Tarifas e inversiones el¨¦ctricas
Las tarifas el¨¦ctricas, adem¨¢s de los costes de explotaci¨®n corrientes, ?financian tambi¨¦n las nuevas inversiones? Esta sospecha surge tras cada nueva subida, y en esta ocasi¨®n se quiere que este tema sea debatido en el Congreso.Por mi parte, y de entrada, debo decir que no s¨¦ si las tarifas actuales incorporan entre los componentes del coste el de la financiaci¨®n de la, nueva inversi¨®n. Tampoco voy a tratar de calcularlo, porque no dispongo de datos para contestar con precisi¨®n, y, aunque los tuviese, pienso que interesa m¨¢s hacer un planteamiento general de este importante tema econ¨®mico. La financiaci¨®n de las inversiones energ¨¦ticas, y especialmente de su principal componente, el sector el¨¦ctrico, es uno de los temas cruciales en la pol¨ªtica econ¨®mica del sector; pero, a pesar de su importancia y por conocidas razones, nunca ha sido abordado.
Para que el lector pueda centrar el tema, dir¨¦ que la discusi¨®n se centra en el c¨¢lculo y contenido de las tarifas; para unos, las tarifas deben hacer frente a los gastos originados en el suministro, e incorporar, por tanto, los costes, de explotaci¨®n, las amortizaciones de las obras e instalaciones en servicio, los costes de financiaci¨®n ajena e incluso la remuneraci¨®n al capital propio; la tarifa no debe incluir ning¨²n import¨¦ adicional o beneficio excedente aun cuando fuese dedicado a la financiaci¨®n de inversiones del sector -centrales nucleares b¨¢sicamente- a¨²n en proceso de ejecuci¨®n.
Desde el a?o 1951 hasta 1972 se aplicaron las llamadas ?tarifas tope unificadas?. Consist¨ªan, brevemente, en un sistema de facturaci¨®n con dos componentes: un t¨¦rmino ?A? que trataba de recoger el coste de la electricidad, y otro ?r?, en cuyo c¨¢lculo entraba fundamentalmente el mayor coste de las nuevas centrales en comparaci¨®n con los existentes, m¨¢s algunas compensaciones al carb¨®n nacional y a algunos suministros especiales de energ¨ªa el¨¦ctrica.
Tanto el t¨¦rmino ?A? como el complemento ?r? se materializaban en dos complicadas e irreales f¨®rmulas polin¨®micas. El coste de producci¨®n o t¨¦rmino ?A? tomaba como base las remuneraciones al trabajo, al capital y los restantes costes en el a?o 1935, que se comparabaq con los del a?o en curso para establecer el ¨ªndice de variaci¨®n interanual; el t¨¦rmino ?r?, a su vez, trataba de comparar costes de instalaciones de generaci¨®n -muy viejas y muy nuevas- y, por tanto, de dificil c¨¢lculo. El verdadero resultado es que el t¨¦rmino ?A? infravalor¨® considerablemente el coste de la electricidad, y el t¨¦rmino ?r?, el del sobrecoste de las centrales de generaci¨®n.
En el cuadro adjunto vemos la cuenta de explotaci¨®n conjunta de las sociedades integradas en UNESA en el a?o 1972. Se puede observar que el t¨¦rmino ?A? era insuficiente para cubrir los costes de explotaci¨®n y ¨¦stos se equilibraban con las cifras procedentes de las primas de construcci¨®n de nuevas centrales y las compensaciones t¨¦rmicas; por otra parte, y por el lado de los costes, se puede constatar la no inclusi¨®n de ning¨²n concepto de gasto por raz¨®n de construcciones de centrales.
No, los abonados el¨¦ctricos espa?oles podemos dormir tranquilos, si lo que nos lo impide es la sospecha de que hayamos financiado v¨ªa tarifas el crecimiento del sector el¨¦ctrico; sin embargo, esto no ha significado que no haya sido subvencionado. La asignaci¨®n de una elevada cuota del mercado de capitales, en parte a unos tipos de inter¨¦s privilegiado, ha, sido el procedimiento de financiaci¨®n al desarrollo del sector el¨¦ctrico en los a?os cincuenta y sesenta.
A medida que se profundizaba en la crisis energ¨¦tica, los sistemas el¨¦ctricos de todo el mundo han registrado en sus balances un progresivo endeudamiento externo, consecuencia, fundamentalmente, de dos hechos: un acusado alargamiento en la maduraci¨®n de sus inversiones en curso, y por otra parte, un fort¨ªsimo encarecimiento del dinero que agravaba el, efecto anterior.
El creciente endeudamiento externo de las compa?¨ªas el¨¦ctricas y la eliminaci¨®n de los tipos de inter¨¦s preferenciales han planteado en todos los pa¨ªses la conveniencia de que las tarifas incorporen una parte de la inversi¨®n futura. La raz¨®n ¨²ltima que explica esta propuesta obedece a que en el pasado las compa?¨ªas el¨¦ctricas tuvieron, de hecho, la subvenci¨®n encubierta a trav¨¦s de la financiaci¨®n; desaparecida ¨¦sta, y siguiendo todav¨ªa con precios pol¨ªticos para algunos consumidores, es preciso encontrar otra v¨ªa que permita sobrevivir financieramente a las empresas de servicios p¨²blicos.
La situaci¨®n en Espa?a ha sido la misma. A medida que se amortizaban los empr¨¦stitos antiguos en condiciones muy favorables y aumentaba r¨¢pidamente el inmovilizado en curso, la carga financiera se ha disparado en la renovaci¨®n de los nuevos presupuestos.
Esto, ?qu¨¦ significa? En mi opini¨®n, algo bastante simple, y es que aun cuando nos expliquen tan mal, como. es costumbre, los aumentos ,de tarifas (sin embargo, nos dan una cifra exact¨ªsima, el 1971%), est¨¢ claro que la carga financiera incluida en los costes computables en tarifas van a seguir creciendo desmesuradamente, a menos que se fuerce la autofinanciaci¨®n de las compa?¨ªas el¨¦ctricas, que solamente es posible hoy a trav¨¦s de los precios pagados por la electricidad.
Es decir, creo que, salvo que decidamos llevar una carga financiera desmesurada a los precios futuros de la electricidad, es preciso pagar en los precios actuales una parte del coste futuro, hecho que se justifica en tres aspectos fundamentales: a) la disminuci¨®n de la participaci¨®n de las compa?¨ªas el¨¦ctricas en el mercado de capitales (en 1979, el sector el¨¦ctrico absorbi¨® el 71% de las emisones de renta fija no financieras); b) la actualizaci¨®n de los costes con un criterio de reposici¨®n, hoy no contemplado en las tarifas, y e) evitar los saltos bruscos de los costes en el tiempo cada vez que se incorporan nuevas inversiones (centrales, b¨¢sicamente) a unos costes de instalaci¨®n mucho m¨¢s altos.
Pero el hecho de tener un talonario no justifica la firma de cheques en blanco a favor de las compa?¨ªas el¨¦ctricas. La contrapartida de unas tarifas que incluyan la financiaci¨®n de la inversi¨®n en curso llevar¨ªa autom¨¢ticamente a la limitaci¨®n de los dividendos reales distribuidos por ¨¦stas. Para ello ser¨ªa preciso, en primer lugar, abandonar el sistema de actualizaci¨®n de balances que est¨¢ perpetuando la d¨¦bil estructura financiera del sector. En el a?o 1973, la regulariz¨¢ci¨®n de balances supuso la creaci¨®n de 165.000 millones de pesetas, que supon¨ªan casi el 60% del capital entonces en circulaci¨®n; en siete a?os se ha liquidado esta suma, librando a los accionistas del 40-60% del valor de las acciones emitidas. En los tres ¨²ltimos a?os, las compa?¨ªas el¨¦ctricas emitieron 144.000 millones de pesetas, de los que 79.000 millones fueron liberados para los accionistas. Esta medida, junto con la limitaci¨®n de dividendos y el reforzamiento de los coeficientes de amortizaci¨®n, justificar¨ªan sobradamente unas tarifas superiores a los costes actuales del suministro de energ¨ªa. Adem¨¢s supondr¨ªan un apoyo a la normalizaci¨®n del sistema financiero, que necesitar¨ªa menos del cr¨¦dito bancario y de alguna manera contribuir¨ªa a la estabilizaci¨®n de los tipos de inter¨¦s.
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