ETA Militar suplanta al movimiento antinuclear en su protesta
Mikel Barandiar¨¢n Alkorta, subdirector t¨¦cnico de Iberduero y responsable de los proyectos nucleares de dicha empresa, encargado del montaje de la central de Lem¨®niz, fue, en su juventud, durante la d¨¦cada de los cincuenta, millitante del grupo Ekin, germen de la primitiva ETA, organizaci¨®n que a?os despu¨¦s encarnar¨ªa la oposici¨®n a la energ¨ªa nuclear en su vertiente m¨¢s radical.Javier Olaberri, exiliado entre 1975 y 1977, diputado en la actualidad por Euskadiko Ezkerra, principal portavoz del punto de vista antinuclear en el Parlamento vasco, colabor¨®, en la primera mitad de los a?os setenta, en la elaboraci¨®n de los planos de la central de Lem¨®niz desde su puesto de ingeniero nuclear, en una oficina de proyectos de alta tecnolog¨ªa. La trayectoria personal de estos dos ingenieros vascos podr¨ªa quiz¨¢ resumir el marco en que, desde hace a?os, viene produci¨¦ndose la controversia sobre la energ¨ªa nuclear.
Durante la d¨¦cada de los sesenta y primeros a?os setenta, la oposici¨®n antinuclear era pr¨¢cticamente inexistente en Eusk¨¢di. Los ecos delos movimientos ecologistas ?contra los destructores de la Tierra?, llegaban a Euskadi muy amortiguados y eran m¨¢s bien considerados expresiones de la contestaci¨®n intelectual, ?de lujo?. Por ello, el inicio de la movilizaci¨®n antinuclear, surgida en Guip¨²zcoa hacia 1974, coge a los partidos pol¨ªticos totalmente a contrapi¨¦. Los partidos progresistas y de izquierda, sin tener una posici¨®n claramente definida, est¨¢n m¨¢s bien a favor de la energ¨ªa nuclear, considerando que en la oposici¨®n a la misma no hay, en el fondo, sino el miedo supersticioso al progreso.
S¨ª o no a Lem¨®niz
Para entonces, las obras de Lem¨®niz, iniciadas en la primavera de 1972, est¨¢n muy avanzadas, pese a que todav¨ªa no ha sido concedido el preceptivo permiso por parte del Ministerio de Industria. Ante el sorprendente eco alcanzado por la oposici¨®n antinuclear de Guip¨²zcoa, el permiso definitivo de obra es, finalmente, concedido en marzo de 1974, en un intento de legalizaci¨®n a posteriori. Pero para ser efectiva la autorizaci¨®n ministerial debe ir acompa?ada de una licencia de obras concedida por los municipios afectados. Esta licencia la conceder¨¢n los ayuntamientos de Lem¨®niz y Mungu¨ªa, el 22 de septiembre de 1916, cuatro a?os despu¨¦s de la inauguraci¨®n de las obras. Pero eso no es todo: la zona de Lem¨®niz, considerada en todos los estudios de planificaci¨®n regional como uno de los dos pulmones naturales de Bilbao, ha sido calificada, en el plan de ordenaci¨®n territorial de la provincia, como ?rural y de parque?, lo que impide la edificaci¨®n en la misma de plantas industriales. Tras multitud de recursos y contrarrecursos, el Consejo de Ministros resolvi¨®, en fecha tan tard¨ªa como diciembre de 1979, recalificar la zona como industrial, anulando as¨ª, de un plumazo, todos los procesos jur¨ªdicos en curso.Para entonces, la oposici¨®n antinuclear vasca hab¨ªa conocido un gran desarrollo. Las innegables ilegalidades cometidas, m¨¢s el demasiado manifiesto intento de subsanarlas por la v¨ªa r¨¢pida mediante una pol¨ªtica de hechos consumados, gana para el movimiento a sectores inicialmente no demasiado concienciados en un sentido espec¨ªficamente antinuclear. De hecho, la controversia no se plantea tanto en t¨¦rminos de s¨ª o no a la energ¨ªa nuclear, cuanto de si o no a Lem¨®niz.
A Bilbao, 20 kil¨®metros
La ubicaci¨®n particularmente inadecuada, a menos de veinte kil¨®metros de una concentraci¨®n humana de casi un mill¨®n de habitantes, convierte a Lem¨®niz en el eslab¨®n d¨¦bil de la cadena nuclear. Esa ser¨ªa una de las causas que explicar¨ªan el eco verdaderamente masivo que obtienen los llamamientos a la movilizaci¨®n realizados durante 1977, incluyendo la manifestaci¨®n celebrada en julio de dicho a?o en Bilbao y que fue considerada, en su d¨ªa, como la mayor movilizaci¨®n antinuclear del mundo.A fines de dicho a?o, ETA Militar, que hasta ese momento pr¨¢cticamente no se hab¨ªa ocupado del tema, irrumpe en ¨¦l de una manera tan estruendosa como tr¨¢gica: en tres atentados contra l¨¢central realizados en el plazo de diecis¨¦is meses, encuentran la muerte un activista y tres obreros de los que trabajan en la planta. El movimiento antinuclear comienza a perder masividad en la misma medida en que aumenta su radicalismo. De hecho el antiguo movimiento unitario se escinde en dos corrientes cuyo creciente distanciamiento viene simbolizado en la contraposici¨®n entre la consigna de ?paralizaci¨®n de Lem¨®niz? y la de ?aplastar Lem¨®niz?, que hacen suya, respectivamente, los antinucleares partidarios de la v¨ªa democr¨¢tica -que pasar¨ªa por un refer¨¦ndum popular- y los partidarios de ETAm.
El enfrentamiento entre las dos corrientes se hac¨ªa cr¨ªtico tras el asesinato, el pasado 7 de febrero, del ingeniero Ryan. El diputado Javier Olaberri resum¨ªa, pocos d¨ªas despu¨¦s, la situaci¨®n creada, con estas palabras: ?Nunca los antinucleares hemos estado en peores condiciones para defender nuestras ideas: tal es el peso del cad¨¢ver del se?or Ryan?. Y ello porque ETAm pretendiendo ?sustituir la capacidad de opci¨®n y organizaci¨®n de las masas por la fuerza de los mes¨ªas?, lo ¨²nico quie ha querido es ?aprovecharse de una de las pocas luchas populares que todav¨ªa funcionan, con vistas a buscarse una cobertura a su cada vez m¨¢s desorientada pr¨¢ctica armada?.
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