El ¨¢rbitro avergonz¨® al p¨²blico de Chamart¨ªn
El Espa?ol, desde los tiempos desde Argil¨¦s, Cata, Bolinches, Arcas, Marcet, Piqu¨ªn y Egea, va por la Liga de mediocre. El domingo, en el Bernab¨¦u, se esperaba de ¨¦l una derrota honrosa. Es equipo sobre el que no se piensa nunca, en Madrid, como posible causante de una sorpresa. Pero el domingo, el Madrid se la puso en bandeja y la aprovech¨®. El Madrid de Boskov es cada d¨ªa m¨¢s vulgar, y sus seguidores se han percatado de ello. El p¨²blico del Bernab¨¦u comienza a sentir hast¨ªo. Y el domingo sinti¨® rabia cuando el ¨¢rbitro se?al¨® un penalti a favor del Madrid. Y, en un ejemplo de deportividad, lo protest¨®.Cuando un equipo de casa ve pa?uelos blancos por un penalti a su favor es porque su p¨²blico ha tomado conciencia de que una victoria rid¨ªcula es tan infamante como una derrota. Los seguidores del Madrid sintieron verg¨¹enza cuando Riera Morro, con una decisi¨®n injusta, puso a su equipo en condiciones de empatar. No hab¨ªan transcurrido todav¨ªa cuarenta minutos, pero el Madrid ya hab¨ªa dejado constancia de una impotencia notable. El gol de Urbano fue precioso, propio de un gran jugador. Al p¨²blico le supo mucho m¨¢s esa jugada que cualquiera de las que realiz¨® su equipo.
Boskov ha logrado aburrir al equipo. Hasta Stielike, muy marcado por Molinos, se difumin¨® m¨¢s tiempo del que necesita su equipo. Del Bosque se gan¨® algunas protestas por su parsimonia y Gallego, metido en la defensa, acabar¨¢ por no saber cu¨¢l es su futuro. Juanito anduvo otra vez escondi¨¦ndose por atr¨¢s y Santillana no pudo encontrar comodidad, para el remate de cabeza, m¨¢s all¨¢ de un par de ocasiones. El Madrid flojea en la defensa, porque incluso Camacho, obligado a jugar en otro puesto, se diluye tanto en misiones defensivas como de ataque. A Camacho no se le puede convertir ahora en un centrocampista, aunque el equipo contrario disminuya sus efectivos atacantes. El Madrid, adem¨¢s, sigue sin contar con un extremo en la banda izquierda. Isidro es una querencia de Boskov que no hay modo de explicarse. El domingo se not¨® quiz¨¢ m¨¢s que nunca la ausencia de Garc¨ªa Hern¨¢ndez, que tampoco es santo de la devoci¨®n de Boskov. Un hombre capaz de disparar desde el borde del ¨¢rea quiz¨¢ hubiera resultado providencial en aquel cuarto de hora final en el que el Espa?ol, dispuesto a defender su ventaja, se constituy¨® en un aut¨¦ntico front¨®n.
Maguregui ha apa?ado un Espa?ol correoso, que basa sus esperanzas en los contragolpes de Roberto Mart¨ªnez y los felices remates de Mara?¨®n, adem¨¢s de la Firmeza de Ayfuch. El domingo, no cont¨® con Urruticoechea, y tengo la impresi¨®n de que no le ech¨® de menos. El debutante, Dom¨ªnguez, estuvo sereno bajo los palos y sali¨® de pu?os en los momentos de mayor agobio con gran eficacia.
El Espa?ol, durante el primer tiempo, intent¨® realizar un f¨²tbol al uso en los desplazamientos, y, en muchos momentos, lo consigui¨®. Urbano se distanci¨® de Del Bosque con facilidad, y Mara?¨®n se las hizo pasar amargas a Sabido, que no fue precisamente de los peores, en los momentos iniciales. Ante un Madrid deshilvanado, incluso Verdugo se permiti¨® avanzar por su banda. Ante un Madrid que, como siempre, centr¨® todas sus ideas en los lanzamientos de Del Bosque, el Espa?ol opuso un centro del campo pele¨®n y r¨¢pido en el contraataque.
El Madrid, a la desesperada, busc¨® el empate como mal menor y, pese a los m¨²ltiples barullos ante el marco de Dom¨ªnguez, con una defensa que lleg¨® a perder durante unos minutos la capacidad de despeje largo, fue incapaz de hallar el hueco. En el minuto 71, Roberto, solo ante Garc¨ªa Rem¨®n, perdi¨® la ocasi¨®n de aumentar el tanteo de su equipo, y en el contragolpe madridista el bal¨®n se estrell¨® en el poste izquierdo de Dom¨ªnguez.
El Madrid, que no perd¨ªa en su campo desde el 24 de abril de 1977 (0-1, ante el Betis), sufri¨® una derrota que pr¨¢cticamente le ha dejado en la cuneta de la Liga. Y todo porque Mara?¨®n supo esconder el bal¨®n, en un libre directo, en el rinc¨®n de las ¨¢nimas de Garc¨ªa Rem¨®n.
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