SeviIla,la ciudad del Betis
El Betis realiz¨® el domingo el mejor f¨²tbol que se ha visto en la presente temporada en Madrid. No perdi¨® el Atl¨¦tico porque jugara mal gan¨® el Betis porque fue un conjunto absolutamente superior en el planteamiento del encuentro, en el f¨²tbol preciosista y pr¨¢ctico a la vez y en el derroche de facultades f¨ªsicas de todos sus hombres. El equipo sevillano volvi¨® a ser el Eurobetis. En la batalla con su eterno rival, a trav¨¦s de lo visto en Madrid, tambi¨¦n ha ganado ya. Sevilla es la ciudad del Betis.El reglamento deber¨ªa establecer la posibilidad de alargar un partido para deleite de los espectadores. Aunque el Atl¨¦tico diera pena, el Betis daba a la tarde un aire gozoso. Ver jugar al Betis fue recuperar la alegr¨ªa del f¨²tbol.
El Betis no vino, como todos, a defenderse. Vino a superar al adversario en todos los terrenos, y lo consigui¨®. Carriega le dio un repaso t¨¢ctico a su colega Garc¨ªa Traid, y los jugadores verdiblancos se en cargaron de darles el ba?o a sus contrarios. El Betis practic¨® un f¨²tbol r¨¢pido, de desmarque, de toques cortos triangulando el juego, de pases largos para buscar la ventaja del delantero en su carrera hacia el marco, de precisi¨®n y hasta de superioridad f¨ªsica. Para cual quier lance comprometido, el Betis siempre tuvo m¨¢s hombres en acci¨®n que el Atl¨¦tico. Carnega le hizo un l¨ªo a Garc¨ªa Traid. De tal manera, que ¨¦ste no lleg¨® a enterarse de que Gordillo estaba siempre desmarcado y jugando a su aire .Gordillo se escap¨® solo hacia adelante por ambas bandas y hasta por el centro , sin que Villalba se acordara de perseguirle. Carde?osa, L¨®pez, Ortega y Parra se adue?aron del centro del terreno. Ortega no dej¨® respirar a Dirceu, y el Atl¨¦tico, con Dirceu hibernado, es un t¨¦mpano general. Ruiz y Quique estuvieron medio dormidos siempre, y en esas circunstancias no hubo manera de ofrecer m¨¢s resistencia que la de la buena voluntad. La sustituci¨®n de Ruiz por Leal tampoco contribuy¨® a mejorar el panorama atl¨¦tico. Sierra, que trat¨® de perseguir a L¨®pez primero y a Carde?osa despu¨¦s, no pudo en ning¨²n momento ser un defensa eficaz. El centro de la defensa tampoco fue el de otras tardes. Diarte se escor¨® por las bandas sac¨® de quicio a Julio Arteche, Y ¨¦ste, que intent¨® subir balones e incluso probar el remate, s¨®io contribuy¨® a favorecer los contragolpes b¨¦ticos. Arteche fue de los m¨¢s potables del Atl¨¦tico, pero con la contrapartida del abandono defensivo, defecto que fue notable en la ¨²ltima etapa de Pereira.
Cualquier buen aficionado se da por satisfecho cuando al t¨¦rmino de un encuentro puede comentar un par de jugadas singulares. El Betis nos proporcion¨® tema para varias semanas. Casi hubo empacho de buen juego. La pena es que tantos primores no puedan repartirse en varias jornadas para que el p¨²blico pueda justificar su asistencia a un f¨²tbol cada. d¨ªa m¨¢s mediocre.
Diarte perdi¨® los mejores a?os de su vida profesional, pero el domingo recuper¨® todo el cr¨¦dito que a?os atr¨¢s se le concedi¨®. Hizo una jugada que firmar¨ªan los mejores delanteros de todos los tiempos. Burl¨® hasta cuatro defensores y quebr¨® al ¨²ltimo, con la cintura, con estilo impecable. Diarte remat¨® adem¨¢s implacablemente. Y fue parecido el m¨¦rito del otro gol, que consigui¨® por el buen engranaje del ataque, y hubiera sido de quitarse la gorra aquella jugada que se quebr¨® al estrellarse el bal¨®n en un poste.
De los once b¨¦ticos titulares, abr¨ªa que decir que fue Esnaola el que menos m¨¦ritos acumul¨® ,por que sus compa?eros no le permitieron grandes lucimientos ,al abortar la mayor¨ªa de los peligros atl¨¦ticos. Eslaola estuvo sobrio siempre y oportuno en las tres jugadas, en las que se tuvo que jugar el prestigio. Y de ¨¦l hacia adelante solamente podr¨ªan adjudicarse notables y sobresalientes. Carde?osa tom¨® la batuta y dirigi¨® la orquesta primorosamente, pero el viento y la cuerda del conjunto modularon perfectamente la sinfon¨ªa primaveral con la que derrotaron y humillaron al campe¨®n de invierno. El partido acab¨® entre ol¨¦s y el p¨²blico atl¨¦tico supo encajar deportivamente el golpe. No cab¨ªa otra salida ante la apabullante superioridad del triunfador. Ha llegado la jornada de reflexi¨®n.
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