La nueva directiva

de la Casa de Le¨®n en Madrid (calle del Pez, n¨²mero 6) quiso inaugurar la nueva etapa de este centro con la presencia de D¨¢maso Alonso, una de las m¨¢s viejas glorias literarias espa?olas. A sus 83 a?os, el presidente de la Real Academia de la Lengua demostr¨® que la frescura de la memoria, la agilidad del discurso y la picard¨ªa de las im¨¢genes, en su caso, est¨¢n por encima de la edad. Entre las muchas cosas deliciosas que cont¨® a la nutrida concurrencia que el lunes por la noche se concentr¨® en la Casa de Le¨®n destacan las peripecias de un viaje suyo a los Ancares y Fornela, en los confines de Le¨®n y Galicia. Iba D¨¢maso Alonso acompa?ado de Agust¨ªn Garc¨ªa Yebra, con el fin de estudiar las peculiaridades ling¨¹¨ªsticas del gallego-leon¨¦s. El viaje, a caballo, dur¨® tres d¨ªas, aunque para D¨¢maso Alonso a punto estuvo de terminar en el segundo, cuando su caballo se espant¨® camino de Peranzanes y dio con sus huesos en tierra. Menos mal que en Cacabelos un paisano le hab¨ªa dicho: ?En Peranzanes se puede parar en casa de Narciso como en un hotel, no falta de nada?. Agust¨ªn Garc¨ªa Yebra recordar¨ªa de la estancia en casa de Narciso una terrible cena de jud¨ªas correosas y cachelos extraordinariamente picantes. Por el contrario, D¨¢maso Alonso se limit¨® a recordar ?como el jersei de la moza se le hab¨ªa rozado y roto, exactamente, en los dos puntos cr¨ªticos?. El viejo maestro todav¨ªa no ha olvidado, seg¨²n confes¨®, las asociaciones mentales desencadenadas por la visi¨®n de la moza. Y son 83 a?os.