Libertad, democracia y constituci¨®n
LA MANIFESTACI?N convocada para esta tarde por todas las fuerzas pol¨ªticas aut¨¦nticamente comprometidas con la libertad, con la democracia y con la Constituci¨®n triple y ¨²nico lema que encabezar¨¢ esas movilizaciones debe ser una ejemplar respuesta de los ciudadanos de este pa¨ªs a la inaudita provocaci¨®n que signific¨® el asalto armado al palacio del Congreso por un pelot¨®n faccioso y el secuestro, durante diecis¨¦is horas, de los representantes de la soberan¨ªa popular y de los miembros del Poder Ejecutivo.La humillaci¨®n, la agresi¨®n y las amenazas contra los diputados y ministros alcanzan igualmente a los millones y millones de espa?oles que enviaron a las Cortes Generales a esos mandatarios pol¨ªticos con el encargo de articular, en forma de leyes y de actos de gobierno, sus deseos, sus necesidades y sus ideas. Los cobardes golpes propinados f¨ªsicamente al teniente general Guti¨¦rrez Mellado fueron asestados moralmente a la inmensa mayor¨ªa de sus compatriotas. Y los vej¨¢menes, intimidaciones y zafiedades dirigidos por los asaltantes a los secuestrados congresistas apuntaban, en realidad, por encima de sus cabezas y m¨¢s all¨¢ de las paredes del palacio de la carrera de San Jer¨®nimo, contra el honor, la dignidad y la sensibilidad moral de los ciudadanos que, con sus sufragios, les hab¨ªan otorgado la inviolabilidad que el art¨ªculo 66 de la Constituci¨®n les reconoce. Diputados y ministros tuvieron su vida pendiente de un hilo precisamente por haber aceptado el mandato pol¨ªtico de sus electores. Justo es que hagamos todos el m¨ªnimo gesto de solidarizarnos en las calles con nuestros congresistas, a la vez que ratifiquemos, junto con los representantes de la soberan¨ªa popular, nuestro compromiso con la libertad, la democracia y la Constituci¨®n.
La defensa de las instituciones parlamentarias incluye, por supuesto, a la figura y a la persona de Juan Carlos I, citado expresa y nominalmente en el art¨ªculo 57 de la Constituci¨®n. Porque si el Rey ha sido desde su coronaci¨®n el motor del cambio y el gran impulsor de la devoluci¨®n de las libertades y de la soberan¨ªa al pueblo espa?ol, la noche del 23 de febrero ha mostrado a los ciudadanos que don Juan Carlos es tambi¨¦n el primer y m¨¢s celoso guardi¨¢n de las leyes y del orden constitucional. Y el triple lema -libertad, democracia, Constituci¨®n- implica, igualmente, la referencia a Espa?a, que no es una misteriosa sustancia hipostasiada por encima de los hombres y mujeres de carne y hueso que la habitan, sino la expresi¨®n de las voluntades y los deseos de los espa?oles y la suma acumulada de los valores humanistas, culturales y populares transmitidos de generaci¨®n en generaci¨®n. Porque, como bien dec¨ªa la declaraci¨®n institucional del Congreso de anteayer, ?un aut¨¦ntico grito de i Viva Espa?a! no encierra una verdad distinta que el de i Viva la Constituci¨®n! y i Viva la democracia! ?.
Sin duda, una concentraci¨®n popular de este g¨¦nero puede servir de pretexto para provocaciones de todo tipo, incluso criminales, por parte de los grupos fascistas y ultraderechistas, siempre dispuestos, al igual que los terroristas de ultraizquierda, a deteriorar el clima de la convivencia ciudadana, a fin de crear el adecuado caldo, de cultivo para el golpismo. Pero los ciudadanos de este pa¨ªs que aman la libertad, quieren la democracia y han sentido su honor y su dignidad ultrajados por el asalto al Congreso no pueden sino afrontar esos eventuales riesgos. Porque los golpistas y los financiadores de autobuses y peri¨®dicos para la subversi¨®n deben saber que su soledad en el seno de la sociedad civil espa?ola es, al menos, tan grande como su ausencia de respaldo dentro de los institutos militares. Los espa?oles aceptan, sin reservas, la disciplina militar durante su per¨ªodo de servicio obliga torio, pero no est¨¢n dispuestos a que nadie les obligue, con la cobarde amenaza de unas metralletas apuntando contra sus corazones o sus cabezas, a sentarse, a callar o a poner las manos sobre los respaldos, como si de ni?os o de presos se tratara. La soberan¨ªa popular, los derechos humanos y las libertades p¨²blicas, el control del Gobier no por un Parlamento designado por sufragio universal en elecciones libres y las instituciones auton¨®micas son algunas de las cosas que una sociedad de adultos, de seres libres y de personas dignas tienen que defender.
La presencia en la convocatoria de la manifestaci¨®n de Alianza Popular puede ser motivo de leg¨ªtima satisfacci¨®n para sus l¨ªderes, seguidores y votantes. Desde aqu¨ª queremos dejar constancia de ese loable gesto, que sit¨²a decidida e inequ¨ªvocamente al partido de Manuel Fraga en el ¨¢mbito de la Constituci¨®n y del pluralismo. La participaci¨®n de UCD posee la significaci¨®n a?adida de que el Gobierno del Estado y el m¨¢s importante grupo parlamentario se hallan en manos de ese partido. La concurrencia de la izquierda con representaci¨®n parlamentaria garantiza, por lo dem¨¢s, que el arco constitucional quede completo. Entre todos debemos impedir que los fan¨¢ticos conviertan a este hermoso y antiguo pa¨ªs en un campo de batalla, en un cementerio o en un campo de concentraci¨®n. Y contra ellos debemos afirmar, sin rencor, pero con energ¨ªa, los principios de la vida, la libertad, la democracia y la felicidad.
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