El Rey defiende en Guernica la democracia y las instituciones tradicionales vascas
Frente a ?quienes practican la intolerancia?, el Rey de Espa?a proclam¨® ayer en la hist¨®rica villa de Guernica su ?fe en la democracia y su confianza en el pueblo vasco?. As¨ª inici¨® don Juan Carlos su clara respuesta a la actitud de Herri Batasuna. La contestaci¨®n de los sectores m¨¢s radicales del independentismo vasco a la visita real a Euskadi tuvo ayer su expresi¨®n m¨¢s espectacular en el intento de boicoteo de unas decenas de electos de la coalici¨®n abertzale Herri Batasuna al discurso con el que don Juan Carlos reanudaba la tradici¨®n secular del juramento por parte de los monarcas de Castilla, primero, y de Espa?a, despu¨¦s, de los fueros y libertades vascas bajo el ¨¢rbol de Guernica. La serena actitud del Rey durante el incidente y su respuesta posterior provocaron el aplauso casi un¨¢nime de los representantes de las fuerzas pol¨ªticas vascas, cuyos portavoces apreciaron, en general, la voluntad conciliadora y el sentido hist¨®rico del mensaje real. Durante el resto de la jornada, los Reyes recibieron muestras de simpat¨ªa en varias localidades de Guip¨²zcoa, aunque la izquierda abertzale provoc¨® incidentes en distintos lugares.
El comit¨¦ internacional de escritores, pintores y actores que lleva el nombre de Eduard Kuznetsov, y en su nombre Juan Mir¨®, Yves Montand y Simone Signoret, entre otros, ha hecho un llamamiento para la liberaci¨®n de tres ciudadanos sovi¨¦ticos. internados en campos para prisionerosSe apellidan Fiodorov, Mendelevitch y Murjenko. El primero, de 36 a?os, lleva quince en un gulag. Su condena inicial fue debida a difundir panfletos reclamando la democratizaci¨®n del sistema sovi¨¦tico. Mendelevitch tiene 32 y lleva diez prisionero por el mismo motivo. Es jud¨ªo. Murjenko es acusado de antisovietismo y su situaci¨®n f¨ªsica es desesperad
?Frente a quienes practican la intolerancia, desprecian la convivencia, no respetan las instituciones ni las m¨¢s elementales normas para una ordenada libertad de expresi¨®n, yo quiero proclamar una vez m¨¢s mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco?, inici¨® el rey Juan Carlos ayer en Guernica, su mensaje en respuesta a la interrupci¨®n de su discurso por una treintena de cargos electos de la coalici¨®n abertzale Herri Batasuna, que apenas iniciado el parlamento real comenzaron a entonar, puestos en pie y con el pu?o en alto, el himno Eusko gudariak, en un intento de boicotear el acto central de la visita de los Reyes a Euskadi, en el sal¨®n de sesiones de la Casa de Juntas de la villa foral. Un cerrado aplauso de la gran mayor¨ªa de los representantes de las dem¨¢s fuerzas parlamentarias vascas rubric¨® la frase con la que el Rey dio por zanjado el incidente, inmediatamente antes de retomar el hilo de su discurso, en el que reconoci¨® el papel de los fueros vascos, ?confirmados por los reyes de Espa?a hasta el siglo XIX?, como expresi¨®n del ?hecho diferencial vascongado? y como ?parte esencial del proyecto que posibilit¨® y estimul¨® la incorporaci¨®n vascongada a la propia definici¨®n de Espa?a?.El Rey, sorprendido en un primer momento por la acci¨®n del grupo abertzale, aunque previamente hab¨ªa sido advertido de que podr¨ªan producirse incidentes, adopt¨® luego una actitud m¨¢s bien calmosa, y hasta ir¨®nica, en contraste con el visible nerviosismo de las personas que le rodeaban, incluyendo al lendakari Garaikoetxea, cuyo rostro reflejaba el desconcierto que por espacio de varios minutos se extendi¨® por toda la C¨¢mara. Miembros del servicio de seguridad del Monarca tomaron posiciones junto a ¨¦l, al tiempo que se generalizaban los aplausos de la mayor¨ªa para contrarrestar el gesto de Herri Batasuna.
Los 35 representantes de la coalici¨®n abertzale presentes -a los que se hab¨ªan sumado en esta ocasi¨®n los electos del partido LAIA- segu¨ªan mientras tanto entonando el que fuera himno de los gudaris vascos en la guerra de 1936, repitiendo una y otra vez las mismas estrofas, que acabaron por resultar pr¨¢cticamente inaudibles al subir el tono de los aplausos. Fue en ese momento cuando el Monarca, dirigi¨¦ndose a los electos de HB como si de un orfe¨®n se tratara, les indic¨® con un gesto que elevasen el tono para que pudiera o¨ªrlos con mayor claridad. Algunos gritos de ??Viva el Rey!? procedentes de los bancos de UCD, coreados por parte de los asistentes, fueron poco despu¨¦s sustituidos por los de ?Fuera, fuera?, dirigidos al grupo abertzale. A estos gritos se sumar¨ªan ya de forma m¨¢s decidida la mayor¨ªa de los representantes del PNV, con lo que ¨²nicamente los miembros de Euskadiko Ezkerra permanecieron sentados en sus asientos, sin variar la actitud distante y silenciosa que observaron durante todo el acto.La situaci¨®n se mantuvo inalterable durante unos cinco minutos, transcurridos los cuales el presidente del Parlamento vasco, Juan Jos¨¦ Pujana, tras pedir, tan repetida como infructuosamente, ?silencio, por favor?, orden¨® a los cuerpos de seguridad dependientes de la Presidencia del Gobierno de Vitoria (los ?hombres de Berroci?), que desalojasen a ?quienes no cumplen el reglamento de esta C¨¢mara?.
El desalojo, dirigido personalmente por el viceconsejero vasco de Interior, Eligald¨®s, no estuvo exento de tensos forcejeos y ciertos conatos de enfrentamiento provocados tanto por la resistencia de la mayor¨ªa de los electos de HB a abandonar sus esca?os como a la contundencia con que se emplearon los cuerpos de seguridad. Varios de los desalojados fueron arrojados al suelo y al menos uno de ellos, el senador Miguel Castells, repetidamente golpeado y pateado en el centro del hemiciclo antes de ser sacado de la sala. El senador abertzale acusar¨ªa posteriormente a ?ciertos parlamentarios? de ser los causantes de las violencias sufridas.
Antes de reiniciar su discurso, don Juan Carlos agradeci¨® con un Eskerrik asko (?Muchas gracias?) la invitaci¨®n del presidente del Parlamento a ?disculpar el incidente? y hacer nuevamente uso de la palabra. Fue en ese momento cuando el Rey pronunci¨® las palabras sobre su fe en la democracia y el pueblo vasco, que suscitar¨ªan la casi un¨¢nime ovaci¨®n de los asistentes. Por la forma como tales palabras fueron dichas, dio la sensaci¨®n, sin embargo, de que se trataba de un texto previamente escrito, probablemente en previsi¨®n de una situaci¨®n como la que efectivamente se produjo.
Todav¨ªa durante unos minutos fueron audibles en el interior de la Casa de Juntas los c¨¢nticos y consignas de los abertzales, que nuevamente entonaron el Eusko Gudariak, ahora bajo el roble foral, mientras que, desde el otro lado de la verja del recinto, gritos contrapuestos de ?Amnist¨ªa? Y ??Viva Espa?a!? constitu¨ªan el tel¨®n de fondo coral de la actitud de Herri Batasuna.
Un momento esperado
La sesi¨®n conjunta del Parlamento vasco y las Juntas Generales de Vizcaya, Guip¨²zcoa y Alava, que iban a presidir los Reyes, constitu¨ªa el acto central de su viaje al Pa¨ªs Vasco. Al inter¨¦s que el mismo ten¨ªa por su significaci¨®n hist¨®rica y pol¨ªtica se sumaba la expectaci¨®n despertada por el anuncio de la presencia en el recinto hist¨®rico de los cargos electos de Herri Batasuna (ausentes en la C¨¢mara legislativa vasca desde su constituci¨®n) con el prop¨®sito de dejar bien patente su disconformidad con la visita de los Reyes.
Eso explicar¨ªa que una hora y media antes de iniciarse el acto, los parlamentarios y junteros convocados abarrotaron ya el reducido hemiciclo de la Casa de Juntas, insuficiente para acogerlos a todos. Otro tanto podr¨ªa decirse del ¨²nico palco que lo bordea, donde se api?aban los escasos invitados y los representantes de los medios de comunicaci¨®n.
En el exterior de la Casa de Juntas, el p¨²blico iba tomando posiciones bajo la mirada atenta de un elevado n¨²mero de miembros de la Guardia Civil, que hab¨ªan ocupado pr¨¢cticamente los alrededores del edificio foral. El dispositivo policial, desconocido hasta la fecha, hab¨ªa sido controlado de forma personal por los m¨¢ximos responsables de la Guardia Civil y la Polic¨ªa Nacional, generales Aramburu Topete y S¨¢enz de Santamar¨ªa, atentos a cualquier incidencia en el exterior de la Casa de Juntas.
A ambos lados de la carretera que une Amorebieta con Guernica, por donde deb¨ªa pasar la comitiva real, se hab¨ªan situado importantes contingentes de la Guardia Civil, distribuidos de forma estrat¨¦gica en puentes, cruces de carreteras, desniveles y n¨²cleos urbanos. El imponente dispositivo se completaba con la presencia en los puntos m¨¢s c¨¦ntricos de Guernica de efectivos de la Polic¨ªa Nacional con material antidisturbios y tanquetas.
Los Reyes llegaron hacia las 12.20 horas al exterior de la Casa de Juntas de Guernica. All¨ª se hab¨ªan concentrado alrededor de unas 2.000 personas, que les recibieron con c¨¢lidos aplausos y algunos vivas, que se mezclaron con gritos de Independencia y Presos a la calle, cuando en la puerta de acceso a los jardines fueron recibidos por el presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea y su esposa. Acompa?ados por el presidente de la Diputaci¨®n Foral del Se?or¨ªo de Vizcaya, los Reyes llegaron junto al ¨¢rbol de Guernica -situado en la parte posterior de la Casa de Juntas-, donde una banda interpret¨® algunos acordes del himno nacional y del himno nacionalista Eusko abendaren (m¨¢s conocido como el Gora ta gora), mientras entre el p¨²blico se escuchaban muchos vivas. A los acordes del Agur Jaunak, los Reyes penetraron en el sal¨®n de sesiones, donde los junteros y parlamentarios de AP, UCD, PSOE y PNV les recibieron puestos en pie, en tanto que los representantes de Herri Batasuna, el partido radical LAIA y Euskadiko Ezkerra permanec¨ªan sentados.
En el palco de invitados se situaban la esposa de Carlos Garaikoetxea, el ministro del Interior, Juan Jos¨¦ Ros¨®n, y el delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, Marcelino Oreja, y su se?ora.
Junto a los reyes se sentaron en la presidencia el lendakari del Gobierno de Euskadi, el presidente del Parlamento Vasco, Juan Jos¨¦ Pujana, y el diputado general de Vizcaya, Jos¨¦ Mar¨ªa Makua, quien en euskera y castellano dio la bienvenida a los Monarcas, a los que manifest¨® su complacencia ?por recibirles en Guernica, santuario de las libertades y la democracia del pueblo vasco?.
Hizo tambi¨¦n referencia Juan Jos¨¦ Pujana, en su intervenci¨®n en lengua vasca y castellana, al significado que el ¨¢rbol de Guernica tiene para los vascos (?que aman?, dijo, ?tanto la vida como su libertad?), para dar la bienvenida a los Reyes. ?El pueblo vasco?, se?al¨®, ?ha optado por las v¨ªas de la paz, la democracia y de las instituciones, que no abandonar¨¢?.
Tras los discursos de Carlos Garaikoetxea y el Rey Juan Carlos, (este ¨²ltimo largamente aplaudido por los representantes, puestos en pie, de todos los grupos, con la excepci¨®n de Euskadiko Ezkerra) los Monarcas se dirigieron hasta el pie del ¨¢rbol de Guernica, donde, en compa?¨ªa del lendakari Garaikoetxea, escucharon el himno Gernikako arbola, que fue coreado por la mayor parte de los presentes. El p¨²blico que esperaba en el exterior de la Casa de Juntas despidi¨® tambi¨¦n c¨¢lidamente a los Reyes, cuando ¨¦stos abandonaron el recinto de la misma para subir al coche que les conducir¨ªa hasta un caser¨ªo situado en la zona del duranguesado, donde la Diputaci¨®n Foral del se?or¨ªo de Vizcaya les ofreci¨® un almuerzo, en el que se pretend¨ªa repetir el men¨² que tom¨® el rey Alfonso XIII en la visita que efectu¨® al Pa¨ªs Vasco en 1929.
Un muelle con nombre de pr¨ªncipe
La segunda jornada de los Reyes en el Pa¨ªs Vasco se hab¨ªa iniciado poco despu¨¦s de las nueve de la ma?ana, con la visita de los Monarcas a las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya, la vieja siderurgia de la margen izquierda de la r¨ªa, que simboliza, a la vez, el pasado fulgor y actual declive del sector metal¨²rgico vasco. Los soberanos, que iban acompa?ados por el pr¨ªncipe Felipe y diversas autoridades, recorrieron el interior de la factor¨ªa,
Los Reyes se interesaron por la problem¨¢tica laboral actual de la f¨¢brica, deteni¨¦ndose especialmente ante el puesto de trabajo de Jos¨¦ Mar¨ªa Cabriada, que, con sus 43 a?os de antig¨¹edad, es el m¨¢s veterano de la plantilla.
A bordo de una patrullera de la Armada, la comitiva se dirigi¨® posteriormente, por la r¨ªa, a la vecina localidad de Santurce, en la desembocadura del Nervi¨®n, donde el pr¨ªncipe Felipe inaugur¨® uno de los espigones del nuevo puerto, que llevar¨¢ el nombre de Pr¨ªncipe de Asturias. El presidente de la entidad Puerto Aut¨®nomo, Adolfo Caregada, pidi¨® el apoyo real a los proyectos en curso para culminar las obras del superpuerto.
Terminado el acto oficial, el Rey tuvo ocasi¨®n de saludar al trabajador Emeterio Cuesta, actualmente barrendero de muelle, y al que el Monarca conoci¨® como marinero enrolado en la tripulaci¨®n del yate del conde de Barcelona, cuando Juan Carlos era un ni?o de diez o doce a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.