Es imposible hacer una predicci¨®n meteorol¨®gica precisa a m¨¢s de tres d¨ªas vista
A finales de agosto se registraron en muchas regiones espa?olas las temperaturas m¨¢s altas del siglo, con ocasi¨®n de la famosa calima, cuyo origen sigue siendo motivo de pol¨¦mica en los medios cient¨ªficos. Posteriormente, en diciembre, se han batido dos r¨¦cords m¨¢s en lo que va de siglo: las m¨¢s bajas temperaturas en los cuatro primeros d¨ªas del mes y la mayor sequ¨ªa nunca registrada en un mes de diciembre. Paralelamente a estas efem¨¦rides, la opini¨®n p¨²blica se ve informativamente bombardeada con noticias sobre sequ¨ªa, contaminaci¨®n, olas de fr¨ªo que paralizan a media Espa?a... Sin lugar a dudas, una vez m¨¢s, el tiempo es noticia.
La mayor parte de los espa?oles conocen de la meteorolog¨ªa aquello que los hombres del tiempo, sobre todo televisivos, pero tambi¨¦n en la radio y en la Prensa escrita, muestran en su diaria labor. No es poco, pero es insuficiente. Esa visi¨®n que se ofrece del estado actual de la ciencia del tiempo en nuestro pa¨ªses, l¨®gicamente, incompleta, y en muchos casos produce contradicciones en el ciudadano medio.Afirmaciones de que en el extranjero las predicciones son mucho m¨¢s precisas, los medios mucho m¨¢s sofisticados y el personal humano mucho m¨¢s preparado se oyen constantemente en la calle y en las casas, en general con escaso apoyo argumental, aunque no hay duda de que tal sentimiento est¨¢ muy extendido en nuestro pa¨ªs. Quiz¨¢ porque no estamos acostumbrados a que Espa?a despunte en actividad cient¨ªfica alguna, aunque tengamos sabios de categor¨ªa mundial en casi todas las especialidades.
La meteorolog¨ªa en Espa?a, en Estados Unidos o en China, es una ciencia que requiere una muy estrecha colaboraci¨®n entre todos sus elementos, colaboraci¨®n no s¨®lo imprescindible a nivel nacional sino, sobre todo, internacionalmente. No hay que olvidar que el tiempo no conoce fronteras.
Esta colaboraci¨®n exige un sistema de comunicaciones r¨¢pido, seguro y eficaz, que s¨®lo ha sido posible en las ¨²ltimas d¨¦cadas. La revoluci¨®n de la electr¨®nica ha permitido recientemente avances espectaculares, fundamentalmente en el campo de los ordenadores electr¨®nicos y en el de los sat¨¦lites artificiales. Otros avances tecnol¨®gicos, como la utilizaci¨®n del l¨¢ser, mejorar¨¢n a¨²n m¨¢s la ya revolucionaria situaci¨®n de las comunicaciones meteorol¨®gicas.
El gran problema que se le plantea a la ciencia del tiempo en todo el mundo es el del conocimiento de la atm¨®sfera. No es posible predecir correctamente si el an¨¢lisis de la situaci¨®n actual no es completo. Por ello, muchos esfuerzos tienden a mejorar la observaci¨®n de los fen¨®menos meteorol¨®gicos, no s¨®lo en la superficie de la tierra o de los mares, sino tambi¨¦n en altura, ya que la atm¨®sfera es tridimensional.
Por otra parte, la capacidad de c¨¢lculo de los modernos ordenadores permite resolver ecuaciones matem¨¢ticas sumamente complejas, en las que la variable tiempo (cronol¨®gico) puede ofrecernos predicciones para un futuro m¨¢s o menos pr¨®ximo.
En todo caso, parece esencial comprender la necesidad absoluta de colaboraci¨®n internacional: sin el intercambio, lo m¨¢s r¨¢pido posible, de los datos actuales en toda la zona del planeta que rodea a Espa?a, los meteor¨®logos espa?oles no podr¨¢n realizar su trabajo. Y lo mismo ocurre, inversamente, con los meteor¨®logos franceses, que necesitan perentoriamente los datos espa?oles para elaborar sus mapas.
Aunque los sat¨¦lites y los mejores ordenadores sean rusos o americanos, toda la informaci¨®n, en bruto o elaborada, que poseen estos pa¨ªses es compartida, casi simult¨¢neamente, por el resto del mundo meteorol¨®gico. Por incre¨ªble que esto pueda parecer en el insolidario mundo de hoy.
Meteorolog¨ªa oficial
Si el intercambio de informaci¨®n meteorol¨®gica es pr¨¢cticamente general en el mundo, en cambio, los medios con los que cuentan los distintos pa¨ªses para sondear la porci¨®n de atm¨®sfera que les corresponde son extraordinariamente variables.Espa?a no es, en este campo, un pa¨ªs privilegiado, ni mucho menos. El hecho de haber pasado la meteorolog¨ªa oficial durante cuarenta a?os bajo la ¨¦gida de la aeron¨¢utica, dentro de un ministerio militar, el del Aire, favoreci¨® extraordinariamente el desarrollo de la meteorolog¨ªa aplicada a la aviaci¨®n, tanto civil como militar, pero dej¨®, sin lugar a dudas, muy empobrecidos otros sectores de actividad, como la agricultura, la hidrolog¨ªa, el turismo o el medio ambiente, por citar s¨®lo algunos de los m¨¢s conflictivos.
Lo cierto es que la dotaci¨®n presupuestaria del INM es claramente insuficiente para cumplir m¨ªnimamente los objetivos que se le encomiendan. Un presupuesto de algo m¨¢s de mil millones de pesetas, para un organismo que agrupa a un n¨²mero de funcionarios altamente especializados que supera las mil personas, y con un equipamiento que debe ser renovado constantemente, y que cada vez muestra m¨¢s sofisticaci¨®n, es totalmente insuficiente. Basta con se?alar que para investigaci¨®n se destinan este a?o tan s¨®lo dos millones y medio de pesetas, cantidad rid¨ªcula si se quiere de verdad investigar. Incluso para renovaci¨®n de equipos y equipamiento en general la cantidad es igualmente paup¨¦rrima: unos 35 millones de pesetas.
Un simple detalle: la red pluviom¨¦trica, que en Espa?a cubre unos 7.000 observatorios, que s¨®lo miden variables relacionadas con la precipitaci¨®n, est¨¢ en su inmensa mayor parte en manos de voluntarios que no perciben cantidad alguna, generalmente curas de pueblo y maestros rurales.
Las repercusiones que esta situaci¨®n puede tener sobre la actividad diaria de todo el servicio meteorol¨®gico de un pa¨ªs son m¨ªnimas, desde luego. Porque con los datos, absolutamente fiables desde todos los puntos de vista, del centenar escaso de estaciones meteorol¨®gicas completas, a cargo de funcionarios especialistas del INM, sobra y basta en general para la elaboraci¨®n de los mapas y para el intercambio de informaci¨®n t¨¦cnica con otros pa¨ªses.
Los funcionarios especializados del INM deben suplir con su capacidad profesional y su dedicaci¨®n laboral lo que la insuficiencia de medios no es capaz de darles. Y el trabajo, en tales condiciones ni es grato ni puede ser todo lo eficaz que debiera; especialmente en un pa¨ªs, como Espa?a, con una orograf¨ªa variopinta, que origina miles de microclimas en extensiones de terreno relativamente reducidas.
La meteorolog¨ªa, por su rendimiento econ¨®mico, que llega a cifrarse en proporciones de uno a veinte en la relaci¨®n coste-beneficio, y por su utilidad social, que va mucho m¨¢s all¨¢ de la mera an¨¦cdota del hombre del tiempo, se merece una mayor atenci¨®n presupuestaria.
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