Un vitalista incansable para el que la tristeza era un lujo
Eran las cinco de la tarde del domingo pasado. Cunqueiro estaba, aparentemente tranquilo, aunque muy p¨¢lido y debilitado, en la mesa camilla de su biblioteca, en la casa familiar del n¨²mero 44 de Marqu¨¦s de Valladares, Vigo, cuando la hermana del escritor abri¨® la puerta a Ram¨®n Chao, al editor Juli¨¢n Maure y a este cronista.Nos recibi¨® inmediatamente, con un brillo de alegr¨ªa en sus ojos cansados y gravemente afectados por una p¨¦rdida de visi¨®n progresiva que origin¨® la mayor pena de sus ¨²ltimos tiempos: no poder leer.
Ram¨®n Chao quer¨ªa hablar con Alvaro Cunqueiro del libro que est¨¢ escribiendo sobre su propio pasado familiar, pues sabe bien que el brujo de Mondo?edo conoc¨ªa como nadie los avatares que el periodista gallego afincado en Par¨ªs quiere relatar bas¨¢ndose en la figura de su propio padre. ? ?Qu¨¦ simp¨¢tico era aquel viejo cuando discut¨ªa en los caf¨¦s de Villalba o cuando regateaba los precios de alg¨²n producto de la plaza!?, exclam¨® Cunqueiro.
El editor Maure hab¨ªa querido acudir a casa del escritor para obsequiarle con la reci¨¦n aparecida edici¨®n gallega del libro de los franceses Barret-Gougand Priez pour nous ¨¢ Compostelle, que el mejor escritor gallego de la posguerra recibi¨® con deleite.
En un momento de la conversaci¨®n, ¨¦l mismo cogi¨® el tel¨¦fono cuando llegaba una comunicaci¨®n de EL PAIS para el cronista. ?Dale recuerdos a don Alvaro?, encargaban desde el peri¨®dico, y, cuando estos saludos fueron transmitidos, Cunqueiro pareci¨® conectar de repente con uno de los mundos que le fueron m¨¢s gratos a lo largo de su vida, con el periodismo, del que dijo alguna vez al cronista que le hab¨ªa aportado la posibilidad de ?escribir un art¨ªculo sobre cualquier cosa en cualquier momento ?.
La ¨²nica prisa que no ten¨ªa era la de su propia muerte, este vitalista incansable. Son muchas las conversaciones sostenidas con ¨¦l en las que siempre emerg¨ªa, como un aldabonazo, la expresi¨®n de que ?la vida es muy hermosa?. ? Por la vida paga la pena cualquier cosa?, me dijo una vez en Vigo, ?paga la pena el entorno, la amistad, el amor?. Quienes frecuentaron la larga y dif¨ªcil enfermedad. que le condujo a la muerte saben bien que Alvaro Cunqueiro no permiti¨® nunca que la tristeza invadiera sus sentimientos. ? La tristeza es un lujo que s¨®lo se pueden permitir los j¨®venes?, sol¨ªa decir a los amigos que le aventajaban en a?os.
Cunqueiro, incansable viajero y escrutador inteligente de los paisajes y las gentes m¨¢s remotos, se nos fue dejando tras de s¨ª la estela de una exquisita fidelidad a s¨ª mismo y a su obra, de la que pocos autores pueden hacer gala. En el fondo, segu¨ªa siendo el mismo que escrib¨ªa versos y publicaba los primeros art¨ªculos en El Pueblo Gallego, hace cincuenta a?os. A los diez a?os escribi¨® su primer trabajo creativo, una historia de pieles rojas en la que los rostros p¨¢lidos hablaban en castellano y los cheyenes se expresaban en gallego.
Quien se sent¨ªa mejor instalado en la lengua gallega para escribir (?Siempre hay una lengua de fondo y la m¨ªa es el gallego ?) y supo ser a la vez excelente escritor en castellano (?El castellano es para m¨ª otra lengua que tiene el sabor de algo que me es propio?) se nos acaba de marchar, preso tal vez de una de las pocas tristezas que pod¨ªan hacerle mella, el miedo a la violencia, que Cunqueiro odiaba particularmente. Acaba de morir un pariente de sangre de Valle Incl¨¢n que era mucho m¨¢s que el nieto de la prima camal del. autor de Tirano Banderas. Era tambi¨¦n su pariente en las letras.
Repaso de una vida
Por eso estremece recordar ahora las palabras que me dijo hace un a?o, en plena enfermedad ya, haciendo una autocr¨ªtica impresionante. ?Pude y deb¨ª haber escrito m¨¢s libros. A veces pienso que no hice nada. Que no tiene importancia mayor todo lo que llevo escrito. Que quiz¨¢ los temas que m¨¢s me importaron no los escrib¨ª o los dej¨¦ perdidos en algunas p¨¢ginas de mis libros. Me gustar¨ªa volver a escribir algunos libros de modo diferente. Quiz¨¢ tuve demasiada prisa para escribir y por eso ahora mis libros me parecen un poco triviales. Nunca estoy satisfecho de lo que hice y muchas veces me sorprende comprobar c¨®mo ahora es cuando se reconoce la importancia de mi obra, con tesis doctorales en universidades americanas y espa?olas, en un momento en que yo no la valoro demasiado. En un momento en que pienso que deb¨ªa haber escrito quiz¨¢ las mismas cosas, pero de otra manera. Deb¨ª montar un tinglado distinto al que mont¨¦?. Venerable Cunqueiro que se acaba de ir definitivamente al encuentro de las meigas.
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