Tristeza
?Volver¨¦, despu¨¦s de tan largo des¨¢nimo, a escribir en este ¨®rgano de formaci¨®n p¨²blica?, dej¨¢ndome mover por esta tristeza que no acaba de quit¨¢rseme al cabo de los d¨ªas: tristeza no ya por la fantochada que una pasada noche tuvimos ocasi¨®n, de padecer, sino por su posterior manejo de parte de los poderes, y sobre todo por la inerte obediencia de, al parecer, una gran masa de conciudadanos. ?Podr¨¢n hoy algunos leer serenamente, tras los d¨ªas de las vanas exaltaciones, unas pocas palabras de verg¨¹enza p¨²blica y de desenga?o?Porque al fin, aquello de esa noche, ?a qu¨¦ montaba? Aspavientos de t¨ªteres ilusos, se?ores m¨ªos, que les importaban mucho a ellos, en todo caso a cuatro gatos que, aunque la funci¨®n durara s¨®lo un d¨ªa, pod¨ªamos vernos favorecidos por la atenci¨®n de alg¨²n Idealista caldeado; pero ?a lo p¨²blico?, ?a la cosa p¨²blica?, ?a eso que llaman ustedes pueblo? ?Qu¨¦ le iba ni ven¨ªa al pueblo en esos eructos de pesadilla trasnochada?
?Se?or de los Ej¨¦rcitos!, pero ?es posible que a estas alturas no sienta todav¨ªa la gente de esta bendita tierra cu¨¢l es el tipo de poder que est¨¢ pesando sobre sus sufridos lomos?: ?no reconoce en sus llagas de cada d¨ªa las se?ales de esta m¨¢quina de dominio, actual y real, que los cultos titulamos tecnocracia?; ?la condena a la carrera de precios y salarios que el nuevo capital necesita, para asentar en la inestabilidad peirpetua su permanencia y su manejo de masas distra¨ªdas en el anhelo de un futuro sempiterno?, ?la destrucci¨®n de sus ciudades por la construcci¨®n planeada desde arriba?, ?las ¨¢reas de desiertos en sus campos y los millones de horas de paro, ansioso, sin embargo, de trabajo?, ?la invasi¨®n de autos, televisores y chismes que nadie pide, pero que hay que tragarse porque as¨ª lo necesitan no s¨®lo las empresas, sino tambi¨¦n los defensores de puestos de trabajo?, ?el agobio de unos impuestos destinados al derroche de billones anuales en autopistas y en aparato de seguridad (?una santa ser¨ªa su madre!) y en otras atenciones por el estilo?, ?el caos organizado desde arriba por las planificaciones burocr¨¢ticas y cibern¨¦ticas?, ?la progresiva idiotizaci¨®n de los consumidores, que debe acompa?ar necesariamente a la proliferaci¨®n progresiva de sus masas?, ?la condena a un ideal de progreso que ahogue todos los lamentos y nos ciegue para cualquier an¨¢lisis de los sufrirnientos y mentiras cotidianos? ?Tengo que dar m¨¢s se?as?, ?no saben de verdad ustedes todav¨ªa, se?ores conciudadanos, lo que es ese tipo de dominio que padecen? ?O es que no calculaban ustedes bien el peso enorme de esa m¨¢quina, para creer que semejante artilugio pudiera desmontarlo un espanto de los cuernos de don Friolera?
Pero vamos a ver, se?ores: que haya entre las filas del numeroso y democr¨¢tico y progresivo oficialato del Ej¨¦rcito una media docena de cabezas estrelladas que no acaban de enterarse, y que se creen que este tipo de Estado es del que se toma a golpes, como en el... (?iba yo a decir el 36?; ?no, hombre no!, que aquello ya fue un fracaso por mitad y le cost¨® a la dictadura tres a?os de guerra el establecerse), como en el veintitr¨¦s -digamos-, o como en Bolivia (?con lo de prisa que va el progreso, Jes¨²s m¨ªo! eso al fin y al cabo, ?qu¨¦ tiene de particular?; eso pasa hasta en las mejores tecnocracias. Y que surjan, de cuando en cuando, un par de idealistas duros y puros dispuestos a morir por la regeneraci¨®n y por la idea (y a matar, claro, que para eso sirven las ideas), eso ?a qui¨¦n puede sorprenderle?; son amenidades de las que ni mucho menos se pi, ¨ªvan los m¨¢s serios y progres de los Estados, y que cumplen dentro de ellos su funci¨®n debida: la que en estos d¨ªas justamente, se?ores m¨ªos, han cumplido y siguen cumpliendo entre nosotros. Y que las tristes jerarqu¨ªas de la Iglesia y los no menos tristes prohombres americanos de esa ominosa Alianza Atl¨¢ntica, de quieries se me dice que unos y otros guardaron una prudente reserva durante la noche del divertimento, ?hasta ver qu¨¦ pasaba?, que tampoco esos personajones se enteraran demasiado de qu¨¦ iba, ?qu¨¦ m¨¢s da?, si adem¨¢s, el breve lapsus de esa noche va a serles generosamente perdonado, para que contin¨²en unos y otros sus tejemanejes con la democracia salvada y normalizada. M¨¢s a¨²n: que esos pocos eentenares o millares de pol¨ªticos que le han cogido gusto a lo de hacerse de representantes de la voluntad popular y que en justa penitencia se pasan los d¨ªas, los pobres, con la cabeza llena de nombres, cifras y preocupaciones burocr¨¢ticas que no pueden dejarles mucho vagar para pensar sobre las cosas que ellos tampoco acaben de discernir mucho entre las cuestiones reales y los, como dice el camarada, fen¨®menos superestructurales, eso tambi¨¦n es comprensible: no va uno a pedirles a los pol¨ªticos que entiendan lo que pasa: si no, no s¨¦ de qu¨¦ iban a discutir en sus congresos.
Pero ?ustedes, se?ores?, ?ustedes, los que andan por ac¨¢ abajo y no tienen grandes ideales ni grandes intereses en el aparato del capital y del Estado que les estorben para entender?, ?c¨®mo han podido ustedes, en tan gran n¨²mero como cantan los ¨®rganos de conformaci¨®n (que se han hecho pagar, como siempre, unas l¨ªneas de noticia ¨²til con una balumba de ret¨®rica obnubiladora), c¨®mo han podido ustedes en tan gran-n¨²mero seguir seriamente tantos d¨ªas los sustos y bambollas de pistolones de la Espa?a eterna y de l¨ªderes de la nueva Espa?a sus algaradas y sus bulos fren¨¦ticos y sus entusiasmos de all¨¢ arriba?
?Habr¨ªa sido tan hermoso que, al menos despu¨¦s,de unas horitas para cerciorarse de que no pasaba nada (porque, ?qui¨¦n sabe!: siempre pod¨ªa pasar algo, ?no?), hubieran ustedes dormido la consiguiente indignaci¨®n de que un Estado serio (y que se lo hace pagar, ?loados sean sus muertos!) permita que de propina se le impongan al p¨²blico semejantes carnavaladas, pero la hubieran ustedes dormido. y se hubieran levantado despejados, con un digno olvido de los mequetrefes idealistas y de los que los aguantan y cultivan para honrarse en la comparaci¨®n, y clue se hubieran ustedes ido a sus quehaceres, algo cabizbajos por la, verg¨¹enza p¨²blica, ocultando honestamente la amargura de la afrenta, y que todas las comidillas, bullas y jaleos posteriores hubieran ca¨ªdo por las calles en un inmenso, en un espl¨¦ndido silencio por parte de ustedes, se?ores m¨ªos! ?Habr¨ªa sido tan hermoso!
Pero no ha podido ser: han tenido que hacer ustedes lo que estaba mandado hacer: lo que estaba hecho.
?Ay!, ?no bast¨® con tener, durante toda una noche, que contemplar c¨®mo un aparato que, pesando sobre ustedes como el de un Estado a la moderna y como Dios manda, les ofrece en compensaci¨®n la promesa de seguridad (y que en efecto, a la menor les planta a ustedes dos metralletas en plena Gran V¨ªa, a la esquina de cualquier banco que ha percibido la m¨¢s leve sombra de amenaza) ese mismo no serv¨ªa para guardar de una docena de cabecitas locas las puertas de la casa donde sus propios prohombres discut¨ªan sus asuntillos, y les proporcionaba, en cambio, a ustedes (en directo, ?c¨®mo les gusta!) un trozo de pel¨ªcula mala de terror y de heroismo negro? No, no bast¨® -parece-; encima han tenido que aguantar durante semanas a los progres y enteraos sacando de los cajones de sus viejos fantasmas toda clase de noticiones secretos y de proclamas, y enalteciendo y engordando en importancia los nombres y las fuerzas y la inteligencia y la preparaci¨®n de los figurones; y no sencillamente falsificando; porque -atentos, amigos- no se hace propaganda impunemente: lo que en aquella noche pod¨ªa todo lo retr¨®grado del Ej¨¦rcito y la derecha tuvieron holgura de horas y ocasi¨®n para demostrarlo, y en esa noche ciertamente lo mostraron para quien quisiera verlo; pero eso no garantiza nada para el futuro: porque si ahora, a fuerza de atenci¨®n, jaleo y exaltaci¨®n de dichos figurones y sus compl¨®s, se llega a crear un clima, como dice la Prensa, de miedo de fantasmas, y de paso a los fantasmas mismos se les hace cobrar una conciencia de su poder y su seriedad (?iC¨®mo deb¨ªamos de ser de fuertes y de preparados, cuando los rojetes nos atienden y jalean tanto! ?), entonces, amigos, cualquier cosa puede llegar a conseguirse, hasta dentro de'una situaci¨®n tan poco propia para ello. El futuro, por desgracia y por fortuna, no est¨¢ del todo escrito todav¨ªa.
Yno bast¨® con eso: encima han tenido tambi¨¦n ustedes que soportar (y hasta, al parecer, intervenir en ello alg¨²n mill¨®n que otro de ustedes -?qu¨¦ l¨¢stima, senores m¨ªos!- con manifestaciones programadas desde arriba) toda una serie de actos de reconciliaci¨®n y de profesi¨®n de fe y contento con las formas reales de poder que pesan sobre ustedes: ?Democracia querida!: justamente en el momento que cund¨ªa ya entre las gentes el des¨¢nimo y el desenga?o a tu respecto, cuando ya el contraste con el r¨¦gimen del fallecido dictador iba perdiendo la fuerza para ilusionarnos contigo y hac¨¦rtenos amable, he aqu¨ª que un rebullimiento de lagartos, en las sombras de los zarzales, el susto de haberte podido perder, oh dulce prenda nuestra, te nos haces de nuevo m¨¢s amada que nunca, renace nuestra fe y nos rindes a tus pies incapaces de musitar la m¨¢s leve queja que pueda empa?ar el brillo de tus ojos. ?Ah vosotros, camaradas del fascio siempre j¨®venes, ah vosotros, generalotes de los ideales regenerativos, no sab¨¦is vosotros qu¨¦ buenos servicios les prest¨¢is a los reg¨ªmenes normales y corruptos, a las santas democracias!; servicios ciertamente que ellas os pagan a vosotros con el homenaje de engordaros con su miedo y reportajes y levantar vuestras cabezas hasta las nubes.
Y no ha bastado todav¨ªa: tendr¨¢ todav¨ªa la buena gente y se?ores m¨ªos que seguir recibiendo noticiones y soflarnas a todo pasto, seguir aprendiendo los nombres y distintivos de todos los dragones del terror oculto, que no se dejar¨¢ que la tierra piadosa se los trague, y tambi¨¦n los de los rep¨²blicos y padres de la Patria que les salgan al encue ntro a los dragones; tendr¨¢n que aguantar, despu¨¦s de los negros titulares de los diarios y las invasiones de las ondas, las revistas de colores con las nuevas personales y sensacionales sobre los h¨¦roes de la
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Tristeza
Viene de p¨¢gina 9 pantomima; y luego los libros por docenas que expliquen lo que se tramaba, lo que se sigue tramando, lo que pas¨®, lo que pod¨ªa haber pasado, lo que estuvo a punto de pasar, y las causas y las fuerzas y (?siempre nombres propios!) las personas escondidas que movieron o mover¨ªan los hilos del tinglado; y ?cu¨¢ntos peliculones no les esperan a ustedes, se?ores m¨ªos, que, inspirados por tan frescos y notables acontecimientos, devuelvan a las sombras de las pantallas aquello que ya en la realidad estuvo inspirado por las sombras y gestos de los peliculones!
?Para cu¨¢ndo, entonces, el poder intentar modestamente seguir haciendo algo ¨²til por ac¨¢ abajo? ?Cu¨¢ndo se va a poder seguir desvirtuando, a fuerza de sentimiento y razonamiento y de constancia, alguna idea dominante que otra, alguna de las mentiras que sostienen el apoderamiento de las gentes?; ?c¨®mo se va a seguir sembrando la viva flor de la duda en los corazones de los hijos de los jefes y ejecutivos, que los desanime de ocupar los destinos de sus padres?, ?c¨®mo jugar con m¨²sicas y palabras y teatros que resquebrajen los moldes de la cultura y del poder que la organiza a su servicio?; ?c¨®mo seguir las pobres gentes de ac¨¢ abajo desenga?¨¢ndose de la! ilusiones que las atan, y liber¨¢ndose acaso as¨ª los alientos de su protesta?, ?c¨®mo hacer ni decir nada interesante para el com¨²n de los mortales, si a cada dos por tres cualquier susurro de ¨¢nimas de difuntos va a hacer que toda nuestra bendita clase ilustrada y sus trompetas de la fama se pongan a clamar y dictaminar y aturullarnos con distracciones m¨¢s nefastas todav¨ªa que la esperanza en las quinielas y las maquinitas de galaxias y naves espaciales?
En fin, por si hay por debajo de los que hablan en las prensas y las ondas, y por debajo de los que los escuchan y obedecen a sus sustos y entusiasmos, algunos, muchos tambi¨¦n tal vez, que no acaban de trag¨¢rselo, que florecen todav¨ªa en santo escepticismo popular, que vuelven las espaldas cargadas de tristeza a las gestas y clamores de sus clases ilustradas y entorchadas, que siguen sintiendo algo m¨¢s de lo que les hacen sentir desde arriba, por si algunas de estas palabras aciertan a ser eco de voces que ven¨ªan de all¨¢ abajo todav¨ªa, por si acaso.
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