Hugo B¨¢nzer vela sus armas para retomar el poder
De nuevo v¨ªsperas de acontecimientos en Bolivia. El r¨¦gimen militar del general Garc¨ªa Meza, impuesto por el golpe de Estado de 17 de julio pasado, atraviesa dificultades interiores y exteriores insuperables. Garc¨ªa Meza no se ha afianzado entre sus propios compa?eros de armas, el pueblo boliviano nunca ha aceptado los procedimientos especialmente sangrientos que acompa?aron al cuartelazo, la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs del Altiplano es desesperada, y la Junta Militar sigue sin obtener el indispensable reconocimiento de Washington.Al descr¨¦dito puramente pol¨ªtico de los golpistas se ha sumado la gran bola de nieve de la coca¨ªna. La Administraci¨®n Reagan no tiene serias objeciones pol¨ªticas que formular a Garc¨ªa Meza, pero no est¨¢ dispuesta a consentir que Estados Unidos se vea inundado de pichicata, el nombre de guerra que la droga recibe en Bolivia. La cuesti¨®n de la droga se ha convertido en un contencioso frontal entre Washington y La Paz, hasta el punto de que casi todas las acciones de saneamiento emprendidas recientemente por Garc¨ªa Meza no responden m¨¢s que a un objetivo: intentar ganar credibilidad a los ojos norteamericanos.
Casi todos los gestos buscan la credibilidad de Washington. Pero otros intentan parar a toda costa la estrella pol¨ªtica en ascenso del general en situaci¨®n de retiro temporal, Hugo B¨¢nzer, ex dictador de Bolivia entre 1971 y 1978 y firme candidato -tambi¨¦n de la Casa Blanca- a sustituir a medio plazo y por la v¨ªa de la legalidad, al tambaleante Garc¨ªa Meza.
B¨¢nzer, un ultraderechista astuto y con capacidad administrativa, ha pasado del apoyo pasivo al Gobierno militar al desenganche m¨¢s absoluto. Hasta el punto que en los ¨²ltimos d¨ªas se ha rumoreado su detenci¨®n. El espacio pol¨ªtico que ocupa Hugo B¨¢nzer en Bolivia no difiere sustancialmente del de Garc¨ªa Meza, pero el ex presidente controla la maquinaria de un partido, Acci¨®n Democr¨¢tica Nacionalista (ADN), con el que obtuvo el 15% en las elecciones que precedieron al cuartelazo de julio. B¨¢nzer va a utilizar la legitimidad democr¨¢tica que obtuvo entonces, y ninguna situaci¨®n mejor para ello que el picado en que est¨¢ cayendo la Junta. Luis Garc¨ªa Meza es s¨®lo un general sin consenso, y la carrera de la sucesi¨®n est¨¢ ya abierta entre sus propios compa?eros de armas.
En el plazo de pocas semanas, los altivos militares golpistas de julio han adoptado medidas entonces impensables: el cese del todopoderoso coronel Luis Arce G¨®mez, ex ministro del Interior, brazo ejecutor del golpe y responsable directo de los grupos paramilitares de delincuentes que sembraron el terror el pasado verano. La promesa formal de regreso sin condiciones al Pacto Andino, del que Garc¨ªa Meza renegara a bombo y platillo a ra¨ªz de su toma del poder. El encarcelamiento de conocidos e intocables traficantes de coca¨ªna, aut¨¦nticos due?os de Santa Cruz como Pachi Atal¨¢, Nallar, los hermanos Razuk, todos ellos protegidos de Arce G¨®mez y del coronel Rico Toro, un militar coa aspiraciones inmediatas en una Junta de recambio. Y quiz¨¢ el gesto menos divulgado, pero el m¨¢s significativo de todos: el nombramiento de un coronel dem¨®crata, Gary Prado, al frente de la guarnici¨®n de Santa Cruz, la provincia boliviana eje del comercio mundial de la pichicata.
Gary Prado Salm¨®n, que captur¨® al Che Guevara, fue ministro del Gobierno democr¨¢tico del general Padilla -que devolvi¨® el poder a los civiles en 1978- y uno de los primeros represaliados tras el golpe de Natush, en noviembre de ese mismo a?o.
Pero las manos de Estados Unidos aprietan fuerte en Bolivia. Fue el propio senador ultraderechista Jesse Helms, del Subcomit¨¦ de Ayuda al Exterior, el que advirti¨® al presidente Garc¨ªa Meza que era preciso que se desembarazase de Arce G¨®mez para pensar en un reconocimiento de la Casa Blanca. Helms forma parte del lobby de la Junta en Washington, pero su presi¨®n no ha podido hasta ahora contrarrestar la evidencia de la Oficina de Narc¨®ticos de EE UU, donde Arce y una buena parte de la c¨²pula militar boliviana aparecen fichados como traficantes de coca¨ªna.
Un programa de televisi¨®n sobre el tr¨¢fico de la droga producida en Bolivia, emitido por la cadena estadounidense CBS el pasado 1 de marzo, fue la puntilla desestabilizadora de la Junta. En ¨¦l, el senador por Arizona, Gus Deconcini, el jefe de la Oficina de Narc¨®ticos Federal (DEA) y el fiscal del Estado de Florida acusaron, ante sesenta millones de norteamericanos, a Arce G¨®mez, el coronel Norberto Salom¨®n, el coronel Ariel Coca, el general Hugo Echeverr¨ªa y a numerosos civiles bolivianos prominentes de estar implicados en el contrabando de coca¨ªna.
El r¨¦gimen boliviano, este r¨¦gimen militar, parece1ener las semanas contadas. La sucesi¨®n de denuncias, compl¨®s de capilla, el desmarcaje de algunos de los santones de uniforme y civiles del pa¨ªs andino no hace m¨¢s que evidenciar el abandono del barco que peligra. Queda por ver si en la nueva representaci¨®n va a ser asignado alg¨²n papel relevante a los partidos pol¨ªticos democr¨¢ticos bolivianos.
Qui¨¦n es qui¨¦n en el tr¨¢fico de narc¨®ticos
Se calcula que la comercializaci¨®n de la pasta de coca¨ªna dej¨® en Bolivia ilegalmente, en 1979, mil millones de d¨®lares. El n¨²mero de traficantes, su magnitud y las conexiones de cada uno de ellos con los militares de alta graduaci¨®n, que hacen posible el negocio, permite establecer tres grupos fundamentales que controlan hoy en Bolivia el comercio clandestino de la droga.
1. El clan de Alfredo Cutuchi Guti¨¦rrez, vinculado a y protegido por el coronel de aviaci¨®n Ariel Coca Ram¨ªrez, ex ministro de Educaci¨®n con Garc¨ªa Meza, con ficha en la Oficina de Narc¨®ticos de Estados Unidos y denunciado por el senador por Arizona Gus Deconcini, del Subcomit¨¦ de Ayuda Exterior.
Este grupo creci¨® al amparo del r¨¦gimen del general B¨¢nzer, y su zona productora -alrededor de 20.000 kilos anuales de pasta de coca¨ªna- es la banda de R¨ªo Grande y San Javier, al norte de Santa Cruz. Forman parte del clan la familia Gasser, que controla virtualmente la industria del az¨²car boliviana, y el pistolero ultraderechista Mosca Monroy.
Cutuchi Guti¨¦rrez posee, a nueve kil¨®metros de la ciudad de Santa Cruz, el mejor aeropuerto civil boliviano, con una pista de m¨¢s de 2.000 metros, capaz para reactores.
2. El clan del coronel Luis Arce G¨®mez, el hombre m¨¢s poderoso de Bolivia desde el golpe de Estado de julio hasta hace dos meses, y Jorge Nallar. Llamada tambi¨¦n la mafia sirio-libanesa, porque al grupo pertenecen los hermanos Razuk, Omar Cassib, Pereda Asb¨²n, ministro del Interior en la primera etapa de B¨¢nzer, y otros miembros de ese origen, entre los que se incluye al general Natush Busch, que protagoniz¨® de coronel el golpe militar de noviembre de 1979.
La producci¨®n de este clan se cifra en unos 30.000 kilos anuales de pasta b¨¢sica de coca¨ªna, y su zona de procesamiento y cultivo se sit¨²a al norte de la provincia de Santa Cruz, en Monte Verde y Perseverancia.
Vinculado al grupo est¨¢ el coronel Faustino Rico Toro, ahora jefe de Inteligencia Militar, y hasta hace poco hombre fuerte de la provincia de Cochabamba, donde daba protecci¨®n a determinados traficantes. Rico Toro, que fue ministro del Interior en el Gobierno Pereda, est¨¢ muy ligado a Arce G¨®mez.
3. El grupo de Roberto Su¨¢rez, cuya conexi¨®n militar es el general Hugo Echeverr¨ªa. Como los coroneles Arce G¨®mez y Coca Ram¨ªrez, el general Echeverr¨ªa tiene ficha en la Oficina de Narc¨®ticos.
Otro militar que apoya al clan, que pasa por ser el de mayor iniciativa, es el coronel Lara, de los rangers de Santa Cruz, un regimiento de choque.
La producci¨®n del grupo se cifra en unos 20.000 kilos de pasta de coca¨ªna, elaborada en Yapacan¨ª y Puerto Villarroel, y en la regi¨®n de Montero, junto a Santa Cruz.
El para¨ªso de la coca¨ªna.
El mapa de Bolivia muestra, en sus ¨¢reas rayadas, las principales zonas de producci¨®n de coca y elaboraci¨®n de pasta b¨¢sica de coca¨ªna. Son regiones aleda?as a Cochabamba y La Paz. En la provincia de Santa Cruz se produce tambi¨¦n la droga, pero Santa Cruz ciudad, en un c¨ªrculo, es, sobre todo, el centro de su comercio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.