Europa Latina, s¨ª; pero ?Am¨¦rica Latina?
A don Ra¨²l Grien, escritor y economista, en su art¨ªculo del 15 del pasado mes de octubre publicado en EL PAIS, no le gusta el t¨¦rmino Iberoam¨¦rica, ni lo de iberoamericanos para las inmensas tierras que van de R¨ªo Grande a Punta Arenas y sus habitantes; por ello titula el citado art¨ªculo con esa especie de anatema a lo Delenda est Carthago, con que el empleo actual del adverbio no antepuesto ha acu?ado un uso idiom¨¢tico de nuestro tiempo: No a Iberoam¨¦rica.
?Y por qu¨¦ a don Ra¨²l no le gusta? Pues porque ¨¦l defiende un criterio filol¨®gico para semejantes denominaciones. Los criterios ¨¦tnicos, geogr¨¢ficos o de or¨ªgenes colonialistas no le parecen aplos, si bien es cierto que son criterios como los dem¨¢s, entre ellos el filol¨®gico.
Cuando desde Espa?a, ?siempre tan suya?, se empecinaban en llamar Hispanoam¨¦rica a las tierras de habla castellana, se utilizaba la parte por el todo, escribe el se?or Grien, ya que toda Am¨¦rica no era hispana, y ello es una verdad patente; ser¨ªa un tema atractivo para una tesina o tesis el que un joven estudioso averiguara de verdad y con seriedad documental cu¨¢ndo, d¨®nde y por qui¨¦n se comenz¨® a usar la voz Latinoam¨¦rica, o la equivalente expresi¨®n de Am¨¦rica Latina.
Con mucha raz¨®n afirma el articulista que es irreal el concepto de raza latina, y si bien el t¨¦rmino raza es todav¨ªa muy discutido, todos nos entendemos al diferenciar la llamada raza amarilla de la negra, cobriza o blanca y a las cuatro entre s¨ª, pero eso de raza latina, germana, etc¨¦tera, es una falsedad; mucho menos existe la raza espa?ola y el concepto racial o ¨¦tnico no sirve para denominar a un conglomerado como el americano. El incorrecto D¨ªa de la Raza o de la Hispanidad (t¨¦rmino tan preciado por una pol¨ªtica falsa, dictatorial y triunfalista), o se llama D¨ªa de las Razas, o de manera que nada tenga que ver con tal concepto.
En el fondo de la cuesti¨®n, lo que determina la actitud ?tan suya? del Latinoam¨¦rica y del Hispanoam¨¦rica no es otra cosa que resabios m¨¢s o menos dormidos entre combatientes de hace unos 160 o 170 a?os (por dar cifras redondas); el espa?ol se empecina y el americano tambi¨¦n; as¨ª que en los dos ex combatientes est¨¢ m¨¢s o menos vigente la gran cabezoner¨ªa: en la voz Hispanoam¨¦rica, pese al latinismo, est¨¢ impl¨ªcita la presencia de Espa?a; en la voz Latinoam¨¦rica tal presencia desaparece.
Epocas de vivo romanticismo posbeligerante, cuando la c¨¦lebre pol¨¦mica, ling¨¹¨ªstica entre el desmesurado rom¨¢ntico argentino Sarmiento y el venezolano Andr¨¦s Bello, la cabeza filol¨®gica m¨¢s ilustre de habla castellana de su tiempo, determinaron que algunos extremistas pensaran en el t¨¦rmino Indoam¨¦rica para borrar toda huella hispana, pero se cay¨® mucho m¨¢s tarde en la cuenta que lo de Indo ven¨ªa de la antigua India de Asia y supon¨ªa, despu¨¦s de todo, una denominaci¨®n for¨¢nea, y lo de am¨¦rica proven¨ªa del sortario (en el espa?ol de Venezuela, sortario es un sujeto con suerte) Am¨¦rico Vespucio. La voz Indoam¨¦rica, ?ay!, era un extranjerismo, aunque no falte quien la use todav¨ªa por aquellas tierras.
Pero el se?or Grien defiende un criterio filol¨®gico y le parece perfecta la denominaci¨®n de Latinoam¨¦rica; por eso pregunta razonadamente: ??Qu¨¦ ser¨ªa Ib¨¦roam¨¦rica? ?La Am¨¦rica que tuvo o tiene iberos? ?La descubierta o colonizada por los iberos?? Le pregunto, a mi vez: ?y qu¨¦ es Latinoam¨¦r¨ªca? ?La Am¨¦rica que tuvo o tiene latinos? ?La descubierta o colonizada por los habitantes del Lacio?
Voces de laboratorio
Tanto la voz Iberoam¨¦rica como la de Latinoam¨¦rica son voces de laboratorio ling¨¹¨ªstico y no han surgido a trav¨¦s del tiempo, como Andaluc¨ªa de Al-Andalus, ejemplo que aduce equivocadamente el articulista; no es que los andaluces, de buena ma?ana, hayan decidido llamarse as¨ª, como (seg¨²n afirma el se?or Grien) han decidido los trescientos millones de aquellas tierras llamarse latinoamericanos, quienes, por supuesto, tienen derecho a llamarse como deseen; pero lo que no se puede defender es que semejante neologismo observe un criterio filol¨®gico, porque si la voz Hispanoam¨¦rica incurre en tomar la parte por el todo, la voz Latinoam¨¦rica, tambi¨¦n.
Filol¨®gicamente, las lenguas derivadas del lat¨ªn, como todos sabemos, son las llamadas neolatinas, o sea, las actuales lenguas de la Pen¨ªnsula ib¨¦rica, el franc¨¦s, el italiano, el rumano y el retorromano de Suiza, y la voz Latinoam¨¦rica comprende s¨®lo a los que hablan portugu¨¦s, espa?ol, y la exigua m¨ªnor¨ªa que oficialmente habla franc¨¦s. Si consultamos la gu¨ªa telef¨®nica de cualquier capital de la Am¨¦rica de habla espa?ola y portuguesa, los apellidos extranjeros son legi¨®n, y los italianos, en proporci¨®n relevante, como en Argentina o Venezuela, por ejemplo; pero lo que all¨ª se ha aprendido es el castellano o portugu¨¦s, seg¨²n donde se viva. La voz Latinoam¨¦rica, por tanto, no recoge a todos los que hablan lenguas rom¨¢nicas o neolatinas, sino a parte: a dos de ellas.
Hay, pues, una Europa latina, la que tuvo como base ling¨¹¨ªstica a aquella gran lengua que unific¨® la comunicaci¨®n de buena parte del mundo ind¨ªgena de la piel de toro (Vasconia aparte), las tribus de c¨¢ntabros, astures, vacceos, ar¨¦vacos, tartesios, etc¨¦tera, que ten¨ªan lenguas propias distintas y no escritas, las cuales unificaron su expresi¨®n ling¨¹¨ªstica, y el lat¨ªn ha llegado a ser gallego, portugu¨¦s, castellano, catal¨¢n, franc¨¦s, italiano, rumano y retorromano. Tenemos una Europa latina, en t¨¦rminos filol¨®gicos, pero no una Am¨¦rica latina, en esos mismos t¨¦rminos.
Parcialismo
Con la voz Iberoam¨¦rica tal vez se haya querido obviar el parcialismo de Hispanoam¨¦rica, y toda vez que los pueblos primeros en llevar su lengua y su cultura, buena o mala, al continente descubierto por ellos fueron espa?oles y portugueses, el nombre de Iberoam¨¦rica (puramente geogr¨¢fico lo de Ibero, porque la gens ib¨¦rica es mera arqueolog¨ªa enmara?ada) lleva impl¨ªcito el de esos dos pueblos; verificar el hecho resulta molesto desde, la otra orilla atl¨¢ntica y se desecha el criterio de or¨ªgenes por cargante; entonces se recurre al criterio filol¨®gico; lo que ocurre es que en el caso de la voz Latinoam¨¦rica falla, aunque resulte precioso tender un hilo directo entre las riberas del Atl¨¢ntico y las orillas del Tiber, y as¨ª Am¨¦rica es latina, aunque no hable oficialmente lat¨ªn ni italiano.
Pero como todos somos cabezotas y cabezudos, unos seguir¨¢n con su Latinoam¨¦rica y otros seguiremos con nuestro Iberoam¨¦rica, aunque infinidad de periodistas y escritores espa?oles usan la voz Latinoam¨¦rica, sin hacerse cuesti¨®n de lo que dicen ni tal vez les importe mucho; lo que s¨ª es cierto es que los anatemas no servir¨¢n de nada. Todo es cuesti¨®n de preferencias, de resentimientos, de supremac¨ªas. Los hechos est¨¢n ah¨ª y su interpretaci¨®n es cuesti¨®n de tiempo y geograf¨ªa. Aducir criterios filol¨®gicos no es serio, pero llamarse uno como quiere es perfectamente l¨ªcito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.