El canto de libertad de Pedro Garc¨ªa Cabrera
El poeta Pedro Garc¨ªa Cabrera ha muerto en Tenerife, en la ma?ana del d¨ªa 20 de este mes, al filo de una primavera esquiva. La noticia de su muerte, aunque esperada tras su regreso de Suecia, donde fuera intervenido, la recibo aqu¨ª, en Madrid, y escribo estas notas con la visi¨®n empa?ada por una l¨¢grima.Carmelo Mart¨ªn y Fernando G. Delgado ya han publicado en EL PAIS art¨ªculos que claramente definen la trayectoria de este poeta: el primero, con una s¨ªntesis perfecta, de su biograf¨ªa, y el segundo'. dentro de su propio orden po¨¦tico, como tributo a un maestro, admirado por la nov¨ªsima generaci¨®n de poetas canarios.
Me queda a m¨ª el recuerdb de un fraternal com pa?ero de lucha por la construcci¨®n de un mundo o de una sociedad distinta. Junto a Domingo P¨¦rez Minik, a Agust¨ªn Espinosa, a Franciico Aguilar y, Paz, a Emeterio Guti¨¦rrez Albelo, a Jos¨¦ de la Rosa, a Jos¨¦ Aronzena, a Domingo L¨®pez Torres y a otros, vivos o desaparecidos, fraguamos la aventura de la revista Gaceta de Arte, que, consecuente con su criterio de importaci¨®n de los m¨¢s ¨¢giles movimientos que correspond¨ªan a su tiempo, diera origen en Tenerife a la II Exposic¨ª¨®n Internacional del Surrealismo. Pedro Garc¨ªa Cabrera ser¨ªa el gu¨ªa po¨¦tico de la isla, que llenar¨ªa de entusiasmo a Andr¨¦ Breton y a Benjamin P¨¦ret. Los dos grandes buscadores de maravillas de nuestro tiempo.
Hab¨ªa nacido en Vallehermoso, en la isla de la Gomera, en el a?o 1905. Trasladado su padre a Tenerife, donde.ejerci¨® el puesto de profesor, dirigiendo un grupo escolar, Pedro Garc¨ªa Cabrera lleva a cabo estudios universita rios, y bajo su innata presi¨®n po¨¦tica funda la revista Cartones, anterior a la Gaceta. Y desde entonces tiene lugar mi admiraci¨®n por ¨¦l y nuestra continua y entra?able amistad hasta la hora de su muerte.
Su primer libro de poes¨ªas fue L¨ªquenes, un canto al mar, al que siempre le fue fiel, como al hombre y a la libertad. Poeta de una autenticidad total, la continuidad de su trabajo se desarroll¨® en los climas m¨¢s diversos y hasta hostiles, desde el destierro al hospital, desde la c¨¢rcel a la evasi¨®n, desde el allanamiento de su hogar hasta la vuelta a la paz de su casa, al disfrute de la libert¨¢d junto a Matilde, la mujer de su vida, conocida en un hospital, en los momentos cr¨ªticos del final de la guerra civil, donde el poeta se encontraba herido. Del hospital, con una pierna quemada, pas¨® a las c¨¢rceles y su persona, durante a?os, pareci¨® perderse. Pero no. El poeta continu¨® su canto de libertad y de respeto al hombre.
Su lirismo, operando dentro de un bosque de cristalinas met¨¢foras, tendi¨® un puente que une lo subreal con la abstracci¨®n, lo cotidiano con lo social. Dif¨ªcil y genial concreci¨®n que abarca los irreversibles dictados de nuestro tiempo. Parece imposible que un ser de tan pura inocencia, poeta nacido para un tiempo mejor, por ¨¦l anuncio planetario de una deseada felicidad, fuera de tal manera castigado en la vida con el extra?amiento, la persecucion y la dolorosa muerte. Sus ¨²ltimas poes¨ªas, en el hospital, de Estocolmo, nos vienen a dar testimonio de la altitud y superioridad transfiguradora del poeta, sobre toda otra cuesti¨®n. Pedro Garc¨ªa Cabrera pertenec¨ªa a este linaje de sobreestructura vital. Ausente ya de nosotros, s¨¦, sabemos, que su obra ser¨¢ considerada por las nuevas generaciones como sin duda alguna se merece. No es un poeta espa?ol o canario m¨¢s. Su mensaje es universal y su operaci¨®n po¨¦tica es de apertura trascendental
cr¨ªtico de arte, fue fundador y director de Gaceta de Arte.
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