El lenguaje de los pol¨ªticos se mueve entre la pedanter¨ªa y la vulgaridad
Curso del fil¨®logo y acad¨¦mico Manuel Seco sobre los problemas del espa?ol actual
La pedanter¨ªa y el falso lenguaje democr¨¢tico son los dos polos opuestos a partir de los cuales se mueven los pol¨ªticos espa?oles a la hora de transmitir sus ideas, tanto dentro como fuera del Parlamento. Con la pedanter¨ªa tratan de ocultar, en ocasiones, la vaciedad de los contenidos de sus ideas. Y con el lenguaje ?en mangas de camisa? tratan de acercarse al pueblo. El acad¨¦mico y fil¨®logo Manuel Seco, que en la actualidad prepara un Diccionario del espa?ol actual, ha reflexionado sobre estos temas. Fruto de ese estudio son aquellas conclusiones y las conferencias que hoy comienza a dar en la Fundaci¨®n March bajo el t¨ªtulo de Problemas de la lengua espa?ola.
?Hay quienes creen que en materia de lenguaje lo democr¨¢tico es hablar como las clases populares, y que hablar bien es cosa de carrozas o de gentes de derechas?, nos dice Manuel Seco, fil¨®logo, catedr¨¢tico y acad¨¦mico de la Real Academia Espa?ola. ?Los pol¨ªticos, salvo honrosas excepciones, se expresan con abandono y vulgaridad. Parece que con ello quieren dar la sensaci¨®n de que est¨¢n con el pueblo, y de lo que realmente dan sensaci¨®n es de que son unos ineptos?. Para el acad¨¦mico, esta es una postura absolutamente demag¨®gica, ?porque lo verdaderamente democr¨¢tico?, dice, ?es dar al hombre del pueblo el principal instrumento para hacerse ciudadano y progresar socialmente: el dominio del lenguaje?.Como prueba de este falso lenguaje democr¨¢tico, de este hablar como ?en mangas de camisa? que se ha hecho habitual en el Parlamento y en las declaraciones de los l¨ªderes pol¨ªticos, est¨¢ el uso de muletillas coloquiales, la pronunciaci¨®n familiar, el descuido afectado en un intento absurdo de ?bajar hasta el pueblo?. En el otro extremo se sit¨²an los pol¨ªticos, ?que se escudan en un lenguaje pedantesco que les sirve para ocultar la vaciedad de sus declaraciones?. No le extra?¨®, por tanto, a Manuel Seco que a principios del pasado mes de diciembre el diputado Antonio de Senillosa hiciera en el Parlamento una interpelaci¨®n ?sobre atentados del Gobierno y organismos oficiales contra la lengua castellana?, ni que pusiera ejemplos tan bochornosos sobre la ortograf¨ªa usada en algunos documentos oficiales que ?motivar¨ªan un suspenso si fueran cometidos por un estudiante de ense?anza general b¨¢sica?.
Pero es a esa misma ense?anza a la que el acad¨¦mico acusa en primer lugar del deterioro de nuestra lengua. ?Villar Palas¨ª nos hizo polvo a todos?, dice, ?destruyendo el bachillerato y sustituy¨¦ndolo por una ense?anza general b¨¢sica, para la que tuvo que improvisar una cantidad de profesores que evidentemente no estaban preparados para ello?. Considera Manuel Seco que la sustituta del bachillerato est¨¢ llena de pedanter¨ªa, empezando por su mismo nombre y siguiendo por las ¨¢reas, evaluaciones y pretecnolog¨ªas. ?A veces, cuando hablo con colegas extranjeros sobre estos temas, me da verg¨¹enza usar semejantes t¨¦rminos?.
El acad¨¦mico est¨¢ empe?ado en estos momentos en la redacci¨®n del Diccionario del espa?ol actual, en el que, ?a diferencia de los diccionarios corrientes, se eliminan multitud de arca¨ªsmos y, al mismo tiempo, recoge numeros¨ªsimas voces que no est¨¢n en ellos. Incluye palabras jergales, palabras malsonantes y extranjerismos?. Manuel Seco ve con pesimismo la realidad de nuestro idioma, ?porque el dominio del lenguaje por parte del ciudadano medio es m¨¢s bien poco brillante. A la mala educaci¨®n idiom¨¢tica que padecemos hay que a?adir el poco inter¨¦s por la lectura. El n¨²mero de analfabetos reales es mucho mayor que el que recogen las estad¨ªsticas, pues el problema no est¨¢ en saber leer, sino en leer?.
La actitud de los j¨®venes ante el idioma, con la adopci¨®n cada vez m¨¢s frecuente de la jerga cheli, la vaguedad de sus t¨¦rminos y el hecho de que se hacen cada vez m¨¢s necesarias la ayuda del gesto y del tono de la voz para reforzar lo que oralmente no ha sido expresado, contribuye a su actitud pesimista. ?Esta falta de dominio del idioma es muy grave, porque no s¨®lo constituye una mutilaci¨®n de la ,mente; es que adem¨¢s es una situaci¨®n de inferioridad que nos deja inermes ante los embaucadores de todos los signos?.
A la hora de las responsabilidades, los medios de comunicaci¨®n tampoco est¨¢n libres de culpa, en opini¨®n del acad¨¦mico. ?De la radio y la televisi¨®n tengo que decir que no se vigila como ser¨ªa necesario la dicci¨®n de locutores y presentadores. Se oyen acentuaciones como hom¨ªlia o acrobacia, aparecen letras par¨¢sitas como en preveer o inflacci¨®n, y con los nombres extranjeros y aun con algunos espa?oles se hacen toda clase de variaciones posibles en acentuaci¨®n y pronunciaci¨®n?. La Prensa sale un poco mejor parada, porque -dice-, ?generalmente ni los escritores ni los periodistas destrozan el idioma, aunque los redactores de todos los medios recibir¨¢n mi cordial aplauso el d¨ªa que dejen de decir eso de han habido protestas, en base a, de cara a, de alguna manera y muchas formas de expresi¨®n en las que -con desacertado criterio- han tomado como maestros a los pol¨ªticos?.
En el tema pol¨¦mico de la inclusi¨®n de locutores con marcada pronunciaci¨®n regional en los programas nacionales de radio y televisi¨®n, Manuel Seco toma partido por lo que los ling¨¹¨ªsticos llaman ?forma est¨¢ndar del idioma?, es decir, la que es v¨¢lida para toda la naci¨®n. ?Y que conste que no me refiero solamente a fon¨¦ticas como la andaluza o la canaria, por ejemplo. Si un madrile?o hablara como un castizo le opondr¨ªa los mismos reparos, porque estas pronunciaciones, que son perfectamente v¨¢lidas en su ¨¢mbito, son inadmisibles en un medio de comunicaci¨®n nacional. Los responsables de radio y televisi¨®n deber¨ªan saber c¨®mo se cuida este aspecto en los pa¨ªses civilizados?.
De lo que no hay manera de librarse, seg¨²n parece, es de la creciente inclusi¨®n de palabras inglesas en nuestra lengua. En opini¨®n del acad¨¦mico, ?mantener una postura tajante frente a esta colonizaci¨®n es in¨²til, pues la realidad es que somos una colonia. Algunos extranjerismos son absolutamente necesarios, otros son ¨²tiles, pero tambi¨¦n hay algunos in¨²tiles, motivados por mera ignorancia y por esnobismo y ¨¦stos son los que debemos rechazar?.
Babelia
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