Las firmas
Los militares republicanos, los republicanos no militares, los latinoch¨¦s, los que quieren defender la democracia, los que quieren defender la Constituci¨®n, los que quieren defender la Constituci¨®n democr¨¢tica, sacar un preso de la c¨¢rcel, un ¨¢nima del Purgatorio pol¨ªtico, las feministas, las divorcistas, las abortistas, todo el mundo me pide firmas, otra vez, a todas horas, porque hemos vuelto a la guerra de las firmas, y los intelectuales, ?poderes inermes? (aunque, como dijo Baroja, resulta rid¨ªculo llamarse intelectual a s¨ª mismo), los intelectuales o lo que seamos, no tenemos otra pistola ni otra riqueza (Larra) que nuestra firma. Pero la guerra de las firmas es una guerra perdida.Pedro La¨ªn habla defendiendo la convivencia. V¨¢zquez Montalb¨¢n presenta en Madrid una novela ?contra el sentido religioso de las militancias?. Rosa Montero -qu¨¦ bien el color¨ªn/Rosa dominical, de este peri¨®dico, ramo tipogr¨¢fico que nos prepara una mujer, gran profesional, toda la semana-, Rosa Montero, digo, defiende en sus art¨ªculos arrebatados una mejor convivencia hombre/mujer, a Adonais le duelen los ovarios, pasan b¨²hos de susto en la noche y la vecina de al lado, en camis¨®n, viene a decirme que los delincuentes juveniles de Saura le han saltado la cerradura, a las mujeres m¨¢s importantes de Espa?a les operan de la matriz, el Ayuntamiento ha puesto tulipanes amarillos y rojos -la bandera espa?ola- en Sol y Recoletos, y cada tulip¨¢n es como un coraz¨®n de baraja viva, m¨¢s conmovedor este a?o como ofrenda democr¨¢tica a los ciudadanos de una democracia vigilada. Me lo dice una amiga ilustre:
-A quien m¨¢s temo es a Tejero en la derecha y a ti en la izquierda.
Parece que la televisi¨®n sueca cuando recibi¨® el telefilme/Tejero, llam¨® a Prado del Rey:
-Y si esto es un informativo, ?qu¨¦ hace un torero con una pistola en el Parlamento?
Lo metieron en la secci¨®n de ?Dram¨¢ticos?. Un joven estudiante de San Sebasti¨¢n me cuenta que est¨¢ haciendo un libro sobre Vizca¨ªno-Casas y yo como representantes de ?las dos Espa?as?. Me parece que las dos est¨¢n mal representadas. Le pego un poco a la anfeta y pienso que, as¨ª como Franco se apropi¨® el brazo de Santa Teresa, la pol¨ªtica se apropia siempre el brazo de nuestros escritores para que escriban al dictado. O para que firmen manifiestos. Se va a presentar en Madrid el Vogue espa?ol, que es la ¨²nica reivindicaci¨®n internacio nal que hemos con seguido hasta ahora. Ni el Mercado Com¨²n, ni los santuarios franceses de ETA, ni la pesca de bajura, ni el Guernica. No nos hacen pu?etero caso. O sea que, ya que no Gibraltar, siempre es un respiro que nos dejen sacar Vogue en castellano. Me llama Nacho Camu?as para montar alguna movida cultural de vallisoletanos en Madrid. M¨¢s firmas. Raimundo Lida publica un apasionante ensayo sobre las prosas de Quevedo. Quevedo s¨®lo firmaba los manifiestos que escrib¨ªa ¨¦l mismo. No hay bromas con el barroco. Cuando vuelve a empezar la guerra de las firmas -en la que entro decidido y esc¨¦ptico- es que se ha perdido la otra guerra: la de las libertades, las tranquilidades y las igualdades. Democracia es que el escritor s¨®lo firme aut¨®grafos. Vienen muy de ma?ana unos ni?os y ni?as -adolescentes- de La Moraleja (ellas muy adorables, todav¨ªa con trencillas) a pedirme un aut¨®grafo para una jimkana. ?Una de las pruebas era conseguir un aut¨®grafo de usted?. Se lo firmo feliz, no de vanidad, sino de tranquilidad, porque es el ¨²nico aut¨®grafo no pol¨ªtico de la semana.
La larga guerra caligr¨¢fica de los escritores, artistas, liberales, dem¨®cratas, contra la guerra de los guerreros/ guerrilleros. Nuestra cuchillada es nuestra r¨²brica. Otros tienen cuchillos de verdad o de cocina, para desescamar el besugo de izquierdas. Firmas por la democracia. Pero esta democracia hay que salvarla con algo m¨¢s que firmas.
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