Su¨¢rez y el otro
LOS HAGI?GRAFOS de Adolfo Su¨¢rez suelen compararle con un veterano boxeador que aguanta contra las cuerdas el castigo de su adversario para confiarle y conseguir luego, con un golpe de sorpresa, ponerle fuera de combate. El desarrollo del precongreso de UCD, caracterizado hasta ayer por la locuacidad del sector cr¨ªtico y el silencio de Su¨¢rez, tal vez contribuya a alimentar esa leyenda. Las declaraciones del presidente de UCD a la agencia Efe encajan en esa met¨¢fora -elevada a categor¨ªa de mito por los leales del presidente- del veterano fajador.Como ya se?alamos (EL PA?S, 18-1-1981), el sector cr¨ªtico de UCD, hegemonizado por la fracci¨®n democristiana y sensible a las reivindicaciones de los sectores e instituciones neoconfesionales y conservadores de la sociedad espa?ola, se propone alterar la actual l¨ªnea pol¨ªtica del Gobierno y el partido mediante el desplazamiento o condicionamiento de Adolfo Su¨¢rez como presidente y la laminaci¨®n de la corriente llamada socialdem¨®crata antes de las elecciones de 1983. El procedimiento elegido ha sido subrayar las evidentes malformaciones burocr¨¢ticas de UCD y proponer la democratizaci¨®n interna del partido, prop¨®sito loable en s¨ª mismo, pero presumiblemente vinculado en la estrategia del sector cr¨ªtico al ¨¦xito de su operaci¨®n. Porque si esa corriente acept¨® de todo coraz¨®n el desembarco de Su¨¢rez en el Centro Democr¨¢tico en v¨ªsperas de las elecciones de 1977, acat¨® el llamado decreto de unificaci¨®n de UCD a finales de ese mismo a?o y aclam¨® la apoteosis suarista en el I Congreso centrista de 1978, hay algunas razones para sospechar que los actuales arrebatos democratizadores de los cr¨ªticos, que se hallan en funci¨®n de su operaci¨®n pol¨ªtica de abordaje del poder, quiz¨¢ sean menos duraderos de lo que proclaman.
El intento del sector cr¨ªtico de descalificar por su pasado autoritario a los l¨ªderes adversarios y de revalorizar a sus propios l¨ªderes en funci¨®n de m¨¦ritos democr¨¢ticos anteriores es un juego casi infantil. Dentro del sector contestatario hay personas -como Oscar Alzaga- que pueden mostrar una ejecutoria liberal y antifranquista tan consistente como la que exhiben algunos de sus actuales adversarios. Pero en ambos grupos estos antiguos miembros de la oposici¨®n democr¨¢tica tienen que coexistir con correligionarios que lucen sus actuales entorchados gracias a la carrera pol¨ªtica que comenzaron bajo el anterior r¨¦gimen. Adolfo Su¨¢rez y Landelino Lavilla pertenecen a distintas tribus y ofrecen perfiles muy diferentes como hombres p¨²blicos, pero tienen en com¨²n que ambos iniciaron su carrera pol¨ªtica bajo el franquismo y que, desde junio de 1976, el primero como presidente del Gobierno y el segundo como ministro de Justicia y presidente del Congreso, han marchado por la misma senda.
Que la propuesta de democratizaci¨®n interna de UCD es concebida por el sector cr¨ªtico como un proyecto de alteraci¨®n de la l¨ªnea pol¨ªtica del centrismo est¨¢, por lo dem¨¢s, inteligentemente expuesto en la articulada conferencia-manifiesto que el portavoz, parlamentario Miguel Herrero pronunci¨® el mismo d¨ªa de las declaraciones de Su¨¢rez. El portavoz, despu¨¦s de hacer una curiosa interpretaci¨®n retrospectiva de los motivos que llevaron al extinto Centro Democr¨¢tico a subirse al carro electoral de Su¨¢rez, en las elecciones de junio de 1977 (esos grupos ?cerraron filas abnegadamente en torno al Gobierno?), se?ala que problemas como ?la colegiaci¨®n del poder? y la ?representaci¨®n proporcional para elegir el comit¨¦ ejecutivo? adquieren ?una especial¨ªsima importancia?, porque a ?trav¨¦s de esta clase pol¨ªtica renovada el electo rado de UCD y las fuerzas sociales que los articulan? podr¨¢n sentirse integrados en el partido centrista. ?Por que?, dice Miguel Herrero, ?si sostenemos la necesidad de democratizar UCD es para insertarla, de verdad, en la sociedad a la que debe servir?. Ese horizonte de depen dencias est¨¢ compuesto por esas ?asociaciones familiares, profesionales y econ¨®micas? a las que el partido centrista ?no puede vivir ajeno?, ya que ?defienden unos leg¨ªtimos intereses y profesan, no ya unas ideas, sino unas creencias coincidentes con el estilo de vida? que el sector cr¨ªtico quiere impulsar. ?Hace falta mucha malicia para sospechar que temas como la financiaci¨®n de los colegios religiosos, el divorcio, las incompatibilidades de pol¨ªticos y funcionarios o las universidades de la Iglesia se hallan en el n¨²cleo de estos leg¨ªtimos intereses y de esas creencias? ?Y no resulta un sarcasmo o una broma de mal gusto que Miguel Herrero rotule esa vieja mercanc¨ªa con la marca, del regeneracionismo?
En cualquier caso, Adolfo Su¨¢rez, al recuperar la iniciativa pol¨¦mica se propone, al parecer, arrebatar al sector cr¨ªtico las banderas de la democratizaci¨®n interna del centrismo y convertirse en el promotor de f¨®rmulas de elecci¨®n de los ¨®rganos supremos de UCD que aten¨²en el recio caudillismo que los delegados del I Congreso centrista -incluida la inmensa mayor¨ªa de los ahora contestatarios- aclamaron hace dos a?os. La postura de vincular la candidatura a la presidencia con la candidatura al comit¨¦ ejecutivo del partido aleja la perspectiva de que el l¨ªder se a¨ªsle carism¨¢ticamente de sus colaboradores. Y el procedimiento de las listas abiertas acaba con el vicioso tr¨¢gala, vigente, sin embargo, en la ley electoral impuesta a los ciudadanos en los comicios para el Congreso y los ayuntamientos, de tener que votar a todos o a ninguno de los nombres de una candidatura cerrada y bloqueada. Sin embargo, Su¨¢rez insiste -al igual que Felipe Gonz¨¢lez en el PSOE- en que la ?gobernabilidad del partido exige un sistema mayoritario para elegir el comit¨¦ ejecutivo. Ahora bien, pensamos que ser¨ªa posible y deseable que alg¨²n mecanismo complementario suavizara la rigidez del sistema mayoritario y garantice el acceso al comit¨¦ ejecutivo de UCD de representantes de las minor¨ªas. Eso sin necesidad de desvirtuar el car¨¢cter indiscutiblemente democr¨¢tico de las listas abiertas.
Por lo dem¨¢s, el sector cr¨ªtico debe ahora responder al verdadero reto realizado por Adolfo Su¨¢rez. El actual l¨ªder de UCD va a presentar una candidatura completa al congreso de Mallorca, con su nombre a la cabeza, y una lista de postulantes al comit¨¦ ejecutivo. Parece casi obligado que el sector cr¨ªtico haga lo mismo y que, con independencia de las posibilidades que las listas abiertas o los correctivos al sistema mayoritario ofrezcan, una candidatura con un l¨ªder al frente se someta como alternativa a los delegados centristas. Porque, a la postre, la historia se escribe con los hechos; y si es dif¨ªcil hoy el car¨¢cter progresista y reformador que Su¨¢rez atribuye gratuitamente a UCD, menos visible resulta reconocer la virtualidad alternativa de los llamados cr¨ªticos.
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