Reaparici¨®n de los estuches dorados para guardar los cuentos de Calleja
A juzgar por el dicho popular, mucho cuento tuvo Calleja. Este ingenioso ser, escritor y editor de candorosas historietas, vuelve ahora a pasar del dicho al hecho. Un editor barcelon¨¦s, Ola?eta, deseoso de hacerle el cuento a su ilustre predecesor, acaba de publicar dos hermosos estuches que dan albergue a numerosos minilibros de Saturnino Calleja. En estos estuches dorados, aunque ya no met¨¢licos, muchos espa?oles encontrar¨¢n lo que Proust en la c¨¦lebre madalena.
No hay actual campa?a publicitaria que supere la a?eja promesa: ?Quien adquiera esta colecci¨®n de Cuentos reunir¨¢ trescientos tomos, con 3.000 l¨¢minas y cromos; trescientos chascarrillos escogidos, con trescientos grabados; trescientas charadas; trescientos rompecabezas y pasatiempos, y trescientos retratos de los hombres m¨¢s notables del mundo, con su biograf¨ªa y la influencia ejercida en la civilizaci¨®n?.Imag¨ªnense a Mateo, el inefable locutor de Radio Paparritas, multiplicando esas cifras por el n¨²mero de ojos, manos y dedos de todos los lectores afortunados, para tener una idea aproximada de la inmensidad. Innumerables paisanos aprendieron el gusto por la lectura en estas breves muestras de tradiciones populares, seducidos acaso por la vocecilla de Silvia.
Recuerden el mensaje, aunque sea dejando las orejas en cualquier aeropuerto: ?Hace ya algunos a?os, una tarde, entre las p¨¢ginas de mi lectura favorita, asom¨® la cabeza, sigiloso como un gato y astuto cogi¨® una mona, un hombre vestido a la usanza ¨¢rabe, y, como por encanto, empezaron a aparecer personajes que iban tejiendo mil y una historias. Las guard¨¦ como tesoros y aqu¨ª os las ofrezco en este estuche dorado para que pod¨¢is deleitaros y deleitar a los que os escuchen, pues los cuentos est¨¢n hechos para ser contados?.
Zorrilla, por boca de do?a In¨¦s, exclamar¨ªa al instante: ??Qu¨¦ humildad y qu¨¦ finura!? Y no le faltar¨ªa raz¨®n, pues tr¨¢tase de cuentos morales, publicados con permiso de la autoridad eclesi¨¢stica. Algunos brillan de modo singular: El doctor que todo lo sabe, El sargento y el diablo, Los seis que todo lo pueden, Los favoritos del sult¨¢n, El tesoro de Salom¨®n y El valor de la modestia.
Educaci¨®n por v¨ªa pragm¨¢tica
No falta en estos cuentos la educaci¨®n por v¨ªa pragm¨¢tica; as¨ª, 100.000 cequ¨ªes de oro son traducidos sin tardanza a 200.000 duros. La traducci¨®n m¨¢s ejemplar, no obstante, nos llega con los nombres propios Al¨ª Ben-Amud (?que, traducido al castellano, significa hijo del mal?), Fural¨² (que quiere decir tinieblas), Chum-Chum (que significa besugo en salsa), o Pin- Pin (algo as¨ª como ensalada de r¨¢banos).
De los estuches se desprende un aroma de estrafalaria convivencia: dragones, sastres, gusanitos de seda, cazadores, princesas, aldeanos, criados, magos, moros, mercaderes chinos, brujas, hadas, plantas parlanchinas, hormigas barrenderas, cerdos, cabras, corales y merluzas.
En lo que al tono se refiere, Calleja se permite todo tipo de familiaridades con sus lectores: ?Lo que voy a referir ocurri¨® hace ya mucho tiempo: a¨²n ninguno de vosotros hab¨ªa comenzado la Cartilla ni el Cat¨®n y hasta me comprometo a apostar, sin miedo a perder, que ninguno de vosotros hab¨ªa comenzado a pedir la papilla ni a tirarle de las narices a la nodriza?
Finales felices
Las f¨®rmulas m¨¢gicas son dignas del mejor Alberti: ?Relojito, relojito, / quiero crecer un poquito?. Hay t¨ªtulos que parecen hechos a la medida de Vizca¨ªno Casas: La cabrita roja. Existen chistes que hacen gui?os en direcci¨®n de Eugenio. Esposa: ??Est¨¢s tonto? ?Qu¨¦ haces delante del espejo con los ojos cerrados?? Marido: ?Quiero ver la cara que pongo cuando duermo?.
Entre los retratos de hombres notables, inconfesadamente dedicado a Manuel Vicent, figura el de Mahoma: ?Este celeb¨¦rrimo fan¨¢tico naci¨® en la Meca, ciudad de la Arabia. Poseedor de un capital inmenso y arrastrado por su desmedida ambici¨®n de poder y de gloria, concibi¨® el atrevido proyecto de hacerse due?o del Asia y aun del mundo, fingi¨¦ndose enviado por Dios para revelar a los hombres la verdadera religi¨®n, que se llamo islamismo; cuyo dogma es la creencia de un solo Dios; y cuya moral, el placer sensual sin l¨ªmites en esta vida y en la otra. Con esta base se form¨® un partido inmenso que amenaz¨® trastornar el mundo, y un imperio poderos¨ªsimo que a¨²n subsiste. Tienen sus sectarios como libro santo el Cor¨¢n.
Pero los sectarios de Calleja tienen asegurados, sobre todo, los finales felices. Ni siquiera los cerdos carecen de esa dicha: ?Por fin, despu¨¦s de un largo viaje, pudo llegar al reino de los cochinos, en donde todos son marranos y aun algo cerdos. Le recibieron con grande muestra de entusiasmo, y le se?alaron una crecida renta de bellota como recompensa a sus sufrimientos?.
Babelia
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