Oficiales alemanes, en el entierro de Doenitz, sucesor de Hitler
Los restos mortales del sexto ?gran almirante?, Karl Doenitz, recibieron ayer sepultura en el pueblecito le Aumuehle, cercano a Hamburgo, donde el sucedor de Adolf Hitler durante veintitr¨¦s d¨ªas vivi¨® desde 1951, hasta la Nochebuena pasada, en que falleci¨® a los 89 a?os. Cerca de 5.000 personas asistieron a los funerales.El discutido papel del ?gran almirante? durante el per¨ªodo nazi ha tenido reflejos incluso el d¨ªa de su entierro. El Gobierno federal, a trav¨¦s del Ministerio de Defensa, imparti¨® la orden de que en el caso de que oficiales de la Bundeswehr (Ej¨¦rcito alem¨¢n) quisieran asistir al sepelio deber¨ªan abstenerse de vestir uniformes militares. Con ello se ha tratado de evitar cualquier signo externo que pudiese interpretar se como honores oficiales.
De paisano, pero compartiendo la admiraci¨®n por el almirante que puso en marcha el arma submarina del Tercer Reich, han asistido a los funerales al lado de oficiales alemanes otros llegados de antiguos pa¨ªses enemigos, como Gran Breta?a y Francia. La televisi¨®n alemana ofreci¨® la v¨ªspera un amplio y no anunciado reportaje sobre la vida de Doenitz evitando al m¨¢ximo subrayar sus relaciones con Hitler, que al final de su vida demostr¨® no confiar m¨¢s que en su gran almirante.
Entre los 27.494 alemanes que murieron en la segunda guerra, atrapados en el interior de los submarinos del Reich, perecieron tambi¨¦n los dos hijos del ?gran almirante?. Doenitz fue implacable con el enemigo: al final de la guerra dio la orden de que los buques alemanes no salvasen a ning¨²n marino enemigo, lo que le cost¨® diez a?os de c¨¢rcel en la fortaleza berlinesa de Spandau, en virtud de una sentencia dictada en Nuremberg. La animadversi¨®n de los aliados contra el almirante diab¨®lico? no fue obst¨¢culo para que, treinta a?os despu¨¦s de la rendici¨®n, 254 altos oficiales de los pa¨ªses enemigos publicasen un libro conjunto para expresar su admiraci¨®n a Doenitz como soldado y hombre.
Los alemanes alegan que gracias a su contundente intervenci¨®n tras el suicidio de Hitler se logr¨® la ?recuperaci¨®n? de los millones de alemanes de los territorios luego ocupados por el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico. Pero los alemanes recuerdan tambi¨¦n que Doenitz practic¨® una verdadera depuraci¨®n entre la oficialidad afecta a su predecesor, el almirante Raeder, que dimiti¨® de su cargo por diferencias con Adolf Hitler. Doenitz, ?gran militar que tuvo que servir a un mal se?or?, seg¨²n sele ha disculpado estos d¨ªas posteriores a su fallecimiento, trat¨® de distinguir durante su carrera militar entre el dictado pol¨ªtico y la funci¨®n del soldado, aunque no rechaz¨® en ning¨²n momento la simbolog¨ªa nazi ni opt¨® por la dimisi¨®n cuando los tribunales del Reich comenzaron a dictar penas de muerte contra altos oficiales opuestos al r¨¦gimen.
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