Arteche ya es de la familia atl¨¦tica
El p¨²blico del Manzanares se ha enamorado de Arteche. El a?o pasado lleg¨® a odiarle. El p¨²blico neutral siempre es partidario del m¨¢s d¨¦bil, pero el p¨²blico hincha suele ser defensor del bravo, del duro. Arteche, adem¨¢s, antes era una especie de desvalido t¨¦cnicamente, y en la presente temporada ha mejorado notablemente. Hasta el extremo de que es capaz de salir con el bal¨®n en los pies y llevarlo hacia arriba unos cuantos metros. ?Artecheribauer?, el domingo, hasta le marc¨® un gol a Arconada.Arteche fue, en sus mejores momentos, la reencarnaci¨®n de Aparicio, con sus despejes espectaculares. En cuanto a su fortaleza f¨ªsica, record¨® durante muchos domingos a los cl¨¢sicos de la casa: Griffa y Ovejero. Pero se ha transformado y hay ocasiones en que los seguidores atl¨¦ticos llegan a pensar que aprendi¨® m¨¢s de lo esperado de Pereira. La gente, en algunos momentos, se r¨ªe porque no acaba de creer lo que ve, pero, frente a la Real Sociedad, Arteche lleg¨® a o¨ªr su nombre coreado. El actual hombre libre de la defensa rojiblanca ha sido prohijado por la hinchada. Ya es de la familia. Ha iniciado el proceso de Zoco al que en Chamart¨ªn se le requer¨ªa para que rematase los corners.
El Manzanares volvi¨® a vivir los momentos de m¨¢s euforia. Los hinchas atl¨¦ticos regresaron al estallido de las masas corales como en los mejores momentos de su historia. Un partido que se esperaba dif¨ªcil se convirti¨® en un triunfo casi c¨®modo. Dos goles en el primer tiempo bastaron para doblegar a la Real Sociedad, que esta temporada, en Madrid, no ha sido m¨¢s que una sombra de la pasada campa?a. Hasta Arconada fue menos Arconada. En los dos goles que encaj¨® tuvo parte de culpa. En el primero, el de Arteche, se qued¨® mirando. No reaccion¨® con su cl¨¢sica elasticidad. En el segundo, el de Ruiz, sali¨® tarde. No le defendieron adecuadamente sus defensas -quiz¨¢ se nota bastante la ausencia de Gajate-, pero ¨¦l no anduvo fino. Estuvo fr¨ªo. Lo mejor de su actuaci¨®n fue una salida con los pies que evit¨® el disparo de Rubio cuando estaba colocado en inmejorables condiciones para marcar.
Sumados los m¨¦ritos contra¨ªdos por los porteros, podr¨ªa afirmarse que estuvieron invertidos los papeles de la te¨®rica cotizaci¨®n de ambos. Aguinaga, a los cuatro minutos de juego, desvi¨® un bal¨®n de Uralde que pudo haber puesto el partido cuesta arriba para el Atl¨¦tico. Aguinaga volvi¨® a ejercer su oficio con brillantez en la segunda mitad al despejar un tiro duro y esquinado que le envi¨® Alonso. Fueron los dos momentos clave para la Real.
A la Real le fallaron los motores. Diego y Zamora no arrancaron al equipo hacia adelante como era habitual. El contragolpe realista fue m¨¢s lento de lo que cab¨ªa esperar, y ello posibilit¨® la firme colocaci¨®n de los defensas atl¨¦ticos. Alonso fue el m¨¢s regular del centro del campo, y no conviene olvidar que es el m¨¢s rudo de los tres. L¨®pez Ufarte, de quien siempre se espera la genialidad que ponga en ventaja a su equipo, se perdi¨® en el campo, eficazmente marcado por Sierra. La segunda mitad produjo una mayor presencia en el juego por parte donostiarra, pero el f¨²tbol contra reloj no suele ayudar a la creaci¨®n serena.
El Atl¨¦tico volvi¨® a tener en Dirceu la mejor cabeza del conjunto y, adem¨¢s, encontr¨® una mejorentonaci¨®n general, lo que hace pensar que cuando el brasile?o juega, el equipo funciona. El Atl¨¦tico luci¨® sus mejores condiciones. Corri¨® en todas las parcelas del campo y apoy¨® sus acciones convenientemente. Rubio no estuvo tan f¨¢cil como otras tardes, pero por contra mej¨®r¨® Marcos con respecto a sus ¨²ltimas actuaciones. Y Rub¨¦n Cano pele¨® con Gorriz sin volver nunca la cara.
El Atl¨¦tico ha tomado m¨¢s; ventaja en la clasificaci¨®n. El domingo resolvi¨® una de las m¨¢s delicadas papeletas. Y lo hizo con todo merecimiento. La Real reaccion¨® demasiado tarde. La primera parte fue de juego mediocre pese a los goles. La segunda, afortunadamente, tuvo m¨¢s vibraci¨®n.
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