El mercado alimentario ha desbordado al consumidor y a la Administraci¨®n
Aquella mentalidad no lejana que hac¨ªa llamar, desde los medios sanitarios oficiales, diarreas estivales a una epidemia de c¨®lera, podr¨ªa llegar a hacerse extensiva a cuanto afecta a la pol¨ªtica alimentaria, que, en estos momentos, es harto compleja. Parece que hay mucho por hacer hasta que los ciudadanos, y la Administraci¨®n, sepamos lo que comemos y el modo de conseguir que el ¨¢cido b¨®rico no se utilice hasta para curar jamones, el que las leches bajen en grado de contaminaci¨®n por pesticidas o el que los productos transformados presenten correctamente sus etiquetas de identificaci¨®n y control. El tipo de sociedad de consumo en el que nos movemos origina un complejo mercado de la alimentaci¨®n que, en el caso espa?ol, ha desbordado al consumidor, a la Administraci¨®n y a los propios fabricantes, seg¨²n estima Antonio Borreg¨®n Mart¨ªnez, director del Centro Nacional de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social.
Tanto para la fabricaci¨®n nacional como para los productos importados, no existe el suficiente control que garantice la bondad -ni asegure la maldad- de aquello que comemos. Se dice que las tres grandes causas de mortalidad son las tres ces: c¨¢ncer, coraz¨®n y carretra. En las dos primeras, uno de los or¨ªgenes fundamentales de la enfermedad estriba en la alimentaci¨®n. Seg¨²n el doctor Borreg¨®n: ?Es preciso hacer los mapas de las contaminaciones de alimentos en Espa?a. Puede llevar dos o tres a?os, pero es posible, s¨ª la Administraci¨®n se lo propone?.No hay control previo de la mayor¨ªa de los productos
En lo que afecta a la salud, la base legislativa en torno al control alimentario estriba en que todos los productos del mercado, al menos los envasados, deben ser presentados en el Registro del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social, contrastada su composici¨®n con la memoria de fabricaci¨®n y, en caso positivo, registrarse y autorizarse.
Esto concierne a cinco grandes grupos de productos: los aditivos, algunas bebidas envasadas, los materiales de envase y embalaje, los productos diet¨¦ticos y los detergentes y desinfectantes de uso en alimentaci¨®n. Estos cinco han de registrarse producto por producto. Sin embargo, en los dem¨¢s, s¨®lo tiene obligaci¨®n de registrarse la industria fabricante. Es decir, estos productos, que s¨¦ llaman de anotaci¨®n, seg¨²n la ley, tambi¨¦n deber¨ªan analizarse antes de su puesta en el mercado, pero, en virtud de una circular de hace unos tres a?os emifida por la Subsecretar¨ªa de la Salud, s¨®lo ha de registrarse la f¨¢brica, d¨¢ndoseles a todos sus productos -que no entren en los cinco grupos citados en primer lugar- el mismo n¨²mero de registro. El decreto regulador de estos productos tend¨ªa a agilizar la fabricaci¨®n, a dar facilidades a la industria, y de ah¨ª que se dispusiera dar a todos los fabricados de una misma empresa el mismo n¨²mero, pero no se pretend¨ªa que se convirtiera en una manga ancha, como parece haber ocurrido por mala interpretaci¨®n de la ley. Se dedujo de aquel texto legal que, una vez registrada la f¨¢brica, y facilitada por su parte la memoria de los diferentes art¨ªculos que pretend¨ªa lanzar, s¨®lo era necesario anotar ¨¦stos, y as¨ª lo refrend¨® la circular aludida.
Seg¨²n el criterio de algunos altos cargos sanitarios, esto es un error que hay que corregir, porque, de esta guisa, los productos de mayor consumo no se registran. Al parecer, el tema se halla actualmente en estudio por parte del Ministerio. ?Es absolutamente necesario que todos los productos sean analizados y contrastados por Sanidad antes de su puesta en el mercado?, opinaron en este sentido. ?Va en beneficio de todos, del consumidor y de los fabricantes. El consumidor recibe una primera garant¨ªa. Y el fabricante tiene tambi¨¦n la seguridad de que su producto es v¨¢lido realmente y no s¨®lo porque ¨¦l crea que lo es en base a los ingredientes que lleve y que te¨®ricamente se ajusten a lo legal y sanitariamente establecido?.
Al parecer, hay quien, en contra de este criterio, esgrime un argumento inservible como excusa. Dicen que los fabricantes pueden presentar un estupendo prototipo o muestra del producto que pretenden lanzar y luego adulterarlo, con lo cual vienen a decir: ese control y an¨¢lisis previo no sirve de nada. Sin embargo, cuanto mejor sea la muestra se entiende que m¨¢s atados quedan los fabricantes ante cualquier inspecci¨®n posterior, pues siempre se hallar¨¢n, obligados a mantener ese m¨ªnimo de calidades que le fueron autorizadas.
A este respecto, los medios b¨¢sicos de que se dispone para tal labor, y sobre lo que podemos denominar como el control previo de los productos transformados, existe el registro antes aludido y el Centro Nacional de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n en Majadahonda (Madrid). Los productos naturales se rigen por una legislaci¨®n propia. Para el seguimiento del control existen varios servicios ministeriales.
Las etiquetas mal etiquetadas
Seg¨²n expertos en materia alimentaria, el consumidor debe tener en cuenta: en primer lugar, poseer un conocimiento de lo que compra. Si lo que compra son productos naturales, el consumidor debe tener una preparaci¨®n en torno a lo que es una carne o un pescado frescos, al menos en cuanto a las caracter¨ªsticas del aspecto externo de esos productos, que es sobre lo que una persona normal se gu¨ªa generalmente a la hora de la compra.
Si el producto est¨¢ envasado, el consumidor debe saber que aqu¨¦l ha de llevar una etiqueta, por peque?o o raro que sea el envase, aunque sea una bolsa de malla o un sobrecito.
Lo primero que tiene que hacer el consumidor es saber leer esa etiqueta, la cual ha de reflejar las caracter¨ªsticas del producto. Y, en segundo lugar, una vez que se abre el envase, ver en qu¨¦ condiciones est¨¢. En tercer lugar, ante cualquier anomal¨ªa, poner el hecho en conocimiento del Ministerio de Comercio o de Sanidad, seg¨²n sea aqu¨¦lla.
Es muy dif¨ªcil que al consumidor se le d¨¦ satisfacci¨®n.
El consumidor gen¨¦rico tiene grandes, obst¨¢culos de cara a una satisfacci¨®n, salvo que se le devuelva el importe de lo adquirido o se lo cambien por otro producto, pues no puede demostrar, una vez abierto el envase, cu¨¢l fue la causa de la alteraci¨®n del producto. Para ello tendr¨ªa que solicitar los servicios de inspecci¨®n que tomaran lo que se llama muestras a petici¨®n de partes. Pero es un procedimiento largo y complejo.
Seg¨²n ha podido comprobar EL PAIS en un r¨¢pido sondeo, es f¨¢cil ver en las etiquetas algunas anomal¨ªas que, ya de entrada, pueden se?alar la poca fiabilidad de determinados productos. Ejemplos: etiquetas de salchichas que ponen en letras bien grandes todo carne, con lo cual nos endosan la primera mentira, ya que una salchicha no puede ser todo carne; otras que llevan varios n¨²meros de registro, como si tal cosa fuese de mayor garant¨ªa, cuando es al rev¨¦s, ya que eso significa que esa empresa tiene varias f¨¢bricas en distintas poblaciones y que en cada una de ellas produce una cierta cantidad de un mismo producto, de forma que, si todos los productos llevan todos los n¨²meros de las diversas f¨¢bricas, en caso de que una partida haya salido defectuosa no se sabe cu¨¢l es su punto de origen; etiquetas que hacen propaganda diet¨¦tica de un producto que no est¨¢ clasificado como tal, pues ¨¦stos tienen una legislaci¨®n aparte; otras que, en lugar del n¨²mero de registro, ponen n¨²mero de regi . stro en tr¨¢mite, u otras que llevan impreso un falso sello de Intervenci¨®n Sanitaria. Sanidad Nacional, lo cual induce al equ¨ªvoco de ser considerado por el consumidor como una garant¨ªa sanitaria oficial.
El director del CNAN explica que ?no siempre el fabricante tiene intenci¨®n de fraude o enga?o; a veces cree estar produciendo un alimento inmejorable y resulta que, por causas ajerlas a ¨¦l, no es as¨ª. Puede ser causa de las materias primas o del efecto que genera un determinado envase en un determinado aditivo, etc¨¦tera?.
"El factor riesgo es inaceptable en alimentaci¨®n"
La problem¨¢tica recientemente planteada por el asunto del vacuno y las drogas de engorde artificial ha puesto dos cuestiones de relieve. Por un lado, las derivaciones del engorde acelerado. Por otro, el presentar como carnes de ternera las que en realidad eran de a?ojo.
En cuanto esto afecta a lo sanitario cabe se?alar que la aplicaci¨®n de drogas antitiroideas, aparte del fraude que supone hacer pagar el agua a precio de carne, estas carnes presentan disminuci¨®n de su calidad nutritiva aunque esas sustanclas no fueran peligrosas. El otro tipo de productos aplicado para el engorde acelerado, las hormonas estrog¨¦nic¨¢s, seg¨²n se conoce a nivel de experimentaci¨®n, y sobre todo con las sint¨¦ticas (el DES y derivados), son sustancias carcinog¨¦nicas, por lo cual ha sido prohibido su uso casi en el mundo entero.
?Bien es cierto que no se ha podido demostrar la existencia de c¨¢nceres en el hombre producidos por consumo de estas carnes. Pero, cuidado con esto, porque en materia alimentarla no importa tanto una demostraci¨®n de este tipo como la t¨¢cita estimaci¨®n mundial de que, en alimentaci¨®n, no se puede aceptar elfactor riesgo. Por eso, las discusiones al respecto tienen que acabar?, explic¨® a EL PAIS Antonio Borreg¨®n.
El factor riesgo existe y se admite en todas las actividades de la vida, menos en alimentaci¨®n. Si vas a operarte de am¨ªgdalas, sabes que hay riesgos varios, y se admite; si viajas, sabes que existe riesgo de accidentes de tr¨¢fico; si juegas, tienes el riesgo de perder. Se sabe y se admite. Pues bien, en alimentaci¨®n no se admite. De ah¨ª que, en los casos en que se puede concretar, como en determinados productos aditivos, colorantes, etc¨¦tera, existan listas internacionales de productos prohibidos, de las cantidades precisas y circunstancias en que pueden utilizarse otros, y otra lista de productos inocuos. Y esas listas son m¨®viles. Seg¨²n los avances de investigaci¨®n, hay trasvase de la lista de productos inocuos a las de prohibidos o utilizables en determinadas circunstancias.
En el caso de los pescados y, en concreto, por esa otra reciente pol¨¦mica sobre el ¨¢cido b¨®rico, se ha evidenciado que hay asuntos alimentarios que no son de exclusiva competencia sanitaria.
Al parecer el ¨¢cido b¨®rico es el mejor conservador de los crust¨¢ceos y evita la melanosis, es decir, que se les ponga la cabeza negra. El problema est¨¢ en que, para no utilizar el ¨¢cido b¨®rico, hay que congelar el pescado. Pero esto s¨®lo lo pueden hacer las flotas de pesca de altura. Las flotas de bajura no tienen dispositivo de congelaci¨®n. As¨ª, la pesca de la gamba y el langostino en Huelva, C¨¢diz y M¨¢laga se realiza en bajura aprovechando las mareas, y esto supone que los pesqueros regresan a puerto a los diez o quince d¨ªas de su partida. Si no echan ¨¢cido b¨®rico, al llegar a puerto tienen que la captura. El asunto se agrava porque, a partir de. ese momento, le sigue echando ¨¢cido b¨®rico todo el mundo: el almacenista, el transportista y el detallista.
El tema se agrava m¨¢s porque, al venderse ¨¦sta como gamba fresca, en realidad conservada, los pescadores de altura consideran que se establece una competencia desleal con su gamba tra¨ªda congelada desde alta mar, pero sin ning¨²n aditivo, y, sin embargo, de menor cotizaci¨®n. Y empieza el c¨ªrculo viciosos porque, con esta base, tambi¨¦n las flotas de altura deciden echar ¨¢cido b¨®rico y vender la gamba como fresca.
El problema se presenta as¨ª como de infraestructura pesquera, y la soluci¨®n, de tipo interministerial. Oficialmente se ha estudiado alguna vez una posible soluci¨®n: la de crear barcos- nodriza que recogieran a los pesqueros de bajura su pesca y la llevasen a puerto diariamente, pero nunca lleg¨® a intentarse. El hecho de que el uso del ¨¢cido b¨®rico est¨¦ prohibido, desde 1965 no significa que el problema pueda resolverse por decreto. Los sustitutivos del ¨¢cido b¨®rico (como el bitamisulfito s¨®dico) parecen no ser adecuados comercialmente, aunque sanitariamente sean mejores, porque el pescado huele mal y su textura es desagradable.
Hay ganaderos y fabricantes de embutidos que quieren ser inspeccionados a rajatabla -seg¨²n han hecho saber a la Administraci¨®n-, pero que la inspecci¨®n se haga para todos, porque se les est¨¢n estropeando los mercados de exportaci¨®n. Dicen que les exigen m¨¢s los vete?narios norteamericanos que el sistema de control espa?ol. Aqu¨ª vienen inspectores holandeses, ingleses y franceses, y ven el panorama y dicen que no estamos preparados para el Mercado Com¨²n. Hay tambi¨¦n armadores que est¨¢n dispuestos a no poner ¨¢cido b¨®rico a la pesca y a pasar investigaciones exhaustivas, siempre que Sanidad ponga en sus cajas un visado de garant¨ªa de calidad a fin de distinguir a qui¨¦n cumple y a qui¨¦n no.
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