Vieja y buena escuela del Instituto de Bellas Artes de M¨¦xico
Gesticulador, en la acepci¨®n que da Rodolfo Usigli a esta palabra con la que titula su obra, es una especie peculiar de farsante: alguien que aparenta, que exagera sentimientos o palabras que no corresponden a la realidad. La obra est¨¢ escrita en 1937, en M¨¦xico, y estrenada diez a?os despu¨¦s. Desde entonces, la gesticulaci¨®n del gran personaje, la valiosa ficci¨®n que hace para el p¨²blico, se ha multiplicado por el uso de la televisi¨®n: una gran parte de la pol¨ªtica se dedica al espect¨¢culo, a la imagen.Usigli describe as¨ª la pol¨ªtica mexicana, la traici¨®n a la revoluci¨®n, el enga?o al pueblo. La situaci¨®n no es nueva: es la del impostor que inicia su impostura como una estafa y termina asumiendo su personaje por ¨¦tica, aun a costa de su vida.
El gesticulador, de Rodolfo Usigli
Int¨¦rpre :Compa?¨ªa Nacional de Teatro, de M¨¦xico, con Carlos Ancira, Maro Zetina, M¨®nica Serna, Blanca Torres, Augusto Benedico, -Manuel Guizar. Octavio Galindo, Jorge Fink, Miguel C¨®rcega, Oscar Narv¨¢ez, Miguel Maci¨¢, Mario Garc¨ªa Gonz¨¢lez, Luis Gimeno, Miguel A. Infante, Leandro Mart¨ªnez, Jorge Maleos. Escenograf¨ªa y vestuario, de Antonio L¨®pez Mancera. Direcci¨®n de la compa?¨ªa: Jos¨¦ S¨®l¨¦. Estreno: Centro Cultural de la Villa de Madrid 18-4-1981.
Tampoco es nuevo -est¨¢ ya en la tragedia griega- el juego de la inseguridad de la verdad, de la doble v¨ªa de un solo personaje. Lo interesante en Usigli es, aparte del fondo de la obra, su aplicaci¨®n a un presente permanente y universal.
Es un teatro largo, rico y jugoso, como era antes de su miniaturizaci¨®n espa?ola, de esa contracci¨®n que ha sufrido aqu¨ª por razones econ¨®micas, unas -poco reparto- , de desconfianza, otras -miedo a que el espectador se canse-, y de una considerable falta de afici¨®n al trabajo y al oficio de autor. Si este texto cayese aqu¨ª en manos de un adaptador o de un director, ser¨ªa mutilado en gran parte, privado de sus escenas significativas, esquematizado. Y aun a muchos que lo vean ahora les parecer¨¢ viejo.
Conservadora es en esta interpretaci¨®n la Compa?¨ªa Nacional de Teatro del Instituto de Bellas Artes de M¨¦xico que nos visita. Un decorado convencional, simplemente eficaz, y unos actores que dicen el texto con la intenci¨®n de que se entienda, y lo subrayan con gestos expresivos y cargados. Vieja escuela, pero buena escuela: sobre todo en Carlos Ancira, en Maro Zetina y en M¨®nica Serna y Mario Garc¨ªa Gonz¨¢lez. La direcci¨®n de escena est¨¢ destinada exclusivamente a resaltar el texto y a sostener bien las escenas de conjunto.
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