Parodia que algo queda

La parodia siempre ha gozado de excelente salud en el cine de humor americano. Desde los h¨¦roes del mudo a los a¨²n recientes hermanos Marx, temas y tipos, cuando no instituciones, pasaron por el tamiz de su iron¨ªa, cuya suerte dependi¨® casi siempre, no s¨®lo de su autor sino de un p¨²blico m¨¢s o menos c¨®mplice.En este clima de terror y anticipaci¨®n que agita por Navidad nuestras pantallas, a un tiempo lejos de aventuras ex¨®ticas y ensayos sobre la vida de Jes¨²s, tres guionistas, a la vez realizadores, nos presentan este remedo o burla de todos aquellos relatos que pusieron de moda, no hace tanto, fr¨ªos pilotos, sufridas azafatas, viajeros hist¨¦ricos y grandes aeropuertos.

Ya es raro hallar una pel¨ªcula con tres cabezas rectoras, pero es cierto que su gui¨®n lo permite, pues todo ¨¦l se reduce a una serie de gags o situaciones unidas por una leve l¨ªnea argumental. Los hay de todos los calibres, para todos los gustos, desde aquellos que aluden a relatos parecidos hasta los que interpretan conocidos actores apuntando a s¨ª mismos. Los autores no tienen reparo alguno en utilizar cualquier medio con tal de hacer re¨ªry si la risa es sana, como dicen, su filme resulta bastante saludable. Chistes verbales, hallazgos de imagen, alusiones pol¨ªticas se suceden, incluso saltos atr¨¢s en el tiempo, que dan lugar a una estupenda burla de Travolta. Los protagonistas cumplen bien, lo cual no resulta demasiado f¨¢cil cuando el di¨¢logo es t¨®pico a prop¨®sito o las secuencias rozan el puro disparate.

As¨ª, esta historia c¨®mica de un accidente a¨¦reo que, como suele suceder en tantas otras dram¨¢ticas, no llega a consumarse a fin de no perjudicar los dividendos de las l¨ªneas a¨¦reas, encierra en s¨ª, aun encubierta por el humor, la cr¨ªtica no s¨®lo de un modo de hacer cine, sino tambi¨¦n de diversas actitudes en las que mienten sus hermanas mayores.