Reflexiones sobre el futuro del monopolio de petr¨®leos
La futura integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea implica -y se ha repetido hasta la saciedad-, por imperativos de la aceptaci¨®n del tratado de Roma, la desaparici¨®n jur¨ªdica del monopolio comercial sobre los derivados de hidrocarburos. Si bien la ambig¨¹edad del tratado constitutivo de la CEE hubiera permitido mantener el monopolio durante bastantes a?os -as¨ª lo ha hecho Francia-, la desigual posici¨®n de fuerza existente en el proceso negociador, cara a la integraci¨®n espa?ola, hacen inviable cualquier intento de prolongar su vida, mucho m¨¢s all¨¢ de un posible per¨ªodo transitorio (que en ning¨²n caso sobrepasar¨¢ los diez a?os).El futuro de la distribuci¨®n de productos petrol¨ªferos en Espa?a ha de estudiarse, pues, a partir de esta premisa: la desaparici¨®n legal del monopolio comercial de petr¨®leos -no necesariamente de su vertiente fiscal, que ser¨ªa aconsejable mantener.
Con la desaparici¨®n del monopolio cabe plantearse opciones extremas: la liberalizaci¨®n total, dando entrada a cuantas empresas desearan dedicarse a tareas de distribuci¨®n, o preservar un monopolio de hecho que hiciera pr¨¢cticamente imposible la ac-tuaci¨®n en esta fase de otras empresas.
La liberalizaci¨®n total de la distribuci¨®n no llevar¨ªa a la creaci¨®n de un mercado transparente. La experiencia europea y la propia experiencia hist¨®rica espa?ola anterior al monopolio, se?alan la existencia de mercados oligopol¨ªsticos, con reparto de ¨¢reas geogr¨¢ficas de actuaci¨®n en algunos casos, y con escasas diferencias de precios en los productos finales de similares caracter¨ªsticas. Con lo cual, las pretendidas ventajas que acarrear¨ªa una liberalizaci¨®n de esta fase en cuanto a ofrecer una diversidad de precios al consumidor, son, cuando menos, muy cuestionables. Esta opci¨®n, no obstante, ha tenido y tiene sus defensores, fundamentalmente en el grupo de intereses privados del subsector, y de modo especial en el de capital extranjero.
Pero los inconvenientes de liberalizar la distribuci¨®n no se quedan ah¨ª, en la formaci¨®n de un mercado oligopolista. Hay que considerar tambi¨¦n otras posibles consecuencias derivadas de aplicar esta alternativa.
No se nos oculta que el control de la fase distribuci¨®n confiere un importante poder decisorio, a quien lo ostente, sobre todo el proceso de transformaci¨®n de los crudos. M¨¢s si cabe en el caso espa?ol, donde, dado el exiguo grado de autoabastecimiento de materia prima, el aprovisionamiento de petr¨®leo es una variable externa.
Factor b¨¢sico
Si seguimos considerando que ?el petr¨®leo es un factor industrial b¨¢sico?, adem¨¢s de ?elemento sustantivo de la defensa nacional? (*), como lo hiciera el impulsor de la creaci¨®n del monopolio hace m¨¢s de cincuenta a?os, se desprende de inmediato la necesidad de una presencia notable de los poderes p¨²blicos con el subsector petr¨®leos. En esta ¨®ptica, la de una estrategia nacional propia en los planos econ¨®mico y militar, se sit¨²a el rechazo a la liberalizaci¨®n de la distribuci¨®n de los derivados del petr¨®leo.
El atractivo del negocio de la distribuci¨®n-comercializaci¨®n es expl¨ªcitamente apetecido por ciertas compa?¨ªas multinacionales, cuya potencialidad econ¨®mica se sit¨²a en relaci¨®n de ventaja comparativa con las compa?¨ªas nacionales, a la hora de llevar a cabo una inversi¨®n en la creaci¨®n de redes particulares de distribuci¨®n.
La r¨¦alizaci¨®n de este supuesto -presencia de multinacionales en la distribuci¨®n-, derivar¨ªa en una significativa p¨¦rdida de control por parte de intereses nacionales de un sector, insistimos, estrat¨¦gico; p¨¦rdida que no es en absoluto aceptable en la dif¨ªcil coyuntura econ¨®mica mundial que atravesamos.
Los costes econ¨®micos que implica la multiplicaci¨®n de redes para la distribuci¨®n -junto a la infrautilizaci¨®n de la red del monopolio, en caso de mantenerse bajo una ¨²nica gesti¨®n empresarial- es un dato de sumo inter¨¦s a tener en cuenta en la decisi¨®n a adoptar sobre el futuro del monopolio.
Y no es de menos importancia la previsi¨®n de posibles desabastecimientos de combustibles l¨ªquidos, en ¨¢reas del territorio nacional, que por su escasa densidad poblacional y/o bajonivel de renta, tienen un consumo reducido, en t¨¦rminos comparativos. El problema surgir¨¢ fundamentalmente a partir de la libertad futura de establecimiento de puntos de venta -que se da por admitida-. La presencia estatal en la distribuci¨®n habr¨ªa de servir de contrapeso cara a evitar una excesiva concentraci¨®n de las estaciones de servicios en los n¨²cleos y zonas de mayor consumo.
Tarea estatal
Asimismo, el car¨¢cter p¨²blico del negocio de la distribuci¨®n habr¨ªa de servir de moderador en el crecimiento de la red de comercializaci¨®n, con objeto de evitar una proliferaci¨®n de punto de venta que, al rebasar unas cifras ¨®ptimas, redunde en un encarecimiento de los productos finales. El ejemplo de algunos pa¨ªses europeos (con triple y a¨²n m¨¢s n¨²mero de estaciones de servicio por unidad de superficie que nuestro pa¨ªs) marca una tendencia de encarecimiento de los costes de los derivados del petr¨®leo en la fase de comercializaci¨®n.
Es el Estado quien ha de abordar esa tarea. La necesidad de un alto grado de control p¨²blico -que se articula con la presencia estatal en otras fases del subsector- sobre un sector de car¨¢cter estrat¨¦gico y la exigencia de instrumentos adecuados para el logro de los objetivos planeados en el terreno de la pol¨ªtica energ¨¦tica, son razones de peso que, a nuestro juicio, justifican la continuidad del monopolio, sobre la distribuci¨®n, si no ya de derecho, s¨ª de facto. Cuesti¨®n aparte es abordar la compleja problem¨¢tica que surgir¨ªa al intentar determinar las relaciones entre el monopolio de hecho y las empresas -p¨²blicas y privadas- presentes en las dos fases relacionadas con la distribuci¨®n: refino y comercio.
Hay, sin embargo, opiniones que aun estando de acuerdo en lo b¨¢sico de la argumentaci¨®n expuesta hasta aqu¨ª, optan por la liberalizaci¨®n, en base a una profunda cr¨ªtica de la pasada actuaci¨®n del monopolio. Sin tratar de hacer una defensa cerrada a la gesti¨®n de Campsa sobre el monopolio, conviene matizar sobre las posibles censuras -con muchas de las cuales asentir¨ªamos- que sobre ella se vierten. Afirmar que el monopolio ha perjudicado los intereses econ¨®micos de la naci¨®n en general y del consumidor en particular, implica comparar con los resultados potenciales que se hubieran obtenido con una situaci¨®n de mercado libre en la distribuci¨®n de los derivados del petr¨®leo.
Resulta problem¨¢tico realizar una comparaci¨®n de este tipo. No se encuentran, como se ha mencionado m¨¢s arriba, situaciones de mercado transparente que sirvan de referencia. Luego, en caso de perseverar en la afirmaci¨®n, habr¨ªa que realizar un ejercicio de simulaci¨®n te¨®rica, de discutible validez.
No hay que olvidar tampoco que el monopolio, con actuaci¨®n en exclusiva en las fases de distribuci¨®n, aporta menos del 10%, como media, al precio final de los combustibles l¨ªquidos; habr¨¢ que indagar en otras fases -y fundamentalmente en pol¨ªtica de abastecimiento de crudos- o en la fiscalidad que pesa sobre estos productos, para entender tanto los niveles como la evoluci¨®n de los precios finales. Precios que, incluyendo una cuant¨ªa porcentual de ingresos para el Estado, similar a la de muchos pa¨ªses de Europa occidental, no han estado, en los ¨²ltimos a?os, por encima de la media de los precios pagados por el consumidor europeo.
El futuro de la distribuci¨®n de productos petroleros, tiene la suficiente importancia como para evitar que se tomen decisiones precipitadas en torno a ello; se requiere un debate previo entre todos los sectores sociales del pa¨ªs. El tema tiene una vertiente econ¨®mica de indudable inter¨¦s -costes de distribuci¨®n, abastecimiento del mercado nacional, etc¨¦tera-, pero quiz¨¢ es en el plano pol¨ªtico donde el debate arrojar¨ªa posiciones m¨¢s controvertidas.
Si sobre el mantenimiento del monopolio fiscal parece que ser¨ªan muchos los que abogamos por ¨¦l, no existe el mismo grado de consenso sobre la continuidad del monopolio de distribuci¨®n, que aqu¨ª se defiende. En definitiva, se discute sobre el futuro de un sector de car¨¢cter estrat¨¦gico para una pol¨ªtica nacional independiente, tanto en el terreno militar como en el resto de las esferas sociales. Las dependencias respecto a ¨¢reas pol¨ªticas y econ¨®micas del exterior, que se pueden generar a trav¨¦s de un control importante del subsector petr¨®leos por empresas multinacionales, supone un recorte a la propia soberan¨ªa nacional.
(*) Pre¨¢mbulo R.D.L . 27 de junio de 1927; de creaci¨®n del monopolio de petr¨®leos.
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