Estados Unidos y la URSS
TRAS LA VISITA de Joseph Luns -secretario general de la OTAN- a Estados Unidos, se ha hecho p¨²blica la posici¨®n oficial de Norteam¨¦rica de que se celebre una conferencia Breznev-Reagan, y el rumor de que podr¨ªa ocurrir en octubre y en una capital europea neutral (Ginebra o Viena). Se responde as¨ª a un deseo generalizado de Europa, a la que interesan ciertas medidas de desarme que alivien sus presupuestos militares, por una parte -o, por lo menos, que no los eleven m¨¢s en una situaci¨®n de crisis econ¨®mica-, y por otra, que sus opiniones p¨²blicas se tranquilicen acerca de los riesgos de una nuclearizaci¨®n mayor. La anuencia de Estados Unidos a conversar con la URSS no implica necesariamente una adopci¨®n de los mismos puntos de vista de sus aliados europeos. No parece que Estados Unidos vaya a renunciar, de ninguna forma, a la instalaci¨®n de los ?eurocohetes?, ni que pretendan aliviar de gastos militares a sus aliados. Pero, por el momento, su pol¨ªtica general en esta cuesti¨®n no es demasiado clara. Las capitales europeas acaban de escuchar al secretario de Defensa, Weinberger, explicar que las conversaciones de desarme constituyen un n¨²cleo t¨¦cnico en s¨ª mismas y no obedecen a m¨¢s leyes pol¨ªticas que las de mantener ?un equilibrio suficiente con la URSS en este ?esceriario?; y casi simult¨¢neamente han escuchado al secretario de Estado, general Haig, explicar que no puede haber negociaciones de desarme, ni de ninguna clase, mientras la URSS no reduzca sus tensiones sobre Polonia, sobre Afganist¨¢n y sobre algunos lugares del mundo (¨²ltimamente parece incorporarse la situaci¨®n de L¨ªbano, despu¨¦s del veto sovi¨¦tico al env¨ªo de una ?fuerza pacificadora? internacional y, por tanto, la exclusi¨®n de la intervenci¨®n de Siria). La veloc¨ªsima p¨¦rdida de valores de Haig, acentuada despu¨¦s del atentado, no debe hacer suponer que en este caso su opini¨®n no sea la de Reagan, aunque exista la sospecha muy fundada de que al colocar contenciosos pol¨ªticos y diplom¨¢ticos en el tema ?puro? del desarme trata de dirigir ¨¦l mismo, como secretario de Estado, toda la cuesti¨®n; como el ascenso de Weinberger en la estimaci¨®n p¨²blica tampoco puede confundirse con que prevalezcan sus tesis. Reagan convalece en la Casa Blanca, y no ha podido ver a Luns -le ha recibido Bush en su lugar, y se dice que la conversaci¨®n no ha pasado del tr¨¢mite-, ni se sabe cu¨¢les pueden ser sus ideas en este momento; pero, a juzgar por todo cuanto ha dicho antes, su idea de una entrevista con Breznev es que debe ser precedida de una serie de negociaciones anteriores en la que se contengan o paralicen ciertos temas de desconfianza mutua, y que s¨®lo el ¨¦xito de esas negociaciones previas permitir¨ªa la entrevista de car¨¢cter general; en ella se abordar¨ªa el tema del desarme, evidentemente. Pero no parece que Reagan y el equipo de poder que dirige Estados Unidos tengan ning¨²n inter¨¦s en que las posibles reducciones de gastos de armamento beneficien a sus aliados, sino a los propios Estados Unidos; y de ninguna manera acepta, por razones de hegemon¨ªa, que esa reduc ci¨®n de tensiones permita el di¨¢logo directo de la URSS con los aliados europeos. Precisamente parece considerar que uno de los errores de Carter, e incluso de las administraciones anteriores, ha sido esta permisividad para los europeos, que han podido llegar a creerse protagonistas. El concepto de Occidente para Reagan es bastante claro: se trata de un bloque como el que se form¨® en otros tiempos, y ese bloque ha de tener la direcci¨®n de Estados Unidos como un hecho natural: porque es en ¨¦l donde reside la m¨¢xima fuerza, la m¨¢xima responsabilidad y la m¨¢xima disposici¨®n econ¨®mica, y esto es un puro realismo. Todo hace suponer que octubre es una fecha demasiado pr¨®xima para este tipo de entrevista, y que antes no s¨®lo la de clarificarse una serie de cuestiones entre la URSS y Estados Unidos, ni s¨®lo tampoco entre Estados Unidos y sus aliados, sino dentro mismo de los diversos organismos de pol¨ªtica exterior, diplomacia, defensa global e intervenci¨®n del propio Estados Unidos.
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