Una ejecutiva suarista para interpretar una partitura cr¨ªtica
Leopoldo Calvo Sotelo ha recibido ya la aclamaci¨®n del congreso centrista como candidato a la Presidencia del Gobierno. Ese es el balance m¨¢s claro de la primera jornada de Palma. Ha sido Adolfo Su¨¢rez quien ha pedido para ¨¦l, en la intervenci¨®n inaugural, el apoyo un¨¢nime del partido. La ovaci¨®n de respuesta zanja la cuesti¨®n de modo indiscutible y confirma a Su¨¢rez como ¨¢rbitro de su sucesi¨®n.Los mayores aplausos han sido para las advertencias que Su¨¢rez ha hecho de evitar el giro a la derecha. Todo hace temer, sin embargo, que esa va a ser la trayectoria que fatalmente aguarda a la vuelta del congreso. A Calvo Sotelo la advertencia de Su¨¢rez no le parec¨ªa superflua porque estimaba que, con una formaci¨®n poderosa a su izquierda como el PSOE, irse hacia la derecha es una tentaci¨®n permanente para el centro. Fernando Abril interpretaba que los clamores progresistas del congreso iban a ser un jarro de agua fr¨ªa para esa oligarqu¨ªa, que ya se frotaba las manos por haber encontrado, al fin, su partido en UCD.
Su¨¢rez, comentaba un socialdem¨®crata, pod¨ªa haber hecho en su discurso un breve ejercicio de pir¨®mano capaz de encender un ambiente muy predispuesto. Eso le hubiera permitido a continuaci¨®n oficiar elegantemente de bombero compasivo y aplacar a las bases pidi¨¦ndoles respeto a la minor¨ªa cr¨ªtica. No lo ha hecho.
Siguen las perplejidades. Su¨¢rez dimiti¨® como presidente del Gobierno en un momento en que muchos de los m¨¢s amargos problemas -terrorismo, autonom¨ªas- parec¨ªan remitir. Y, sin embargo, ayer, aqu¨ª no renunciaba ajugar un papel en el partido, que ha sido el avispero donde ¨²ltimamente hab¨ªa encontrado mayor oposici¨®n.
El an¨¢lisis t¨¢ctico de Su¨¢rez coincide, pues, con el de sus adversarios. Quienes quer¨ªan desmontarle del poder sab¨ªar que primero deb¨ªan combatirle en el seno del partido. Es en ese mismo ¨¢mbito donde Su¨¢rez no va a renunciar a darles batalla, planeada en dos tiempos, con resurrecci¨®n electoral pensada probablemente para 1983.
Una palabra del discurso de Su¨¢rez arrojaba, en opini¨®n de Calvo Sotelo, luz sobre el misterio de la dimisi¨®n: el derecho que Su¨¢rez reclam¨® para s¨ª misino de hacerlo. Tambi¨¦n se advert¨ªa otra diferencia importante sobre la primera versi¨®n ante las c¨¢maras televisivas. Adolfo Su¨¢rez hac¨ªa ayer aqu¨ª proclama expresa de lealtad al Rey. Algunos han le¨ªdo juntas ambas expresiones para concluir extrapolando: que Su¨¢rez ha dimitido por lealtad al Rey, en quien tuvo origen su primera designaci¨®n como presidente del Gobierno.
La ¨²ltima frase ?entre UCD y Adolfo Su¨¢rez, yo elijo UCD? ten¨ªa cierta resonancia de aquella otra del pasado verano pronunciada con tanta fortuna, como ahora se ha visto, por Leopoldo Calvo Sotelo: ?Entre Landelino y yo, me quedo con Su¨¢rez?.
Todos los pron¨®sticos de debate abierto y trinca del adversario se han visto desmentidos.
??Qu¨¦ v¨¢is a hacer??, preguntaba Fernando Abril a Oscar Alzaga, l¨ªder de los cr¨ªticos, al concluir la intervenci¨®n de Su¨¢rez.
?Bajamos del caballo; no podemos seguir indefinidamente la cabalgada?, fue la respuesta.
El tono de la intervenci¨®n de Alzaga contra el informe de la secretaria general confirm¨® plenamente esa actitud. Muchas horas antes, la votaci¨®n inicial para elegir la mesa presidencial del congreso hab¨ªa fijado ya con claridad la relaci¨®n de fuerzas, desfavorable en proporci¨®n de dos a uno para las huestes cr¨ªticas.
Los resultados, aclaraba Oscar Alzaga, ya est¨¢n vistos: ?Para nosotros, la victoria pol¨ªtica; para ellos, la victoria num¨¦rica?. Una ejecutiva suarista condenada a interpretar una partitura cr¨ªtica. Esa puede ser la situaci¨®n cuando el segundo congreso baje el tel¨®n definitivamente, el pr¨®ximo domingo. Entonces, puede ser, aceptaba diplom¨¢ticamente un miembro de la ejecutiva saliente, la hora de las sustituciones: Oscar Alzaga en lugar de Miguel Herrero, y Juan Antonio Garc¨ªa D¨ªez, en lugar de Francisco Fem¨¢ndez Ord¨®?ez.
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