La bibliofilia, el mundo de las joyas de papel
Escaso presupuesto estatal para el patrimonio bibliogr¨¢fico
?Habr¨ªa que precisar en primer lugar?, nos se?ala el editor Manuel Arroyo, ?qu¨¦ es la bibliofilia; yo creo que podr¨ªamos diferenciar entre la bibliofilia cl¨¢sica; es decir, la encuadrada en el ¨¢mbito estricto del libro antiguo, bien hecho, primorosamente elaborado, y la llamada bibliofilia de edidiones facs¨ªmiles, ahora muy en boga?.Existe, no obstante, en los c¨ªrculos bibli¨®filos de Madrid, cuyo eje central son las llamadas ?librer¨ªas anticuarias o bibli¨®filas?, un marcado sentimiento de recelo, cuando no de desprecio, hacia las ediciones facs¨ªmiles. ?Eso no es bibliofilia, es un mercado para nuevos ricos. Un mercado con una lista de clientes fabricada de antemano, a los que se convence de que esto es muy bonito y dentro de diez a?os se triplicar¨¢ su valor actual?, nos manifiesta el due?o de la librer¨ªa Escalinata, de Madrid.
Luis Bard¨®n, siguiendo una ya larga tradici¨®n familiar, lleva cuarenta a?os al frente de la madrile?a Librer¨ªa para Bibli¨®filos. ?Quiero aclarar las diferencias existentes entre un bibli¨®filo y un bibliomaniaco. El primero jam¨¢s se limitar¨¢ a una mera valoraci¨®n fetichista del libro, sino que aunar¨¢ la buena calidad del texto impreso con la calidad del material empleado, es decir, una cuidada encuadernaci¨®n y una absoluta falta de erratas. Por el contrario, el segundo puede fijarse en un solo punto: libros que midan seis cent¨ªmetros o encuadernaciones de id¨¦ntico color, por ponerse un ejemplo?.
?Naturalmente?, explica Luis Bard¨®n, ?para un bibli¨®filo, las ediciones m¨¢s codiciadas son las llamadas ediciones pr¨ªncipe, es decir, las primeras. En cuanto a las dedicatorias del autor, la verdad es que son muy dif¨ªciles de encontrar, quiz¨¢ por ese motivo el precio no sube tanto como la gente suele pensar?.
En materia de precios, el mutismo es general, ?porque se ha exagerado una barbaridad en la Prensa?. Sin embargo, grosso modo, se puede afirmar que no es ni mucho menos imposible hallar buenas ediciones a precios asequibles a casi todos los bolsillos.
?Actualmente, y pese a que el inter¨¦s por la bibliofilia registre un auge continuo, el problema estriba en que cada vez es m¨¢s dif¨ªcil hallar un material verdaderamente interesante. Y paira colmo no estamos en Francia, en donde todos los d¨ªas hay subastas, como la del hotel Drouot, en Par¨ªs?, se lamenta Luis Bard¨®n. Por el contrario, el propietario de la librer¨ªa del Prado, especializada fundamentalmente en folklore y literatura de principios de siglo, no se muestra muy amigo de las subastas, ?porque los precios se disparan; recuerdo que por un libro que yo estaba vendiendo a seiscientas pesetas se estaba pujando cerca de las 5.000?.
El origen de las subastas p¨²blicas de libros hay que situarlo en la ciudad holandesa de Leyden, a principios del siglo XVII, imponi¨¦ndose r¨¢pidamente en Francia, pa¨ªs bibli¨®filo por excelencia, donde en 1691 es abierta al p¨²blico la gran biblioteca del cardenal Mazarin, formada, en su mayor parte, por el bibli¨®filo franc¨¦s Gabriel Naud¨¦. Actualmente, en Espa?a vienen celebr¨¢ndose del orden de unas dos subastas anuales, organizadas por Dur¨¢n, si bien, la galer¨ªa Ans¨®rena est¨¢ comenzando tambi¨¦n a promoverlas.
La ley de 1972, que regulaba la exportaci¨®n de los tesoros bibliogr¨¢ficos, ha supuesto un intento de contener la salida incontrolada del pa¨ªs de verdaderas joyas de nuestro patrimonio. ?A pesar de lo cual?, nos dice Justo Garc¨ªa Morales, director del Tesoro Bibliogr¨¢fico de la Biblioteca Nacional y uno de los m¨¢s eminentes bibli¨®filos de nuestro pa¨ªs, ?precisamente por ser este un negocio fruct¨ªfero y de dif¨ªcil protecci¨®n, ha habido demasiadas salidas de Espa?a.
?Actualmente, la bibliofilia en Espa?a est¨¢ cambiando, pr¨¢cticamente ya han desaparecido aquellas sociedades de bibliofilia del siglo pasado, generalmente formadas por arist¨®cratas que se reun¨ªan para hacer ediciones numeradas. En el siglo XIX, gracias a la desamortizaci¨®n, que facilit¨® a una burgues¨ªa en ascenso la adquisici¨®n del tesoro bibliogr¨¢fico de la Iglesia subastado, se consolida el fen¨®meno bibliof¨ªlico en Espa?a, form¨¢ndose as¨ª las grandes colecciones privadas?.
La labor del actual director del Tesoro Bibliogr¨¢fico tiene un claro exponente en las cuatro colecciones bibliof¨ªlicas que ha dirigido: Joyas bibliogr¨¢ficas, Torcurum, Reimpresiones bibliogr¨¢ficas y Bibliofilia social. La ¨²ltima de las cuales, nos cuenta, ?me ha valido, m¨¢s de una discusi¨®n, ya que para algunos bibli¨®filos mi intento de componer una bibliofilia, popular, es decir, crear cuidadas ediciones, a un precio asequible, era traicionar el esp¨ªritu de la bibliofilia?.
?Esa es precisamente nuestra labor, facilitar a los espa?oles el inventario de todo lo que hay en Espa?a, fotocopiar ¨ªndices enteros. Ya llevamos cuatro millones de fichas, en las que est¨¢n reunidas las cuarenta o cincuenta mejores bibliotecas del pa¨ªs. En concreto, le dir¨¦ que la Biblioteca Nacional posee la colecci¨®n m¨¢s completa del mundo del Quijote, incluyendo los ejemplares ilustrados.
?De todos modos?, concluye Garc¨ªa Morales, ?el presupuesto que nos da el Estado es irrisorio, unos quince millones, y con eso no hay ni para empezar. Tengo aqu¨ª mismo todos los planos de los barcos de la Armada Invencible, y s¨®lo eso supone diez millones de pesetas, y estamos asimismo a punto de perder la oportunidad de comprar una de las bibliotecas m¨¢s importantes de Espa?a, la de Zabalburu Heredia Espinosa, de m¨¢s de 22.000 vol¨²menes?.
Babelia
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