La Orquesta Mondrag¨®n, m¨¢s m¨²sica que espect¨¢culo
Cuando hace unos a?os la Orquesta Mondrag¨®n se presentaba en Madrid por vez primera (sin disco), ¨¦ramos cuatro o cinco en el teatro de la Comedia. Cuando la Orquesta Mondrag¨®n actu¨® anteayer en el Pabell¨®n del Real Madrid, 4.000 almas intentaban no enterarse de la angustia de sus apretujados y sudorosos cuerpos. Hace a?os parec¨ªa casi imposible que la Orquesta Mondrag¨®n pudiera crear en disco la misma excitaci¨®n que en sus actuaciones; hoy es obvio que es uno de los grupos m¨¢s vendedores de nuestro pa¨ªs.Y una de las muestras m¨¢s claras de esos cambios son las nuevas pel¨ªculas con que la Orquesta ameniza su espect¨¢culo. Antes eran en blanco y negro; ahora las hay en color. Buen ¨ªndice de la progresi¨®n econ¨®mica del grupo.
La cosa, el concierto, empez¨® con un retraso considerable, siguiendo aquella norma culinaria de que es bueno hacer esperar para que la paella sepa mejor. As¨ª que tras la impuntualidad de rigor salieron Los R¨¢pidos, grupo de rock-pop que ya se hab¨ªa movido por Madrid y que se encuentra a la espera de su primer elep¨¦. No estuvieron mal. Aunque su bater¨ªa sonaba a cualquier cosa y la voz no es nada del otro jueves, tienen una serie de canciones bien hechas y bien montadas. Como eran los teloneros, la gente pareci¨® pasar algo de ellos; pero al menos no les pitaron, que ya es todo un dato.
Y para la Orquesta, apag¨®n. No hab¨ªa hecho sino comenzar su actuaci¨®n, cuando se van muchas luces y mucho sonido. Nueva espera y nueva desesperaci¨®n. Pero, como para llevar la contraria a quienes hablan de nuestra impaciencia, all¨ª no pas¨® nada. En esta ocasi¨®n y por encima de su habitual sentido del espect¨¢culo (enanos, geishas, filmes, disfraces), lo de la Orquesta Mondrag¨®n fue, ante todo, m¨²sica. Inteligente movida de una gente que sabe que no puede basar todo su atractivo en divertidas gansadas m¨¢s o menos bien compuestas.
Arropados por una secci¨®n de viento nada habitual en nuestro pa¨ªs, con el saxo de Luis Cobos recuperando el instrumento para la rocker¨ªa hispana, aquello iba por donde al grupo le interesa: conseguir que sus canciones valgan por s¨ª mismas. Como adem¨¢s ten¨ªan muchas luces, aunque utilizadas sin grandes dosis de imaginaci¨®n ni gusto, y un sonido capaz de romper los t¨ªmpanos como al personal le gusta, el conjunto de los elementos daba como resultado un todo convincente.
La Orquesta Mondrag¨®n siempre ha sido muy ecl¨¦ctica, se encuentra a caballo de todos los g¨¦neros y su ¨²nico factor distintivo es la voz cambiante de un Javier Gurruchaga trajeado muy bellamente. Pueden hacer lo que quiera (mayormente, rock) y eso hace, utiliza cuanto recurso r¨ªtmico o mel¨®dico se le viene a mano y lo encaja en unas letras que suelen ser de un realismo surrealista curioso. La gente le pidi¨® m¨¢s; ellos se lo dieron. No fue un ¨¦xtasis, pero s¨ª un convencimiento.
Esa gente da algo por el dinero que cuesta y eso es algo que entre nosotros no se da a menudo. Tal vez por eso llena y vende. Pura justicia.
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