Un tendero georgiano construy¨®, con sus ahorros un palacete de granito
Soso Jakaze, director de una peque?a tienda estatal de productos alimenticios en Kutaisi (vieja ciudad de la Georgia sovi¨¦tica), logr¨® construir con sus ahorros un palacete de granito, m¨¢rmol y maderas preciosas, m¨¢s propio de Disneylandia que de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esta historia la contaba recientemente el semanario moscovita Literaturnaya Gazeta, ¨®rgano de la Uni¨®n de Escritores; pero ni Jakaze es un personaje de f¨¢bula ni su aventura ha tenido un final feliz.
El 24 de abril de 1979, Soso Jakaze desapareci¨®. Ese mismo d¨ªa, la polic¨ªa ten¨ªa que haber ido a detenerle. Literaturnaya Gazeta se pregunta c¨®mo pudo escapar tan oportunamente.Soso, no hay duda, ten¨ªa buenos amigos. En 1957 comenz¨® a trabajar en el comercio y, cuatro a?os despu¨¦s, ya dirig¨ªa una tienda. Sus superiores estaban contentos con su trabajo: siempre cumpli¨® con creces los planes quinquenales, fue felicitado en 33 ocasiones por el Ministerio y la Direcci¨®n General de Comercio de la Rep¨²blica Socialista Sovi¨¦tica de Georgia, recibi¨® cuatro diplomas y fue nombrado ?vanguardista del comercio sovi¨¦tico?.
Los empleados de la tienda que dirig¨ªa tambi¨¦n le echan de menos: ?Desde que desapareci¨® es mucho menor el surtido de mercanc¨ªa, han bajado las ventas y tambi¨¦n nuestro sueldo?, transcribe Literaturnaya Gazeta.
Jakaze fue previsor: antes de construir su palacete -que est¨¢ en pleno centro de Kutaisi, junto al teatro, el hotel y el juzgado- se divorci¨® de su esposa y le cedi¨® la propiedad. De esta forma era m¨¢s dif¨ªcil actuar legalmente contra ¨¦l.
La construcci¨®n del edificio fue bastante r¨¢pida. En poco tiempo llegaron los obreros y materiales que convertir¨ªan la modesta vivienda de poco m¨¢s de cien metros cuadrados que se levantaba sobre el lugar en una presuntuosa villa tres veces m¨¢s grande. Una flota de camiones fue transportando hasta el centro de Kutaisi toda una serie de cosas nunca vistas en la ciudad y no asequibles a ninguna tienda sovi¨¦tica: cuidadas cer¨¢micas, maderas caras, m¨¢rmoles, granito, valiosos muebles...
Los ingresos de Soso Jakaze no alcanzaban para tanto. La casa cost¨® 350.000 rublos (unos 42 millones de pesetas), mientras su sueldo como director de tienda era s¨®lo de unos 225 rublos mensuales (algo m¨¢s de 28.000 pesetas). Es decir, que, para poder pagar su casa, Soso tendr¨ªa que haber ahorrado ¨ªntegramente su n¨®mina de 130 a?os.
??C¨®mo es que los servicios de seguridad no se dieron cuenta a tiempo? No se dieron cuenta o no quisieron darse cuenta?, se preguntaba y respond¨ªa a la vez Literaturnaya Gazeta.
Un mont¨®n de normas municipales fueron violadas durante la construcci¨®n de la casa, ?y todos los ojos se cerraban ante tan burdos incumplimientos de la ley?, relataba la citada revista. S¨®lo un vecino present¨® una denuncia, que fue misteriosamente retirada pocos d¨ªas despu¨¦s.
Literaturnaya Gazeta no cuenta c¨®mo Jakaze pudo hacerse con tanto dinero -mientras, por otro lado, segu¨ªa cumpliendo escrupulosamente los planes quinquenales- ni c¨®mo consigui¨® toda una serie de materiales de construcci¨®n que se destinan tan s¨®lo a los edificios p¨²blicos.
En cambio, la revista de la Uni¨®n de Escritores Sovi¨¦ticos s¨ª relata otro par de casos, sucedidos tambi¨¦n en Georgia, y cuyos protagonistas se encuentran actualmente en prisi¨®n. Ambos eran funcionarios del Estado y, al igual que Soso Jakaze, consiguieron una vida tan lujosa que dar¨ªa envidia al mejor situado de sus colegas occidentales.
Uno era rector de un instituto pedag¨®gico y, sin poder justificar ingresos extras, lleg¨® a poseer un vestuario que conten¨ªa doscientos trajes y setenta abrigos. El otro caso hace referencia a la jefa de cocina de un restaurante de Georgia, que manten¨ªa una amplia plantilla de servicio dom¨¦stico, a la que pertenec¨ªan, entre otros, un m¨¦dico -que recib¨ªa un generoso salario, a cambio de trabajar exclusivamente para ella- y un peluquero para el perro.
En toda la URSS, los georgianos tienen una gran reputaci¨®n de ser maestros en los negocios bajo manga (na levo a izquierdas, seg¨²n la expresi¨®n rusa). Tbilissi, la capital de la Georgia sovi¨¦tica, tiene el m¨¢s abundante parque automovil¨ªstico privado del pa¨ªs y por sus calles se ven rodar algunos ¨²ltimos modelos de Mercedes, BMW y Ford.
Los georgianos son los m¨¢s exigentes y generosos clientes de los restaurantes moscovitas, incapaces siempre de asustarse por los precios. Algunos de ellos han hecho fortuna vendiendo flores en los mercados de la capital sovi¨¦tica: con la venta de un cesto de claveles tienen ya para pagar el billete de ida y vuelta Tbilissi-Mosc¨²-Tbilissi, y el resto son beneficios.
Millonarios clandestinos
Otros, en cambio, han hecho fortuna con m¨¦todos dudosamente legales. Soso Jakaze -el hombre que so?¨® con tener un palacio en la peque?a ciudad de Kutaisi- no ha sido, ni mucho menos, el m¨¢s pr¨®spero de los millonarios semiclandestinos de Georgia.Hace meses, la misma Literaturnaya Gazeta recordaba el caso del m¨¢s famoso millonario georgiano -hoy encarcelado-: Otari Lazichvili, un hombre muy bien relacionado, que, sin embargo, ten¨ªa un empleo bastante modesto.
Laziclivili era director de un laboratorio experimental de productos sint¨¦ticos y lleg¨® a mantener en funcionamiento tres f¨¢bricas clandestinas de vestidos de fibra y bolsas para la compra, asi como una amplia red de distribuci¨®n que alcanzaba m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de Georgia. Gracias a un descontrol administrativo que nunca fue bien aclarado, las materias primas que Lazichvili recib¨ªa del Estado le bastaban no s¨®lo para cumplir los planes, sino tambi¨¦n para alimentar sus tres factor¨ªas propias.
Los negocios de Lazichvili se quebraron durante la mitad de la pasada d¨¦cada, despu¨¦s de una operaci¨®n de limpieza emprendida en el interior del Partido Comunista georgiano. Sin embargo, la publicaci¨®n del esc¨¢ndalo protagonizado por Soso Jakaze hace pensar que los resultados de aquella operaci¨®n no fueron suficientemente completos.
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