le protesta anties clavista, fue tambi¨¦n la oraci¨®n y la protesta muda de una izquierda madrile?a sumida en la ardiente oscuridad de Buero como en la ce guerade Tet¨¦.
Vuelve el jazz, no s¨®lo por la facilidad del marketing para vendernos nuestros propio pasado, sino porque el jazz es la sombra musical de un tercermuridismo que vuelve a quedarse irredento tras la cabalgada de Reagan. Tenemos alma de saxo y el saxo es algo masoca.
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