Por la renovaci¨®n del Partido Comunista de Espa?a
Desde hace casi tres meses est¨¢ abierto el debate en el PCE sobre los objetivos del X Congreso del partido, que se celebrar¨¢ en julio de 1981. La discusi¨®n ya iniciada empezaba a transcurrir en t¨¦rminos bastante claros con el planteamiento, desde diversos ¨¢ngulos, de la plena renovaci¨®n del partido, frente a la posici¨®n de continuar b¨¢sicamente en la misma l¨ªnea anterior, de fuerte concentraci¨®n de poder en unas estructuras de organizaci¨®n que no se adaptaron a las nuevas necesidades y aspiraciones de los trabajadores, de las clases populares y que han llevado a muchos (anticipando sus deseos a la realidad potencial) a hablar de que el PCE ha tocado techo.Ahora, tras los recientes y conocidos resultados del V Congreso del PSUC, el debate de cara al X Congreso del PCE puede pretender transformarse en dial¨¦ctica cerrada; de hecho, con una ¨²nica y falsa disyuntiva: eurocomunismo o prosovietismo. La consecuencia inmediata ser¨ªa un llamamiento a ?cerrar filas?, en base a la idea de la prioridad del eurocomunismo, sin que ¨¦ste se haya esbozado suficientemente, sin una valoraci¨®n cr¨ªtica de las experiencias habidas y, sobre todo, relegando de forma m¨¢s o menos sutil la cuesti¨®n capital de la democratizaci¨®n y renovaci¨®n del partido. Creo que ser¨ªa muy sano y conveniente, para todos los comunistas, y para la misma democracia espa?ola, evitar esa actitud de simplificaci¨®n y a la vez de confusi¨®n.
No cabe, desde luego, minimizar los peligros que para las ideas de socialismo en libertad y para la independencia de los comunistas de toda Espa?a puedan significar determinadas resoluciones del V Congreso del PSUC. Pero me parece que para combatir esos peligros ser¨ªa lamentable caer ahora en una especie de ?santa cruzada? que pudiera oscurecer la realidad de los problemas con que hoy se enfrenta el PCE, lo cual equivaldr¨ªa a no querer darles soluci¨®n.
A lo largo de 1981 va a haber -ya ha comenzado- toda una secuencia de congresos de los m¨¢s diversos partidos. En esa perspectiva de encuentros pol¨ªticos que van a incidir en las nuevas estrategias para consolidar la democracia, y con la vista puesta en el horizonte 83, ser¨ªa un error iniciar el X Congreso del PCE desde un pretendido dilema de enfrentar el eurocomunismo sin renovaci¨®n frente al prosovietismo. Ese dilema, a mi juicio, no existe; porque la inmensa mayor¨ªa de los militantes comunistas tenemos claro que en Espa?a no se puede ser otra cosa que eurocomunistas y renovadores; es decir, estar por la b¨²squeda de una v¨ªa espa?ola al socialismo en un contexto constitucional de libertades p¨²blicas, de derechos sociales y humanos, y de pluripartidismo. Pero todo ello sin olvidar que, inexorablemente, la democracia debe llegar en el interior del partido a todos sus ¨®rganos y actividades, con el pleno respeto garantizado de las posiciones minoritarias.
Frente a la renovaci¨®n, las consecuencias de ?cerrar filas? no ser¨ªa otra, a la postre, que mantener y agravar a¨²n m¨¢s las tendencias olig¨¢rquicas y de ineficiencia que, al disminuir la vida pol¨ªtica de los comunistas, son precisamente las que crean las condiciones m¨¢s propicias para el des¨¢nimo: haciendo caer la militancia, posibilitando al final -como en cierto modo puede haber sucedido en el PSUC- que una cierta minor¨ªa gane una influencia dentro del partido muy superior a lo que representa respecto de una base electoral que a la hora de elegirse los delegados al congreso opt¨® en muy buena parte por el abstencionismo.
El mejor ant¨ªdoto contra cualquier prosovietismo, prochinismo, etc¨¦tera, no es otro que democratizar, descentralizar, organizar mejor el PCE. Para enraizarlo a fondo en nuestra sociedad, para hacer que en ¨¦l se sientan rellejados los intereses de una proporci¨®n creciente de trabajadores espa?oles, o de simples, dignos y muy atendibles anhelos populares de buen gobierno. Y esto significa llevar al eurocomunismo hasta sus ¨²ltimas consecuencias en la lucha contra
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una serie de situaciones concretas que hoy se dan en el PCE. Poniendo fin a la burocratizaci¨®n mediocrizante, creando una malla de aut¨¦nticas corresponsabilidades, acabando con concepciones patrimoniales del partido, para evitar cualquier veleidad de marca de uso vitalicio. Como igualmente es preciso asumir plenamente la Constituci¨®n, no cayendo en tesis estereotipadas, y muy poco democr¨¢ticas, de que se trata de una Constituci¨®n burguesa. No olvidemos, por favor, que ¨¦sa es una Constituci¨®n que nosotros los comunistas apoyamos con entusiasmo, a pesar de las cr¨ªticas de detalle que pudi¨¦ramos hacer.
Asimismo, la renovaci¨®n que los eurocomunistas todos hemos de planteamos ha de poner t¨¦rmino a los viejos m¨¦todos de trabajo, a¨²n impregnados de h¨¢bitos de la clandestinidad, de no pocas inercias hist¨®ricas, y de menosprecio, en ocasiones, de movimientos, populares de inter¨¦s y de conocimientos t¨¦cnicos fundamentales a tener en cuenta en nuestra sociedad. O se camina hacia una mayor eficiencia, con mayor formaci¨®n y m¨¢s capacidad de irradiaci¨®n de todos los comunistas en todos los ¨¢mbitos en el Parlamento, en los ¨®rganos auton¨®micos, en los ayuntamientos, en el sindicalismo, etc¨¦tera-, o el proceso de de clive del partido ser¨ªa inevitable. Estamos a tiempo de cambiar, pero el plazo no es indefinido. En mi opini¨®n, ya lo he dicho en otras ocasiones, hay que introducir tambi¨¦n en el PCE -y en la sociedad espa?ola en su conjunto-, de forma expl¨ªcita y renovada, los valores de regeneracionismo ¨¦tico, pol¨ªtico y cultural, que tan importantes muestras tiene en una parte de nuestro pasado hist¨®rico. De cara a los problemas con que se enfrenta nuestra sociedad, hay que relanzar ese regeneracionsimo contra las viejas pr¨¢cticas del caciquismo que perviven por doquier con nuevas formas, contra el comportamiento de toda una serie de gremialismos y corporativismos que implican un abandono real de cualquier actitud solidaria, incluso en ¨¢reas sociales en que dif¨ªcilmente podr¨ªan haberse concebido hace no tanto tiempo. S¨®lo as¨ª los comunistas espa?oles podremos plantear que se ponga fin al fatalismo de la derecha, que pretende convencernos de que con la democracia todo va a seguir m¨¢s o menos igual que hasta ahora.
En suma, es indispensable abrir, de cara al d¨¦cimo congreso, una discusi¨®n profunda sobre los problemas concretos de la generalidad de nuestra vida pol¨ªtica, no solamente sobre temas internacionales y cuestiones ideol¨®gicas. Debemos poner en, un primer plano la preocupaci¨®n por la transformaci¨®n de la sociedad espa?ola, del camino a seguir si verdaderamente queremos salir de las inercias que nos sit¨²an hoy en la regresi¨®n de la crisis econ¨®mica, del paro, del terrorismo y de un Estado de las autonom¨ªas de perspectivas rodeadas de toda suerte de incertidumbres.
Ese programa de transformaciones pasa por temas espec¨ªficos, sin perder la visi¨®n de globalidad: la reforma agraria en extensas zonas de Espa?a para lograr una agricultura moderna y capaz; la reconstrucci¨®n del sistema de empresas p¨²blicas, para que ¨¦stas sean piezas esenciales de un sector p¨²blico transformador; la mayor atenci¨®n al escenario del sistema productivo, para evitar que sigamos en la pendiente de un medio ambiente que se deteriora d¨ªa a d¨ªa en medio de toda clase de mixtificaciones y paradojas saudoecol¨®gicas por parte del Estado; la cr¨ªtica del proceso ya actual de desindustrializaci¨®n de Espa?a, que est¨¢ en camino de convertirnos en un pa¨ªs en v¨ªas de subdesarrollo. Como tambi¨¦n el PCE debe levantar de forma decidida la bandera de la planificaci¨®n democr¨¢tica -prevista en nuestra Constituci¨®n- frente al derroche vergonzante de la actual pol¨ªtica econ¨®mica y social, que es t¨¦cnicamente poco imaginativa, socialmente reaccionaria, que estrat¨¦gicamente conduce a una mayor dependencia y cuyos objetivos ¨²ltimos para la derecha est¨¢n en la entrada en la OTAN, aceptando los t¨¦rminos de un imperialismo m¨¢s sutil que el de anta?o, pero no por ello menos determinante de un futuro que no podemos enajenar.
Y para lograr todo eso, para contribuir a todo eso, el PCE debe transformarse, hacerse m¨¢s democr¨¢tico en sus sistemas representativos y de decisi¨®n, alej¨¢ndose definitivamente los carismas, de las mayor¨ªas m¨¢s o menos mec¨¢nicas, que tienen su origen en sistemas de cooptaci¨®n ya absolutamente periclitados. Adem¨¢s, hemos de dar nueva vida a las antiguas agrupaciones de los centros de trabajo, de t¨¦cnicos, de profesionales, y crear para el conjunto del partido una estructura de car¨¢cter federal que asegure la personalidad propia de las diferentes organizaciones territoriales en convivencia con una buena coordinaci¨®n del trabajo.
Todos esos cambios importantes son los que pueden dar la idea real a la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles que nos contemplan de que el PCE se renueva, que se pone a punto. Es la ¨²nica forma, por lo dem¨¢s, de recuperar a la mayor¨ªa de los antiguos camaradas, de reclutar en la senda de una esperanza reconstruida nuevas fuerzas entre la juventud, entre las mujeres, y dentro de lo que ahora es el espacio potencialmente m¨¢s fuerte de las fuerzas del progreso en Espa?a, el enorme territorio, pol¨ªticamente decepcionado, del abstencionismo.
El PCE, en su renovaci¨®n, debe dejar claro que un partido pol¨ªtico -incluso el comunista- es un medio de lucha pol¨ªtica y no un fin en s¨ª mismo. Todo el mundo debe quedar convencido de que no se trata de mantener unos ciertos poderes por unos ciertos dirigentes en el recinto de una estructura pol¨ªtica herm¨¦tica, que por ello mismo podr¨ªa verse reducida a dimensiones cada vez menores y de incidencia cada vez menos operante. Por el contrario, el PCE debe ser un inmenso lugar de encuentro para trabajar y hacer pol¨ªtica. Cada miembro del PCE -y esa es labor de la organizaci¨®n- debe tener una participaci¨®n efectiva, su propio proyecto de realizaci¨®n personal efectiva dentro de una perspectiva global, dentro del proyecto general de cambiar la sociedad y democratizar el Estado para lograr una vida cotidiana cada vez m¨¢s completa de posibilidades de trabajo, de cultura, de fraternidad.
Estamos ante la opci¨®n hist¨®rica de recuperar y engrandecer nuestra fuerza en una importante palanca de transformaci¨®n de la sociedad espa?ola, en la v¨ªa de la democratizaci¨®n, de la modernizaci¨®n, del trabajo, de la convivencia. Para promover la unidad de la izquierda con los socialistas y todas las dem¨¢s fuerzas de progreso. Y ese c¨²mulo de objetivos no ser¨¢ posible sino con la plena democratizaci¨®n y renovaci¨®n del PCE, de forma que su imagen y su realidad interna lleguen a ser plenamente coherentes con los prop¨®sitos de un socialismo en libertad al nivel de nuestro tiempo.
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