Alicia de Larrocha, sensacional int¨¦rprete de "Iberia"
Los cuatro cuadernos que integran la Iberia de Isaac Alb¨¦niz constituyen una de las cimas de la m¨²sica espa?ola moderna y, desde luego, el punto m¨¢s alto de nuestro rico patrimonio pian¨ªstico. Las doce piezas de aquel autor genial, desde el punto de vista rigurosamente folkl¨®rico, son un paisaje muy parcial y hasta caprichoso en ocasiones, pero en cuanto se refiere a caudal musical y al aprovechamiento de los recursos del instrumento resultan verdaderamente apasionantes.Escribe Antonio Gallego sobre el pianismo de Iberia que sus texturas son a la vez densas y claras. Nada m¨¢s cierto, y nada hay tampoco que explique mejor d¨®nde radica el quid de la problem¨¢tica ejecuci¨®n de estas p¨¢ginas, pues, por encima de las obvias dificultades de lectura, lo que se encuentra el pianista es una complej¨ªsima red de l¨ªneas cantables, de ritmos concretos y de ropajes arm¨®nicos en la que todo debe sonar claro y distinto, en la que se debe ponderar la pronunciaci¨®n de cada nota para que al oyente le lleguen bien diferenciados melod¨ªas y timbres, sones y colores.
Alicia de Larrocha, piano
Suite Iberia (AIb¨¦niz). Teatro Real, 27 de enero de 1981.
Leer las piezas de Iberia es una gran prueba pian¨ªstica; acertar con su intenci¨®n, calar en sus profundos contenidos, es una gran prueba musical. En consecuencia, escuchar esta m¨²sica de Alb¨¦niz al nivel con que nos fue dada por Alicia de Larrocha supone el deleite impagable de haber asistido a la edificaci¨®n de un monumento interpretativo y art¨ªstico.
Una gran prueba pian¨ªstica y musical
La gran pianista catalana, a cuyo momento de madurez ya nos referimos con motivo del Mozart ofrecido en el ciclo de la Nacional fue just¨ªsimamente aclamada por el p¨²blico que -?ay!- no lleg¨® a colmar al Real. Y, como si el programa no hubiera sido generoso, Alicia sigui¨® luciendo unas incre¨ªbles facultades, continu¨® utilizando su t¨¦cnica poderosa, rica en matices y en sugestiones expresivas, para regalar hasta seis propinas: desde Bach hasta las Danzas del terror y del fuego de El amor brujo, pasando por el l¨®gico ap¨¦ndice a la Iberia que es Navarra, por la Sonata en re, de Mateo Alb¨¦niz, y por una Danza espa?ola, de Granados -la Valenciana- cuya ejecuci¨®n result¨® de una perfecci¨®n y encanto inusitados.
Babelia
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