Ryan
No voy a condenar a nadie porque no soy qui¨¦n. Adem¨¢s, la condena ya est¨¢ hecha y resulta demasiado f¨¢cil sumarse a ella tan s¨®lo para aportar alg¨²n agravante m¨¢s. El caso es tan monstruoso que permite hacer uso de toda la ret¨®rica condenatoria, desde la m¨¢s noble hasta la m¨¢s interesada, sin excesivo consumo de ep¨ªtetos. Los autores de este crimen ya est¨¢n condenados.Se han condenado a s¨ª mismos, y sin apelaci¨®n posible, y han condenado el hecho. Primero: lo que hayan tratado de conseguir con este crimen no lo han conseguido -sea lo que sea-, ni lo conseguir¨¢n ya nunca. Lo de menos es lo que sea; no lo conseguir¨¢n nunca. Han fracasado de manera fatal y definitiva.
Los criminales se han cavado su propia sepultura y tan descomunal es su error que no hace falta ser retorcido como para pensar que tal asesinato hubiera podido ser obra de sus enemigos, con el fin de acabar de una vez -de una vez, repito y es decir, esta vez- con ellos.
Segundo: los que han matado a Ryan est¨¢n tan muertos como ¨¦l. La condena a la ¨²ltima pena se ha ejecutado ya; la ejecutaron en el mismo momento en que mataban a Ryan. Tal vez ni siquiera sea necesario buscar sus cad¨¢veres, pues s¨®lo se trata de cad¨¢veres, que no de seres vivos. Ya no pueden hacer nada; ya no pueden hacer lo ¨²nico que saben hacer, da?o, porque ya lo han hecho todo. Tal vez sus cad¨¢veres aparezcan un d¨ªa en un desv¨¢n, comidos por las ratas, dentro de treinta a?os. Y ni siquiera valdr¨¢ la pena investigar; llevaban treinta a?os muertos.
Han terminado para siempre. No es s¨®lo que no tengan la menor probabilidad de alcanzar la meta que se han propuesto, que no s¨¦ cu¨¢l es y que probablemente nadie conoce, ni ellos tampoco; es que nunca lograr¨¢n atisbar el m¨ªnimo destello que les insin¨²e el camino que conduce a ella. Est¨¢n y estar¨¢n en la m¨¢s negra tiniebla, porque ni saben cu¨¢l es esa meta ni la han imaginado jam¨¢s. Ni siquiera la han visto con los ojos cerrados porque no saben ver, ni con los ojos cerrados ni con los ojos abiertos. No saben imaginar ni pensar. Hay que concluir que no saben nada de nada, pues de otra forma no habr¨ªan hecho lo que han hecho. No hay animales suicidas y, por consiguiente, ni siquiera se trata de animales.
Se trata de cad¨¢veres insepultos. Ahora se emplea con frecuencia la palabra zombie. Pero tampoco son zombies, porque ¨¦stos, al menos, aparecen de cuando en cuando. Esos asesinos ni aparecen ni aparecer¨¢n nunca; tal vez dentro de muchos a?os, y no por un milagro de conservaci¨®n, sino por el principio de inercia de toda la materia inanimada que tiende a seguir siendo lo que siempre ha sido, unos restos comidos por las ratas hasta la m¨¦dula de los huesos.
Ya no ser¨¢n m¨¢s motivo de preocupaci¨®n; no ser¨¢n los causantes de los actos como ¨¦ste que puedan suceder en el futuro. Ya no pueden ser los causantes de nada. Lo ser¨¢n, sin duda, sus hermanos de armas, pero no ellos, que, desde la muerte de Ryan, ya no son nada.
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