En torno al crecimiento "excesivo" de los salarios en Espa?a
El reciente debate parlamentario con motivo de la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo ha vuelto a traer a colaci¨®n el tema del crecimiento excesivo, durante la crisis que viene padeciendo la econom¨ªa espa?ola, de los salarlos percibidos por los trabajadores. M¨¢s concretamente, al ver cuestionada por la izquierda su anunciada pol¨ªtica de moderaci¨®n salarial, el se?or Calvo Sotelo aleg¨® dos hechos como justificaci¨®n para dicha moderaci¨®n:1. Los salarios reales han aumentado en Espa?a, entre 1973 y 1979, mucho m¨¢s que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos.
2. La participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional ha aumentado entre 1973 y 1979.
Como el prop¨®sito de este art¨ªculo es centrarse en el segundo de los argumentos mencionados, s¨®lo har¨¦ un breve comentario al primero. La idea que subyace a dicho argumento es que el factor trabajo se ha encarecido m¨¢s en nuestro pa¨ªs que en nuestros competidores europeos, lo que ha debilitado nuestra posici¨®n competitiva con respecto a ellos. Sin embargo, la comparaci¨®n correcta a la hora de medir el encarecimiento relativo del factor trabajo no es mediante el crecimiento de los salarios reales, sino mediante el crecimiento de los salarios reales en comparaci¨®n con el crecimiento de la productividad del trabajo. Ello es as¨ª porque el coste medio del factor trabajo es id¨¦nticamente igual al salario medio dividido por la productividad media (se trata del cociente entre lo que cuesta una unidad de trabajo y lo que rinde dicha unidad). Pues bien, dicho coste medio del trabajo, disminuy¨® en nuestro pa¨ªs un 5,9% entre 1973 y 1979 porque, si bien es verdad que los salarios reales aumentaron, la productividad media de nuestra econom¨ªa aument¨® todav¨ªa m¨¢s deprisa (no entramos en las razones de dicho aumento, sin duda relacionado con la explosi¨®n del paro, ya que nos alejar¨ªamos demasiado del tema del art¨ªculo). En los pa¨ªses europeos, sin embargo, parece que sucedi¨® lo contrario, es decir, que se encareci¨® el factor trabajo *.
Conclusiones opuestas
En cuanto al segundo de los argumentos, los (correctos) datos aportados por el se?or Calvo Sotelo deben ser matizados y correctamente interpretados, lo que lleva a conclusiones diametralmente opuestas a las suyas.
Primero, como ya se?al¨® Felipe Gonz¨¢lez en el debate, la participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional, si bien aument¨® globalmente entre 1973 y 1979, disminuy¨® a partir de 1977, lo que matiza la idea de que la parte del pastel que les ha tocado a los trabajadores aument¨® durante la crisis.
Segundo, y esto es lo m¨¢s importante, la variaci¨®n de la participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional est¨¢ sujeta a otras fuerzas, adem¨¢s de a las demandas salariales de los trabajadores; en concreto, est¨¢ sujeta a otras dos variables: a la variaci¨®n del porcentaje que representan los asalariados con respecto a la poblaci¨®n ocupada, y a la variaci¨®n de las cuotas medias por asalariado pagadas a la Seguridad Social. Es evidente que ninguna de estas dos fuerzas es controlada por los trabajadores, si bien ellos son los beneficiarios te¨®ricos de la segunda (de ah¨ª que las cotizaciones sociales se incluyan como parte de la ?remuneraci¨®n de los asalariados?).
As¨ª pues, para analizar el comportamiento salarial de los trabajadores espa?oles durante la crisis debe analizarse c¨®mo habr¨ªa evolucionado la participaci¨®n de sus rentas en la renta nacional si se hubieran mantenido constantes, a su nivel de 1973, las otras dos fuerzas antes mencionadas, que escapan a su control. Ese es precisamente el c¨¢lculo que se presenta en el cuadro adjunto, en el cual, junto a la evoluci¨®n realmente observada de la participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional (col. 1) aparece la evoluci¨®n de dicha participaci¨®n si se hubieran mantenido constantes la estructura de la poblaci¨®n ocupada (col. 2); las cuotas a la Seguridad Social (col. 3) y ambas fuerzas (col. 4).
Las cifras no pueden ser m¨¢s elocuentes. Si las dos fuerzas cuyo control no depende de los trabajadores se hubieran mantenido constantes a lo largo de la crisis, la participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional habr¨ªa disminuido en casi cuatro puntos, en vez de aumentar dos y medio, como ocurri¨® debido a la negativa influencia de la asalarizaci¨®n de la poblaci¨®n ocupada espa?ola y del aumento de las cuotas medias a la Seguridad Social. Dicha disminuci¨®n habr¨ªa sido constante en todos los a?os de la crisis, salvo en 1976.
En suma, pedir a los trabajadores que soporten una moderaci¨®n salarial porque durante la crisis han visto mejorada su posici¨®n distributiva es un argumento que, a la vista de los datos, resulta insostenible. No quiere ello decir, sin embargo, y esto merece ser resaltado, que la moderaci¨®n salarial no est¨¦ justificada como medida para salir de la crisis. Puede que lo est¨¦ (como apunt¨® el se?or Calvo Sotelo) como v¨ªa para la recomposici¨®n de los deteriorados beneficios de las empresas. Puede que no lo est¨¦ (como apunt¨® alg¨²n diputado de la izquierda) por las negativas consecuencias que acarrear¨ªa en cuanto a la ya bastante acusada aton¨ªa de la demanda (no olvidemos que los principales consumidores son los trabajadores). Por ¨²ltimo, puede que no sea la medida m¨¢s acuciante en un clima de incertidumbre e inestabilidad, poco favorable a la inversi¨®n. Lo que s¨ª queda claro a partir de los c¨¢lculos elaborados en este art¨ªculo es que para convencer a los trabajadores de que acepten una moderaci¨®n salarial (a¨²n mayor de la ya observada hasta ahora) no es l¨ªcito acudir a los argumentos distributivos alegados por el se?or Calvo Sotelo o, por decirlo de otra manera, una de las contrapartidas de la moderaci¨®n salarial no puede ser la evoluci¨®n pasada de la participaci¨®n de las rentas salariales en la renta nacional.
* V¨¦ase, a este respecto, Jeffrey D. Sachs, ?Wages, Profits and Macroeconomic Adjustment: A Comparative Study?, Brookings Papers on Economic Activity, 2, 1979. P¨¢gs. 269-319.
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