Una parodia
El teatro es un gran delator. Cuando representa un texto rechaza de ¨¦l lo que no le pertenece, se queda s¨®lo con lo que es suyo y denuncia su consistencia y su inconsistencia. Los profesionales del teatro saben bien lo dif¨ªcil que es juzgar, pronosticar sobre un texto antes de su representaci¨®n, y concretamente de su representaci¨®n con p¨²blico. Romero Esteo, un autor con aura antigua -en el papel, en la lucha por estrenar, en los libros doctorales-, entrega al teatro su Vodevil de la p¨¢lida, p¨¢lida, p¨¢lida, p¨¢lida rosa y el teatro, con su p¨²blico, con sus actores, denuncia r¨¢pidamente lo que tiene dentro. Romero Esteo habla de ?antiteatro? y la presentaci¨®n devuelve aquello con que se queda: Pedro Mu?oz Seca, Enrique Jardiel Poncela. Pretende una descomposici¨®n intelectual de la burgues¨ªa y sus h¨¢bitos y recibe simplemente una parodia: como las de Ramos de Castro -?Pare usted la jaca, amigo?, o los doblajes del ?celuloide rancio?-; intenta un lenguaje nuevo, una sem¨¢ntica atroz, y del escenario salen juegos de palabras, chistes de calendario, frases de los tiempos heroicos de la revista del teatro Mart¨ªn. Juegos con t¨ªtulos de canciones, alusiones a nombres propios, pareados. El intento de superrealismo se queda en el g¨¦nero que se llam¨® ?disparate c¨®mico?. Cuando el autor lleva su burla a montar el texto sobre consonancias f¨¢ciles (Lola-sola-pianola-pianlo de cola-espa?ola ... ) tiene tal confianza en ese rasgo de ingenio en el que cree firmemente que lo repite sin parar durante dos horas. Hasta conseguir que sobre la buena voluntad de escucha del espectador prevalezca el aburrimiento y el hast¨ªo.Como el teatro es un gran delator, el p¨²blico r¨ªe y aplaude al principio lo que la obra tiene de parodia: de una parodia m¨¢s; lo que tiene de chistes, lo que tiene de ripios de los que se ven venir y da risa hallarlos. Lo que tiene de enredo de confusi¨®n de cad¨¢veres. Si hay algo m¨¢s, no traspasa el tel¨®n; la mera teor¨ªa, la supuesta investigaci¨®n ling¨¹¨ªstica, el antiteatro, quedan al otro lado del tel¨®n y no llegan nunca al p¨²blico.Los profusos estudios que han provocado a los ensayistas los textos de Romero Esteo no aparecen en la pr¨¢ctica del escenario. Se quedan en los libros.
El vodevil de la p¨¢lida, p¨¢lida, p¨¢lida, p¨¢lida rosa, de Miguel Romero Esteo
Int¨¦rpretes: Carmen de la Maza, Manuel de Blas, Mayrata O'Wisiedo, Angel Rodr¨ªguez, Juan Carlos S¨¢nchez, Jos¨¦ Albert, Fernando Hern¨¢ndez, Te¨®filo Calle, Nuria Soler, Teresa del R¨ªo. Vestuario de Bambalina y Francisco D¨ªez.Escenograf¨ªa de Jos¨¦ Luis de Dios. Direcci¨®n de Jos¨¦ D¨ªez. Estreno: teatro Jacinto Benavente. 5 de marzo de 1981.
Se advierte todo esto en una l¨ªnea fronteriza entre las dos parles. En la primera el autor se retiene menos en su imitaci¨®n del teatro c¨®mico burgu¨¦s (la intenci¨®n cr¨ªtica no prevalece) y gusta m¨¢s. La segunda parte trata de avanzar un poco m¨¢s en el camino del absurdo, en el del realismo grotesco; se queda en la retaguardia de la antigua vanguardia y opera ya sobre el cansancio del p¨²blico, que ya reacciona menos a la comicidad traum¨¢tica y que se sabe demasiado bien su Jardiel como para asombrarse de las escenas de conjunto disparatado.
La direcci¨®n de Jos¨¦ D¨ªez, la excelente interpretaci¨®n, defienden la obra con ese sentido de la recuperaci¨®n del teatro c¨®mico antiguo, y lo consiguen en muchos puntos. Sobre todo, Carmen de la Maza, que hace un trabajo de primer orden en el subrayado de frases dirigidas al p¨²blico, en la acentuaci¨®n de la comicidad; como Teresa del R¨ªo, como Mayrata O'Wisiedo. En estilo de la parodia enf¨¢tica y muy ostensible est¨¢n tambi¨¦n Manuel de Bias, Juan Carlos S¨¢nchez, Te¨®filo:Calle, con Angel Rodr¨ªguez, Jos¨¦ Albert, N uria Soler. La escenograf¨ªa de Jos¨¦ Luis de Dios, la m¨²sica de Angel Botia, forman parte tambi¨¦n de lo que es grato de ver en esta obra.
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