Euskadi: luz al final del t¨²nel
RESPECTO A algunas dolorosas peculiaridades de la pol¨ªtica vasca comienza a verse la luz del final del t¨²nel. El a?o que acab¨® ha deparado un notable esfuerzo de los Gobiernos vasco y espa?ol por desencallar los conciertos econ¨®micos y otras transferencias, como las educativas o policiales. En este aceler¨®n final de unas negociaciones entre Madrid y Vitoria, que ya ten¨ªan todas las trazas de un di¨¢logo de sordos o de un conflicto en v¨ªas de pudrimiento, debe haber influido positivamente el viaje del presidente Su¨¢rez a Euskadi. Un viaje tenso, un punto amargo para Su¨¢rez ante el boicoteo a su visita de los municipios peneuvistas, pero en el que el presidente habl¨® poco y escuch¨® mucho y, sin duda, extrajo oportunas ense?anzas.Pocos d¨ªas antes de aquel viaje, el presidente Su¨¢rez, en la ultima conferencia de Prensa que dio en Sevilla, adoptaba una postura pol¨ªtica casi intransigente ante las negociaciones con Euskadi. Vino a afirmar entonces que si llegaran a romperse las negociaciones auton¨®micas con el Gobierno vasco, el Gobierno del Estado explicar¨ªa a la opini¨®n p¨²blica los razonamientos de cada parte para que el pa¨ªs pudiera juzgar de qu¨¦ lado se decantaba la intransigencia. Sin embargo, durante su posterior visita a Euskadi, el propio Su¨¢rez desbloqueaba las negociaciones sobre la polic¨ªa aut¨®noma, y antes de un mes se aprobaba el proyecto de ley que regular¨¢ hasta el a?o 2001 el concierto econ¨®mico entre la Hacienda estatal y la del Pa¨ªs Vasco.
Al margen del contacto directo del presidente Su¨¢rez con los representantes pol¨ªticos del pueblo vasco, otros factores habr¨¢n pesado en este repentino y beneficioso entendimiento entre Madrid y Vitoria. Uno, y no peque?o, residir¨ªa en la necesidad del presidente del Gobierno -en tanto jefe de filas de s a partido- de acumular el mayor monto posible de ¨¦xitos pol¨ªticos con los que presentarse ante el II Congreso de UCD en ciernes. No obstante, en la negociaci¨®n econ¨®mica con Euskadi no se debe hablar de vencedores o vencidos, como ha matizado el ministro de Hacienda, sino de un acuerdo justo que, adem¨¢s de reparar un error o agravio hist¨®rico, respeta la foralidad, la solidaridad y la armon¨ªa entre un Estado central y un Gobierno auton¨®mico. Adem¨¢s: bien est¨¢ lo que bien acaba.
Otros signos positivos se advierten en el seno de la sociedad vasca. As¨ª la ?carta abierta a todos los que matan?, suscrita por un grupo de profesionales vizca¨ªnos, que enlaza con el documento de los 33 intelectuales vascos contra la violencia. Son iniciativas importantes, de alto significado, que acaso no tengan por parte de los medios de comunicaci¨®n el tratamiento o el comentario que merecen. Indican, por lo pronto, que est¨¢ girando la bisagra del entendimiento del pueblo vasco o residente en Euskadi sobre la fuerza bruta como arma pol¨ªtica.
Consta que algunos destacados pol¨ªticos vascos han estudiado el movimiento israel¨ª por la paz, promovido por intelectuales y profesionales, y que intenta llevar al ¨¢nimo de los ?halcones? israel¨ªes o ¨¢rabes la evidencia de que en una interminable sucesi¨®n de guerras y destrucciones no se encontrar¨¢ soluci¨®n alguna para ninguna de las partes. El terror, la violencia como ingrediente de la vida cotidiana, agotan antes de lo que se supone -de lo que suponen los partidarios de las acciones violentas- la capacidad de resistencia psicol¨®gica de una sociedad. Y la sociedad vascongada, que padece inusitados niveles de violencia desde antes de 1975, empieza a declinar hacia, ese hast¨ªo del terror.
Y precisamente en el exacto momento hist¨®rico en que fuerzas pol¨ªticas vascas entienden sin compartir la violencia etarra y buscan la oportunidad para apearse del tren del terrorismo se dan argumentos de brutalidad que pueden llegar a contrapresar una brutalidad de otro signo. La violencia siempre es un¨ªvoca y no admite justificaci¨®n de parte. S¨®lo la mera sospecha -y puede haber m¨¢s que sospechas- de que el asesinato en Biarritz del dirigente etarra Sagard¨ªa puede ser obra de mercenarios a sueldo de alg¨²n servicio ?paralelo? espa?ol, m¨¢s o menos controlado, echar¨ªa por tierra este espont¨¢neo movimiento contra la violencia que se advierte en la sociedad vasca.
El Estado debe procurar con exquisito cuidado que el terror sea exclusivo de los terroristas de ETA. Este Estado democr¨¢tico ha renunciado constitucionalmente a la pena de muerte y se subroga en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos del Hombre. Este es el momento de cargarse de raz¨®n y de que todos los espa?oles a¨ªslen con claridad los focos terroristas. El menor atisbo de ?guerra sucia? o de acciones toleradas de venganza contra los terroristas puede dar al traste en el Pa¨ªs Vasco con todo lo conseguido -en los terrenos pol¨ªtico y psicol¨®gico- en los ¨²ltimos meses del pasado a?o.
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