Organizar el pasado
En una de sus muchas obras de divulgaci¨®n, Progreso y arqueolog¨ªa, el profesor Gordon Childe comenzaba diciendo: ?Desenterrar el pasado es no s¨®lo un excitante pasatiempo, sino tambi¨¦n una ciencia seria, de modo que muchos son los que desean saber en qu¨¦ consiste este asunto?. El inter¨¦s por la arqueolog¨ªa, que es, en efecto, com¨²n a muchas personas, tambi¨¦n ha llegado a nuestro pa¨ªs siguiendo caminos bien distintos; algunos, lesivos para nuestro patrimonio art¨ªstico y producidos por la especulaci¨®n ilegal de antig¨¹edades, y otros, m¨¢s positivos, provocados por el inteligente y razonable af¨¢n de conocer la historia m¨¢s antigua del hombre.La arqueolog¨ªa ha pasado as¨ª de ser una ciencia practicada por unos cuantos especialista inmersos en su mundo particular y cada vez m¨¢s tecnificado, a convertirse en un fen¨®meno social, que llega incluso a arrastrar a cientos de personas preocupadas y admiradas ante los descubrimientos que se van sucediendo y la ampliaci¨®n de horizontes hist¨®ricos motivada por sus trabajos.
Porque, sin duda, es el descubrimiento espectacular el que provoca mayores concentraciones en torno a un yacimiento arqueol¨®gico. Un arque¨®logo puede pasar muchos a?os, incluso toda una vida profesional, realizando una paciente labor que, al final, queda reflejada en sus escritos y quiz¨¢ modifica el conocimiento hist¨®rico de una regi¨®n o pa¨ªs, pero que puede pasar inadvertida para la mayor¨ªa de sus habitantes. Sin embargo, la fortuna, a veces buscada con tes¨®n y otras producto de la casualidad m¨¢s aleatoria, es la que un d¨ªa coloca ante nuestros ojos la pieza excepcional que causa admiraci¨®n de la gente y salta a los medios de informaci¨®n.
Separados por pocos kil¨®metros, dos hallazgos de este ¨²ltimo verano, dentro de la provincia de C¨¢diz, son testimonio elocuente. Una pala mec¨¢nica, en un caso sac¨® a la luz un bello sarc¨®fago p¨²nico, hecho en m¨¢rmol, que los gaditanos en seguida hicieron suyo y bautizaron con el nombre de Dama de C¨¢diz. Junto a Tarifa, en la ciudad de Baelo Claudia el rev¨¦s de la moneda lo constituy¨® la aparici¨®n de una monu
mental estatua del emperador Trajano, en un yacimiento donde hace m¨¢s de veinte a?os que una misi¨®n arqueol¨®gica francesa trabaja continuadamente rescatando un singular conjunto urbano romano.
Tambi¨¦n hay un punto de vista negativo. La afici¨®n a la arqueolog¨ªa provoca en algunas personas una muy peculiar visi¨®n de lo que es una excavaci¨®n arqueol¨®gica y, sin los medios precisos y los conocimientos adecuados, se lanzan sobre un yacimiento arqueol¨®gico atac¨¢ndolo con tanta ilusi¨®n como alevos¨ªa Una acci¨®n as¨ª es posible que tenga como fruto la recuperaci¨®n de alguna pieza de cierto inter¨¦s pero es m¨¢s seguro que destruye un testimonio de nuestro pasado hist¨®rico que ya nunca m¨¢s podr¨¢ ser estudiado adecuadamente. La legislaci¨®n espa?ola persigue este tipo de acciones pero no cabe duda que s¨®lo nos libraremos de ellas cuando todos los ciudadanos consideren que los restos arqueol¨®gicos son patrimonio de todo el pueblo.
Admiraci¨®n popular
Yo r¨ªo s¨¦ si quienes tenemos circunstancialmente la obligaci¨®n de defender el patrimonio hist¨®rico espa?ol hemos contribuido a mejorar su imagen y hacer llegar a un sector cada vez m¨¢s amplio de poblaci¨®n la preocupaci¨®n que todos los d¨ªas tenemos, y tambi¨¦n las satisfacciones que, a veces, nos compensan. Es trabajo ingrato, que se vuelve incluso impopular cuando el inter¨¦s de la comunidad, parad¨®jicamente, entra en conflicto con los leg¨ªtimos derechos individuales. S¨ª hemos multiplicado esfuerzos para que la informaci¨®n sobre todas estas cosas alcance cada d¨ªa a m¨¢s personas. Porque creemos que, si hay informaci¨®n, se aumenta el respeto por los testimonios del pasado, y tras el respeto viene la admiraci¨®n y el disfrute de tantos monumentos olvidados o, lo que es a¨²n peor, maltratados por el abandono y la ignorancia.
La arqueolog¨ªa, en palabras de Woodbury, es objeto de un enorme inter¨¦s popular, aunque muy a menudo de car¨¢cter superficial y sensacionalista. Los grandes descubrimientos, el todav¨ªa reciente, por ejemplo, de la tumba de Filipo, o las complejas operaciones internacionales de salvam¨¦nto, como fue el caso de Egipto ante las obras hidr¨¢ulicas realizadas en el curso del Nilo, consiguen despertar la atenci¨®n mundial. Y lo mismo las espectaculares exposiciones que recorren los grandes museos mostrando tal o cual aspecto de la antig¨¹edad. Su aceptaci¨®n social debe servirnos para hacer comprender a muchas personas el respeto hacia los restos pasados a la vez que se fomenta el conocimiento de otras gentes que desarrollaron formas de vida muy alejadas de las actuales, pero que constituyen testimonio indeleble de la evoluci¨®n de la Tierra desde el origen del hombre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.