Maggie Smith resucita la figura de Virginia Woolf en un teatro de Londres
El pasado 28 de marzo hizo cuarenta a?os del d¨ªa en que la escritora inglesa Virginia Woolf mor¨ªa ahogada en un r¨ªo ingl¨¦s. Ten¨ªa 59 a?os y se hab¨ªa convertido en una de las mentes m¨¢s pol¨¦micas y profundas de la literatura inglesa contempor¨¢nea, tanto por su propia escritura como por su actitud personal. Una obra de Edna O'Brien sobre esta extraordinaria figura del siglo XX europeo conmemora estos d¨ªas en el teatro Haymarket, de Londres, este 40? aniversario del fin tr¨¢gico de la autora de Orlando. Maggie Smith, la actriz que interpret¨® el papel de miss Brodie en la serie que transmiti¨® recientemente Televisi¨®n Espa?ola, interpreta el papel de Virginia en esta obra, que dirige Robin Phillips.
Recordada en memorables interpretaciones de Beatriz o Desd¨¦mona, Maggie Smith, una veterana de las carteleras de Shaftesbury Avenue, que inici¨® su briliante carrera con el Old Vic y, luego, fue premiada en los escenarios de Los Angeles y Broadway, vuelve a la escena de Londres, esta vez como Virginia Woolf, despu¨¦s de varias temporadas en Canad¨¢, en la Shakespeare Company del Festival de Stratford (Ontario), bajo la direcci¨®n de Robin Phillips.Virginia, de Edr¨ªa O'Brien, estrenada primero en Ontario, fue uno de los ¨¦xitos del Festival de Stratford 1980, y la trilog¨ªa, Smith-Phillips-O'Brien funcion¨® perfectamente avalada por la sugestiva figura de Virginia Woolf.
Robin Phillips, el director ingl¨¦s procedente del Bristol Old Vic, dirig¨ªa desde 1975 la compa?¨ªa del Festival, hasta una reciente crisis que sent¨® a un canadiense en la silla de mando.
En su regreso a Inglaterra con el estreno de Virginia, comenta que surge algo m¨¢gico en la conjunci¨®n de Maggie Smith y Virginia Woolf: ?Piensas que esas dos mentes nacieron unidas?.
Y es cierto que hay algo escalofriante en ver reaparecer a Virginia Woolf en un escenario londinense de 1981, exactamente cuarenta a?os despu¨¦s de su suicidio en el r¨ªo Ouse, un 28 de Marzo, y descubrir la id¨¦ntica (la misma palidez alargada del rostro, el mismo pelo claro y gris abierto hacia las sienes, el repetido traje sobrio y desmadejado), en la figura de una Maggie Smith que se deja llevar por una posesi¨®n teatral que las convierte a las dos, a ella y a Virginia, en una misma persona, con esa inseparable mezcla de humor y tragedia que hubo en la escritora.
Maggie-Virginia se sorprende a s¨ª misma interpretando un papel que reconoce y que recuerda como propio, y que nos llega sin alteraci¨®n -sin ese salto sutil del personaje al actor- regal¨¢ndonos una se?ora Woolf loca o cuerda, disparatada o dolorida, que va evolucionando en su discurso (el que la conoce adivina Orlando, y Al Faro, y escucha los nombres de Vanessa, Woolf o Stratchey, sinti¨¦ndose un poco en la conjura) hasta el final amargo -por m¨¢s que la autora ha a?adido un juego po¨¦tico que nos la salva y resucita de su escapada definitiva de la escena.
Virginia a retazos
Ha sido Edr¨ªa O'Brien, una autora irlandesa que hasta ahora ha publicado varias novelas de ¨¦xito (The country girls, Girl with green eyes, The love object, no publicadas hasta ahora en Espa?a), de las cuales algunas han sido llevadas al cine, ante las que la cr¨ªtica seria tiene ciertos prejuicios; brillante de su prosa y de su ¨²ltimo libro, Mother Ireland, la que ha escrito el texto de Virginia, utilizando el vasto material biogr¨¢fico existente sobre la escritora, como los diarios y las cartas de la escritora, la autobiograf¨ªa de Leonard Woolf, su marido, y la completa biograf¨ªa que escribi¨® Quentin Bell. Edna O'Brien hace resucitar a una Virginia parlanchina, recont¨¢ndonos su vida a trozos y a citas, que se habr¨ªan quedado un poco deshilvanados sin la presencia de un m¨¦dium como Maggie Smith en el escenario.Virginia, en el Theatre Royal (blanca transparencia de hojas y dos sillones como ¨²nico decorado), se recuerda a s¨ª misma en la primera depresi¨®n tras la muerte de su madre. Miss Stephen, su nombre de soltera, sufri¨® la primera crisis mental a los trece a?os, al quedarse hu¨¦rfana, y al enfrentarse al tirano ilustrado que fue su padre, al que nunca perdon¨® un temperamento oscuro y solitario.
Aparecen en escena en esta obra la Virginia adolescente y exc¨¦ntrica; la dolorida joven asediada por su hermanastro George Duckworth, produci¨¦ndole, desde entonces, pavor la cercan¨ªa f¨ªsica de un hombre; la Virginia de las veladas brillantes de Bloomsbury, llamando a escena, en el mismo juego de espiritismo, al que ser¨ªa su compa?ero de fatigas hasta el fin de sus d¨ªas, Leonard Woolf, y la Virginia pol¨ªticamente comprometida, enfrentada a la guerra, aparece revoloteando en esta magia llevada a cabo por la actriz.
S¨®lo la irrupci¨®n de Vita Sackville-West en los recuerdos de la Virginia de Edna O'Brien resulta brutal y desmedida. Vita fue para la Woolf el contacto con la realidad desinhibida, con la diversidad y el colorido, con la que mantuvo una historia de adoraci¨®n po¨¦tica, y sobre la que cre¨® Virginia el personaje m¨¢s escandaloso de su producci¨®n (?Orlando se hab¨ªa transformado en una mujer?), aparece aqu¨ª superficial y vana, representando un papel m¨¢s importante del que en realidad tuvo, en la vida de Virginia Woolf.
Descubrimos, a pesar de que la voz es hermosa y de que las palabras flotan con su ritmo preciso (?Qu¨¦ cansada estoy de historias, qu¨¦ cansada estoy de frases que caen bellamente al suelo y mueren como estrellas?), que no est¨¢ toda la Virginia que conocemos, que falta m¨¢s de su profundidad y m¨¢s de su tragedia.
Oigo voces
Probablemente la se?ora Woolf se retir¨® en el ¨²ltimo momento de la sesi¨®n necr¨®fila, como se retir¨® sigilosamente aquel d¨ªa de marzo -s¨®lo se encontraron dos piedras en los bolsillos de su abrigo-, dejando a Leonard una carta de despedida: ?Estoy segura de que me vuelvo loca otra vez. He empezado a o¨ªr voces y no me puedo concentrar. No puedo luchar m¨¢s. No creo que dos personas pudieran haber sido m¨¢s felices de lo que nosotros hemos sido?. Y desapareci¨® por la trasera del jard¨ªn, hacia el r¨ªo Ouse, despu¨¦s de haberlo narrado casi todo, excepto su muerte.
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