El Papa encontrar¨¢ contestaci¨®n en la cat¨®lica Filipinas
Dos mil personas, encabezadas por sacerdotes y religiosas cat¨®licos, se han constituido en ?asamblea popular? y esperan la llegada del papa Juan Pablo II a Manila, el lunes d¨ªa 16, para reclamar la liberaci¨®n de los prisioneros pol¨ªticos. En Filipinas, pa¨ªs mayoritariamente cat¨®lico, no lo va a tener f¨¢cil el Papa, dado el car¨¢cter autoritario del r¨¦gimen pol¨ªtico. Ayer se anunci¨® que guerrilleros musulmanes dieron muerte el jueves a 124 soldados filipinos en la isla austral de Pata. Distinto ser¨¢ en Jap¨®n, reacio hist¨®ricamente a toda religi¨®n occidental. S¨®lo hay bautizados 400.000 japoneses, pero cinco millones se declaran cat¨®licos, dando as¨ª a entender, por encima de los ritos, su identificaci¨®n con una manera de ser francamente en alza.
Juan Pablo II saldr¨¢ el lunes d¨ªa 16, a las siete de la ma?ana, para su viaje a Extremo Oriente. Ser¨¢ el d¨¦cimo y m¨¢s largo viaje de su activo pontificado, despu¨¦s de los de M¨¦xico, Polonia, Irlanda, Estados Unidos, Turqu¨ªa, Africa, Francia, Brasil y Alemania. Recorrer¨¢ 33.000 kil¨®metros en menos de doce d¨ªas, ya que regresar¨¢ a Roma el d¨ªa 27 a las once de la ma?ana.El Papa llegar¨¢ a Manila a las ocho de la ma?ana hora local, despu¨¦s de diecis¨¦is horas de vuelo. Esta vez Juan Pablo II no visitar¨¢ s¨®lo Manila, como hab¨ªa hecho Pablo VI hace diez a?os. Estar¨¢ en Filipinas una semana y recorrer¨¢ algunas de las 7.000 islas del archipi¨¦lago, de Norte a Sur. Los lugares principales son Cebu, Davao, Bacalod, Legazpi, Morong y Baguio. Dos noches las pasar¨¢ en estas islas.
Los dos puntos centrales de ese nuevo viaje intercontinental ser¨¢n Filipinas y Jap¨®n. Pero se detendr¨¢, a la ida, en Karachi (Pakist¨¢n) para celebrar una misa en el estadio, y a la vuelta, en Anchorage (Alaska). Ser¨¢ el primer Papa que ponga pie en el Polo Norte. Y entre Filipinas y Jap¨®n har¨¢ una pausa para visitar la isla de Guam, en las Martinicas, que hab¨ªa sido descubierta por el espa?ol Magallanes, en 1521, y despu¨¦s vendida en 1898 a los americanos, junto con todas las Filipinas, por veinte millones de d¨®lares.
Sin embargo, al Papa le espera una dura prueba en Filipinas. Hasta la revista cat¨®lica conservadora Familia Cristiana ha calificado esta peregrinaci¨®n apost¨®lica de Juan Pablo II viaje dif¨ªcil. Y lo es por las graves tensiones religiosas, pol¨ªticas y sociales que afectan a este archipi¨¦lago, el mayor del mundo. El sacerdote y soci¨®logo italiano Piero Monni, redactor de L'Osservatore Romano, ¨®rgano oficioso del Vaticano, acaba de publicar, con ocasi¨®n de este viaje papal, un libro que lleva el t¨ªtulo revelador de Una iglesia sobre un volc¨¢n. En ¨¦l afirma: ?No es un misterio que, despu¨¦s de la introducci¨®n en Filipinas de la ley m¨¢rcial el 21 de septiembre de 1972, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica se mostr¨® dividida ante los poderes casi absolutos del jefe del Estado ?.
La ley marcial acaba de ser levantada hace unas semanas en casi todo el pa¨ªs, pero ha quedado claro que se ha tratado s¨®lo de un gesto pol¨ªtico ante la visita del Papa. Este viaje de Juan Pablo II a las islas Filipinas ten¨ªa que haberse realizado hace exactamente un a?o. Hasta Corriere della Sera hab¨ªa enviado entonces un enviado especial a entrevistar al arzobispo de Manila, el cardenal Jaime Sin, la figura m¨¢s importante del episcopado filipino y protagonista del viaje papal. La visita, sin embargo, se retras¨®, porque al Papa le empezaron a llover informes de diversas organizaciones mundiales y de una parte del clero filipino y del laicado m¨¢s comprometido contra la dictadura del presidente Ferdinand Marcos, denunciando la situaci¨®n de aquel pa¨ªs como un polvor¨ªn a punto de estallar. Se temi¨® en el Vaticano que una visita del Papa pudiera ser instrumentalizada por el presidente Marcos, y sobre todo por su activa y bella esposa, Imelda Romu¨¢ldez, para consolidar un r¨¦gimen cuyos atropellos a los derechos humanos condena el mundo entero, sin excluir la tortura y los asesinatos, sembrados por los escuadrones de la muerte.
Por otra parte, la Iglesia filipina est¨¢ dividida en tres grupos: quince obispos que apoyan al presidente, una minor¨ªa m¨¢s bien indulgente con los movimientos revolucionarios de guerrilla, que cuentan incluso con activistas sacerdotes, y una mayor¨ªa que est¨¢ en la l¨ªnea del cardenal arzobispo de Manila, Jaime Sin, de una ?colaboraci¨®n cr¨ªtica? con el r¨¦gimen.
La misma Iglesia ha condenado diversas veces y p¨²blicamente los atropellos a los derechos humanos de un r¨¦gimen que el mundo entero califica de dictadura, y que el presidente Marcos llama autoritarismo constitucional.
A Roma no se le escapa el hecho de que una de las mayores dificultades para la democracia en Filipinas es el dominio norteamericano en aquel pa¨ªs, que cuenta con las dos bases militares m¨¢s grandes fuera del territorio nacional. Para Estados Unidos es tan importante que Filipinas no se convierta en otro Vietnam o Ir¨¢n, dada la dura guerrilla de los moros, que el Departamento de Estado americano, durante el mandato de Carter, hab¨ªa afirmado: ? En el caso de Filipinas, como en el de Corea del Sur, razones de seguridad prevalecen sobre las consideraciones de los derechos humanos?. ?Podr¨¢ estar de acuerdo el Papa?
Los otros son un franc¨¦s, un italiano, nueve japoneses y un filipino, el seglar Lorenzo Ruiz, que es el primer m¨¢rtir de aquel pa¨ªs. Fue casado, padre de tres hijos y asesinado por defender la fe el 27 de septiembre de 1637.
El papa Wojtyla dice que va a Filipinas porque lo han invitado los obispos y porque se trata del ¨²nico pa¨ªs mayoritariamente cristiano de toda Asia. Pero lo cierto es que este viaje pretende volcar el peso del Vaticano en la lucha militar que se desarrolla en Filipinas entre el bloque occidental y el bloque comunista, as¨ª como atenuar las tensiones que existen entre la iglesia cat¨®lica y los grupos no cristianos, particularmente los musulmanes. Precisamente el presidente Marcos hab¨ªa justificado la promulgaci¨®n de la ley marcial en raz¨®n de los ataques de la guerrilla.
Por lo que se refiere al miedo al comunismo, son significativas las palabras del moderado cardenal. Sin en su invitaci¨®n al Papa: ?El comunismo est¨¢ tomando cada d¨ªa m¨¢s fuerza en esta parte del mundo. Por eso ser¨¢ necesario que el Papa, dirigi¨¦ndose a los filipinos, les exhorte a la lucha contra las ideolog¨ªas ateas para que pueda ser, como hab¨ªa dicho Pablo VI hace diez a?os, la antorcha de Cristo en Oriente?. En el Vaticano se asegura que el papa Wojtyla desea aprovechar este viaje para apoyar la pol¨ªtica del cardenal de Manila de una colaboraci¨®n cr¨ªtica con el r¨¦gimen y condenar tanto a los que lo apoyan abiertamente como a quienes son indulgentes con los revolucionarios cat¨®licos y musulmanes.
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