Oltra, contra Savater
Ante la delirante vor¨¢gine de insultos desatada por algunos pol¨ªticos o ide¨®logos establecidos contra los firmantes del documento sobre la igualdad de derechos ling¨¹¨ªsticos en Catalu?a, me hab¨ªa impuesto un silencio reflexivo. Lo interrumpo hoy, a mi pesar, para contestar al viperino escrito de Savater La Espa?a recuperada, publicado en EL PAIS del d¨ªa 25. Este peque?o pont¨ªfice de la Villa y Corte suele prodigar, en sus estent¨®reos reg¨¹eldos literarios semanales, una moralina est¨¦tico-pol¨ªtica que produce el m¨¢s conspicuo de los tedios. El ?rancho ideol¨®gico? -para emplear una feliz expresi¨®n de Umbral- del que come y con el que siembra le ha llevado esta vez a salirse de madre.Sensato lector: gu¨¢rdate de los intoxicadores anarcoprofesionales como de la Prensa golpistizante de la extrema derecha; los firmantes del -p¨¦simamente titulado- ?manifiesto? somos dem¨®cratas, luchamos por la democracia bajo el franquismo y seguiremos haci¨¦ndolo, no s¨®lo en la vida pol¨ªtica, sino en la cultura. El documento sobre la lengua es una cr¨ªtica razonada de los comisarios pol¨ªticos de la cultura y pide sencillamente que se cumplan la Constituci¨®n y el Estatuto catal¨¢n en materia ling¨¹¨ªstica y cultural. No son las entra?ables lenguas y cultura catalanas y castellanas un problema para nadie; el problema lo constituyen algunos pol¨ªticos que, utilizando los recursos y cargos p¨²blicos, pretenden llevar a cabo sus obsesiones privadas de car¨¢cter quili¨¢stico y uniformista en lo tocante a la cultura (y, sin duda, a otros niveles del poder). Las lenguas de las nacionalidades de Espa?a deben tener su m¨¢ximo desarrollo normalizador en todas las instancias de la comunicaci¨®n humana. Y cr¨¦eme, lector de EL PAIS, debemos mimarlas, aprendi¨¦ndolas, us¨¢ndolas rigurosamente y liber¨¢ndolas con nuestro testimonio de dos tipos de agresores: del uniformista del ?hablad-la-lengua-del-imperio?, como del nacionalista monocultural y opresivo que, a la postre, impedir¨¢ la creatividad y el pluralismo y, con ello, el desarrollo de la lengua en libertad.
El tono arbitrariamente inquisitorial de Savater le ?desautoriza?. Su lenguaje pseudolibertario es tan ?estatalizante? como cualquier otro lenguaje ideol¨®gico, porque en cada uno de sus asertos hay, no un an¨¢lisis, sino una sentencia y una condena (?se da cuenta de ello?). Su aportaci¨®n personal consiste en agregar el vano oropel de un insulto. ?Por qu¨¦ se autorrebaja este hombre a la categor¨ªa de ?intoxicador?, cuando no queda mal de ide¨®logo de segunda, escasamente original?/ profesor de la Universidad Aut¨®noma de
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