El di¨¢logo Reagan-Breznez
LA RESPUESTA de Reagan a la oferta de entrevista hecha por Breznev en la apertura del 26? Congreso del PCUS es m¨¢s favorable de lo que el t¨®pico pol¨ªtico anterior hab¨ªa hecho habitual. Quer¨ªa la f¨®rmula que este tipo de inicia tivas se acogiesen con desconfianza p¨²blica, con acusaciones de doblez de intenciones con reclamaci¨®n de hechos m¨¢s que de palabras: en suma, un lenguaje convenido con el que se trataba de no permitir que la URSS se apuntase el beneficio de naci¨®n pacifista ante una opini¨®n p¨²blica mundial que, de hecho, lo es. En este caso, el abanico de propuestas de Breznev, con, su oferta de di¨¢logo a todos los niveles y un temario amplio en el que no excluye el caso de Afganist¨¢n, no s¨®lo no ha recibido una respuesta desabrida, sino incluso una ampliaci¨®n de puntos -El Salvador, el desarme- por parte de Reagan, e incluso por parte de Haig y de sus portavoces habituales. En los ¨²ltimos tiempos, los motivos de fricci¨®n entre las dos grandes potencias han aumentado considerablemente, y lo realista es saber que no se resolver¨ªan f¨¢cilmente por medio de una entrevista en la cumbre, sino, m¨¢s bien, por una serie de contactos sobre temas concretos; pero, al mismo tiempo, se sabe que cada uno de estos temas est¨¢ en estrecha relaci¨®n con los dem¨¢s. Es evidente que la URSS no ceder¨¢ un paso en Afganist¨¢n mientras no tenga algunas seguridades de estabilidad en esa zona, que comprende nada menos que el golfo P¨¦rsico, y que si presta alguna clase de ayuda,a las guerrillas de El Salvador -lo cual no reconocer¨¢ nunca- o de otros puntos en Latinoam¨¦rica no la retirar¨¢ mientras no tenga algunas seguridades de que la acci¨®n occidental con respecto a Polonia -incluyendo el refuerzo moral a los sindicatos cat¨®licos- no va a cesar o, por lo menos, las de que se va a explicar claramente a estos polacos que no recibir¨¢n ninguna clase de defensa exterior en el caso de que la situaci¨®n llegue a ser de violencia. El discurso duro de Fidel Castro en la tribuna del 26? Congreso parece ya expresar el temor de que Latinoam¨¦rica quede definitivamente abandonada a las manos de Reagan y de Haig.Todo parece indicar que los temores apuntados ya aqu¨ª mismo desde el triunfo de Reagan se pueden ir confirmando: una pol¨ªtica de entendimiento global de las dos naciones, aun en detrimento de sus aliados, y, sobre todo, de los pa¨ªses que caigan dentro de la esfera de influencia de cada uno; es decir, un renacimiento de las intenciones de reparto del mundo que presidieron las conferencias de guerra -Yalta, Potsdam- y que, a pesar de su tono, de su condici¨®n de enfrentamiento, contribuy¨® a afianzar el per¨ªodo republicano de la guerra fr¨ªa, al fortalecer la pol¨ªtica de bloques y la disciplina hacia la naci¨®n hegem¨®nica dentro de cada uno de ellos. El perfil positivo que pueda tener este tipo de entendimiento global, o de pelea de dos dentro de unas reglas establecidas por ellos mismos, que es el de la posibilidad de alejamiento de la guerra nuclear, no compensa en absoluto la lenta y poco segura conquista de los ¨²ltimos a?os: el derecho de cada naci¨®n a disponer de si misma y de su pol¨ªtica exterior, con independencia de la contracci¨®n de la pol¨ªtica de bloques; con su inevitable reflejo en la pol¨ªtica interior. Reagan ha se?alado ya que no tomar¨¢ ninguna decisi¨®n sin examen y consulta con sus aliados; esperemos que realmente sea as¨ª. Pero esperemos tambi¨¦n que esos grandes temas no dejen de aparecer en las grandes reuniones internacionales donde cada pa¨ªs tiene su voz y su voto. Que la situaci¨®n de Afganist¨¢n, la de Polonia o la de El Salvador dependa del di¨¢logo y de las concesiones mutuas -del mercado- entre Breznev y Reagan puede ser realista, pero tiene un profundo fondo de inmoralidad que, por lo menos, no debe contar con la complicidad de las naciones tenidas como menores.
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