Una orquesta "popular"
La Portsmouth Sinfon¨ªa Orchestra pertenece a una generaci¨®n de formaciones orquestales que empieza a surgir a finales de la d¨¦cada de los sesenta, en el marco de la vanguardia musical inglesa (Seratch Orchestra, Promenade Theatre Orchestra, Majorca Orchestra, etc¨¦tera). La Portsmouth Sinfonia, concretamente, fue creada y alimentada por un grupo de estudiantes y profesores de la Escuela de Arte de Portsmouth, entre los cuales se contaban Brian Eno y la mayor parte de los compositores ingleses, representados en su sello Obscure Records (Gavin Bryars, John White, Michael Nyman Chrostpher Hobbs, etc¨¦tera). El propio Brian Eno produjo hace algunos a?os un ¨¢lbum titulado The Portsmouth Sinfonia plays the popular classics (La Portsmouth Sinfonia interpreta los cl¨¢sicos populares), representativo del repertorio utilizado por esta singular orquesta; es decir, los llamados cl¨¢sicos populares, piezas de m¨²sica cl¨¢sica ampliamente divulgadas. A este respecto, se dice que, en los inicios de la Portsmouth Sinfonia, la primera obra cuya ejecuci¨®n se abord¨® fue la Obertura de Guillermo Tell, de Rossini, por ser perfectamente conocida de todos, al haber constituido el tema musical de la serie El Llanero Solitario.
A los variables componentes de esta orquesta s¨®lo se les exige que sepan leer una partitura para tratar de interpretarla con unos instrumentos de los que pueden ser perfectos virtuosos o que pueden desconocer en absoluto. El resulta do de tal voluntarismo puede imaginarse. En el concierto de Par¨ªs, celebrado en esta ocasi¨®n en el Gran Auditorio de la ORTF para poder albergar con dignidad a la cincuentena de int¨¦rpretes recluta dos, pudimos escuchar desde el As¨ª habl¨® Zaratustra, de Richard Strauss, hasta la famosa Obertura de Guillermo Tell pasando por otras obras no menos conocidas de Johan Strauss (El bello Danubio azul), Tchaikovsky (Cascanueces), Schubert (Marcha militar), Grieg
(Peer Gynt), Bach y Sibelius. Desde los primeros desacordes (no vulneremos las reglas de la armon¨ªa hablando de acordes), un p¨²blico eminentemente joven, con alg¨²n mel¨®mano tradicional y despistado entremezclado, estallaba en incontenibles carcajadas, para luego, contagiados por la pasi¨®n de los int¨¦rpretes y de su brillante director (John Farley), aplaudir rabiosamente al t¨¦rmino de cada pieza. Pues si alguien piensa que hay algo de irrespetuosidad, iconoclastia o burla en esta empresa est¨¢ equivocado, e incluso dir¨ªa que se trata de una actividad altamente did¨¢ctica que promueve el inter¨¦s por la m¨²sica culta entre los j¨®venes. Y, por otra parte, como se?alaba Brian Eno en el programa distribuido a la entrada del concierto, la principal caracter¨ªstica de esta orquesta estriba en ? el deseo com¨²n a todos sus miembros de interpretar las partituras tan fielmente como sea posible?. Las incidencias del azar y de la propia situaci¨®n creada por la diversa pericia de los m¨²sicos no niegan, sino que afirman, ese deseo de fidelidad.
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